En Canarias existen nombres que son auténticas reliquias históricas, con raíces que se hunden en la época prehispánica y que todavía hoy siguen vivos en la memoria colectiva. Son nombres que, más allá de su sonoridad, evocan un legado cultural, una lucha por la identidad y un símbolo de resistencia frente a la conquista.
Entre ellos, hay uno que resulta especialmente hermoso, cargado de significado y con una historia vinculada a los últimos años de la Gran Canaria aborigen. Un nombre femenino que no encontrarás en ninguna otra parte del mundo y que encierra, en sí mismo, la fuerza de un linaje real y la luz de una estrella.
Guayarmina, la más brillante
El nombre es Guayarmina, un antropónimo femenino de origen guanche que significa “la estrella más brillante”. Fue el nombre de la hija de Tenesor Semidán, el último guanarteme (rey) de Gáldar, quien tras ser bautizado pasaría a la historia como Fernando Guanarteme.
Según los cronistas, Guayarmina no solo fue heredera de la nobleza insular, sino también una figura de resistencia. Tras la captura de su padre, se refugió en las cumbres junto a su prima Masequera y un grupo de guerreros que mantuvieron viva la oposición a las tropas castellanas. Sin embargo, el 29 de abril de 1483 decidió entregarse, un gesto que simbolizó el fin de la resistencia organizada en Gran Canaria tras el suicidio del líder Bentejuí y su faycán en la Fortaleza de Ansite.
Bautismo y nuevo destino
Con la derrota de los aborígenes, Guayarmina se integró en el nuevo orden. Fue bautizada con el nombre cristiano de Margarita Fernández Guanarteme y acompañó a su padre en un viaje a Castilla, donde ambos se presentaron ante los Reyes Católicos. Allí conoció a su futuro esposo, el hidalgo extremeño Miguel de Trejo Carvajal, con quien se casó y tuvo seis hijos.
Este matrimonio marcó la transición entre dos mundos: el indígena que desaparecía y la nueva élite social y política que se consolidaba tras la conquista. Pese a su integración en la península, la figura de Guayarmina quedó ligada a la memoria canaria como símbolo de una época crucial.
Una historia de resistencia
El linaje de Guayarmina forma parte de la historia de la conquista de Gran Canaria, que tuvo lugar entre 1478 y 1483, dentro del proceso más amplio de incorporación de las islas a la Corona de Castilla. Los guanartemes, como Tenesor Semidán, ejercían un poder político y religioso asesorados por un consejo de nobles y el faycán, figura sacerdotal de gran influencia.
La entrega de Guayarmina representó no solo la derrota militar, sino también la transformación social y cultural de la isla. Como recoge la tradición, “Guayarmina fue una figura de resistencia y un símbolo de la nobleza guanche durante la conquista castellana”. Su vida refleja la dureza de aquellos años de conflicto, pero también la capacidad de adaptación en un nuevo contexto.
Un nombre exclusivo
Hoy, el nombre Guayarmina sigue presente, aunque con una rareza que lo convierte en un auténtico tesoro identitario. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), actualmente 328 mujeres llevan este nombre en España, todas en Canarias, con una edad media de 41,8 años.
Su exclusividad lo hace aún más especial: un nombre que no encontrarás en ninguna otra parte y que mantiene vivo el recuerdo de una mujer que encarnó tanto la nobleza guanche como la transición hacia el mundo castellano. En cada Guayarmina de hoy late, en cierto modo, la memoria de aquella estrella brillante que iluminó el final de una era.
Legado en la cultura
Más allá de su uso como nombre, Guayarmina se ha convertido en un referente cultural. Aparece en obras literarias, crónicas históricas y en la memoria oral que se transmite entre generaciones. Su evocación no es solo la de una mujer, sino la de todo un pueblo que se resistió a desaparecer y que, a través de sus nombres, dejó una huella imborrable en la identidad de Canarias.