Las expresiones populares no solo forman parte del habla cotidiana: son también un reflejo de la identidad de un territorio. En Canarias, la riqueza del lenguaje se muestra en dichos que transmiten sabiduría, humor o cortesía, y que se han transmitido de generación en generación hasta instalarse en la vida cultural.
Algunas son conocidas incluso fuera del archipiélago, como “quien quiera lapas, que se moje el culo” o “más canario que el gofio”. Pero otras permanecen como auténticos tesoros locales, incomprensibles para quienes no comparten el contexto isleño. Una de ellas se ha convertido en emblema de la vida diaria y cada vez gana más presencia en medios y redes.
“Bájame el labio”
La expresión es “bájame el labio”, una fórmula breve, tajante y con un fuerte componente identitario. Se utiliza en Canarias como un toque de atención, generalmente en tono coloquial y de confianza, para pedir a otra persona que modere su actitud. En otras palabras: “relájate, baja la chulería”.
La Academia Canaria de la Lengua la define como la petición de un trato más respetuoso del que se está mostrando. Aunque puede sonar divertida a oídos peninsulares, en el día a día funciona como un aviso serio y directo, que marca los límites en una conversación.
Origen y equivalencias
El sentido figurado de “bájame el labio” se apoya en la metáfora gestual: un labio adelantado como gesto de enfado u orgullo. La frase convierte esa imagen corporal en orden lingüística, reforzando su fuerza.
En el español general hay fórmulas equivalentes que cumplen la misma función: “baja el tono”, “no me hables así” o “tranquilízate”. En registros coloquiales, encontramos “baja los humos”, “no te vengas arriba” o “no te pongas chulo”. Y en registros más formales: “te pido que moderes el tono” o “mantengamos el respeto, por favor”.
Presencia en la cultura
Lo interesante de esta expresión es que ha traspasado la oralidad. Se utiliza en columnas de prensa como eslogan cívico, aparece en debates televisivos con invitados canarios y hasta en realities como Gran Hermano o Mujeres y hombres y viceversa, donde concursantes isleños la han popularizado.
También se ha consolidado en el mundo digital. Existe un podcast titulado “Bájame el labio”, conducido por Ceci Wallace y Alex Mercurio, y se ha incorporado a camisetas, páginas de humor y productos de merchandising, señal de que ha conquistado un espacio más allá del diccionario.
Una frase con puntería
Parte de su éxito radica en su precisión. En solo cuatro palabras, la expresión ordena la escena: recoloca jerarquías, exige respeto y frena una discusión sin necesidad de elevar el tono ni recurrir al insulto. Es, en cierto modo, una llave pequeña que abre una puerta grande.
Además, tiene un valor simbólico añadido: se ancla al paisaje sonoro de Canarias. Su cadencia, su musicalidad y su familiaridad la convierten en algo más que un simple aviso; suena a hogar y refuerza la identidad compartida de quienes la emplean.
