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El artista tinerfeño Fran Baraja / CEDIDA

Fran Baraja: “Ojalá hubiera 200.000 artistas canarios más: eso significaría que hay un mercado vivo”

El artista canario, que acaba de presentar su nuevo tema 'Me quedo en paz', habla con Atlántico Hoy sobre su próximos trabajos, el folclore en la música contemporánea y la realidad del panorama cultural en Canarias

El artista tinerfeño Fran Baraja acaba de presentar Me quedo en paz, un tema que, según reconoce, se aleja de lo que su público suele asociar a su obra, pero que conserva su marca: honestidad, identidad canaria y una profunda conexión emocional con la vida cotidiana.

Baraja charla con Atlántico Hoy sobre esta nueva canción, su proceso creativo, el lugar del folclore en la música contemporánea y la realidad de hacer arte desde Canarias, desde sus inicios en la música, las nuevas generaciones a la presencia de artistas locales en grandes festivales. 

Un homenaje

[Pregunta] Tu nueva canción se sale un poco de lo que has hecho hasta ahora. ¿Cómo surge y cómo describirías lo que rodea este tema en cuanto a sonido, esencia y proceso de producción?

[Respuesta] Es verdad que es algo diferente a lo que hemos venido haciendo. También un poco para demostrar que no solo hacemos cosas “bobas”, que no lo son, porque siempre hay un mensaje detrás. Musicalmente suelo tirar por lo sencillo para que llegue ese mensaje, porque vivimos en un mundo inmediato: como le metas tres segundos de más a una intro, ya la gente desconecta. Entonces aquí quisimos buscar una estética distinta. Quien nos sigue desde hace tiempo sabe que vamos evolucionando: hemos hecho rock y blues puro y duro, y después de la pandemia nos metimos más con la electrónica. Vamos avanzando artísticamente y esta vez salió así, sin planearlo. Eso es lo divertido de ser artista, que tampoco sabes lo que viene después.

¿Dónde y cómo la compusiste?

Nos fuimos cuatro días a Tefía, en Fuerteventura, con mis dos productores: Raico Mejías y Yeray Herrera. Raico es mi socio en nuestra discográfica casera, en un garaje en Taco, y Yeray ha producido a muchísimos cantantes urbanos de Canarias. Nos aislamos allí, donde no había nada alrededor. Creo que la letra y la música tienen mucho de ese ambiente de soledad y paisaje. Ahora estoy en La Laguna y oigo obras y aviones por todos lados… pues no es lo mismo (ríe).

En este tema hay también una reivindicación de la tradición de los finados, frente a Halloween, y además aparece un amor distinto: el amor hacia tu abuela.

La sacamos por los finados porque habla de la muerte de una manera bonita y del duelo de una manera artística. Pero es una canción de largo recorrido, que se puede escuchar en cualquier momento, porque por desgracia o por fortuna, todos nos vamos a morir. Y es un homenaje a mi abuela. La sacamos un año después de que falleciera. Yo siempre digo: quien quiera misa, perfecto, una misa dura una hora; pero las canciones duran toda la vida. Me parecía un amor puro. No tan pasteloso ni tan bizarro como a veces vemos en lo urbano. Alguien que dio media vida por mí… qué menos que devolverlo, aunque sea en una canción. 

Identidad, humor y sello artístico

Tus canciones tienen humor, sátira, referencias populares y tradición musical canaria. ¿Cómo se construye ese sello tan tuyo?

—Pues a base de hacerlo. No es algo inventado. Nosotros venimos de tocar en la calle diez años, de grabar discos con monedas. Empezábamos sin filtros, sin pensar “esto va a gustar”. El folclore siempre estuvo cerca porque vivimos en Canarias. En los barrios, en los pueblos, en las romerías. Desde la primera maqueta ya había aires de lima, pero mezclados con otras cosas. No hubo un punto exacto de inflexión. Simplemente seguimos.
Lo que sí pasó es que, al principio, éramos unos locos, unos machangos. Y ahora somos “referentes”. No sé cuándo dejó de ser una cosa y pasó a ser la otra. Supongo que cuando empezó a desaparecer un poco la cultura canaria y quedamos los de siempre y pocos más.

¿Crees que con tu música y proyectos como Parranda Cover estás acercando el folclore a generaciones jóvenes?

Hombre, cualquiera que trabaje la música popular con fundamento ya está manteniéndola viva. Yo hago Parranda Cover para darme visibilidad en redes, pero sin pasarme, porque tampoco quiero que piensen que no tengo canciones propias.
Tengo público de todas las edades: niños, familias, gente mayor, millennials… No es cuestión de edad, es cuestión de pensamiento. Hay quien no ha conectado antes con el folclore porque se lo presentaron de una forma poco atractiva. Nosotros se lo hemos colado un poco, como cuando te dan comida en un avión: “abre la boquita” (ríe).

El cantante con su manta esperancera de estampando de leopardo / CEDIDA

La escena musical en Canarias

¿Crees que hay una nueva ola de artistas canarios que estén redefiniendo la música desde las islas?

Sí, claro. Yo los conozco a todos: Cristina Mahelo, Aníbal, Kinewa, Fon Darias… Estoy pendiente de lo que pasa en la gente joven y el género urbano, que es lo que impera ahora. Ahora mismo esa es la herramienta de lenguaje: para mi generación lo fue el rock, para la de ahora es lo urbano. Me parece bien, siempre que se haga desde un fundamento popular. Cuando digo popular digo que, si haces una folía, la tengo que poder cantar yo también. Si no, se convierte en algo personalista, no en música del pueblo. Y no puedes creer que así vas a salvar la música canaria porque creo que no funciona así. Además de que ya se encontrarán con el techo que tenemos en Canarias como nos ha pasado a todos. Preo vamos, les deseo suerte a todas y a todos. Ojalá hubiera 200.000 artistas canarios más porque eso significaría que hay interés del público y si hay mercado, trabajamos todas y todos. Esto es arte, sí, pero la nevera no se llena con ilusión. Se llena con dinero para comprar comida.

¿Cuál es ese techo del que hablas?

Cuando digo techo me refiero a limitaciones. Canarias tiene cuatro grandes núcleos donde está la población: Las Palmas, Telde, Santa Cruz y La Laguna. Y ahí es donde están la mayoría de teatros y salas. Después hay otros pueblos, que también tienen sus espacios, pero mover una producción es caro. Si no está la administración detrás, económicamente no es viable. Entonces, llega un momento en el que tú ya tocaste en todos esos sitios, ya saliste en los medios de comunicación, ya hiciste festivales… Ya no hay nada más. 

Grandes festivales

Y más allá de ese techo, ¿hay algún sueño musical que te gustaría cumplir?

He hecho tele, radio, teatro; también he viajado por las islas, a la Península, Cuba... A lo mejor el sueño que me queda es tocar en más festivales grandes, porque mi proyecto ya está maduro. Somos gente trabajadora, ya no estamos con tonterías. Lo que pido es que se dé espacio también a la cultura canaria. Hay muchos festivales con artistas de fuera, muy buenos todos, no tengo nada en contra de ellos, está claro que tienen demanda. Pero hay festivales grandes, financiados con fondos públicos canarios, donde no hay artistas canarios. Eso es lo que me parece injusto.

Entonces, el sueño que me queda es que me den la oportunidad de tocar en esos sitios, que sé que no los voy a defraudar. Y, si puede ser, que no sea a las cinco de la tarde, cuando la gente está todavía entrando, sino en un horario donde realmente haya público y una visibilidad verdadera. 

El tema de la presencia de artistas canarios en grandes festivales es un melón...

Lo que pido es justicia. El negocio de los festivales en Canarias espero que ya esté tocando techo. En algunas islas hay más festivales que público para ir a todos ellos. Y cuando se acaben esos fondos, muchos de esos festivales se van a venir abajo. Al final quedarán uno o dos, y me parece bien, pero que haya justicia. Una ley que proteja también a los creadores de aquí. No hablo de imponer nada, sino de favorecer la contratación y equilibrar las oportunidades. Ya hay ciertos circuitos públicos, sí, pero si los festivales se benefician de dinero público, que viene de los impuestos de todos los canarios, pues lo lógico es que haya una balanza de igualdad y de respeto.

Los festivales no son ONGs, está claro. Son un negocio, y la gente que los hace quiere ganar dinero. Pero si entre todos cubrimos las pérdidas, entonces también debería haber una devolución a la tierra de la que ese dinero sale, contratando artistas canarios sin complejos, como se hace en otros lugares. Tú vas a Euskadi y antes de un artista grande tocan tres bandas de allí. Vas a Cataluña y pasa igual. Aquí no. Y claro, uno se mosquea.

Próximo disco

¿Podemos saber algo de ese disco que viene en camino? ¿Qué puedes avanzarnos?

Esta canción es el adelanto de un trabajo que saldrá en 2026. Estamos ya metidos en ello, pero todavía no te puedo decir ni de qué va ni cómo va a ser, porque lo estoy construyendo ahora mismo. Nosotros funcionamos un poco así: lanzamos un tema como globo sonda, para ver cómo respira la cosa, y este ha funcionado muy bien. Entonces, está claro que tendrá continuidad en algunas canciones del disco, pero en otras no. Siempre mantenemos la esencia, lo que cambia es el papel de regalo, la envoltura, pero el fondo sigue siendo muy nuestro.

La idea es dedicar el invierno y los carnavales —donde es complicado tocar porque todo el mundo quiere música latina— para ir trabajando con calma, hablando con productores y terminando el concepto. La producción ejecutiva la lleva Zukoabega Producciones, que son quienes me respaldan económicamente. Y en la parte audiovisual seguimos con Los de siempre films (Emilio González y Óscar Oapé), que son unas máquinas y trabajan con los más grandes de Canarias. El videoclip de Me quedo en paz, aunque la idea era mía, lo hicieron ellos y quedó precioso. Así que estamos cocinando cosas nuevas con el objetivo de ofrecer algo, como mínimo, de la misma calidad o mejor.