Juan Luis Guerra volvió a demostrar por qué es uno de los artistas más queridos en Canarias, llenando hasta los topes el anexo del Estadio de Gran Canaria con 28.000 espectadores en una noche calurosa de julio. Durante casi dos horas, y a sus 68 años, el dominicano repasó su amplia trayectoria con un espectáculo que hizo bailar a todo el recinto, pero que no estuvo exento de críticas por parte del público por problemas de sonido, precios elevados en las cantinas y un caótico desalojo final.
Desde el primer acorde de Rosalía, pasando por éxitos como La travesía, La llave de mi corazón y una ristra de clásicos como El Niágara en bicicleta, Las avispas y Ojalá que llueva café, Guerra y su inseparable banda 4.40 hicieron vibrar a una explanada abarrotada. También hubo espacio para sus bachatas más románticas y para temas de su último disco, Radio Güira, antes de cerrar la noche con un final apoteósico que incluyó La bilirrubina como broche.

Fiesta y quejas
Sin embargo, el espectáculo no fue perfecto para todos. Varios asistentes denunciaron que en algunas zonas del anexo el sonido era deficiente, impidiendo disfrutar plenamente del concierto pese a los precios de las entradas. También hubo quejas por el elevado coste de los productos en las cantinas, la ausencia de opciones como cervezas 0.0 y, sobre todo, por el caos al evacuar el recinto, donde solo se habilitaron unas pocas puertas de salida para miles de personas.
Pese a los problemas logísticos, la conexión entre Juan Luis Guerra y su público volvió a quedar patente. El dominicano, que incluso cambió su icónica boina por un sombrero y cazadora vaquera en un guiño al público isleño, logró que la noche se convirtiera en una fiesta colectiva que coreó cada uno de sus temas más emblemáticos.

Tras su cita en Gran Canaria, Guerra y 4.40 ponen rumbo a Tenerife, donde ya han agotado 21.000 entradas para su concierto del próximo viernes, última parada en España de su gira La Ruta 4.40 antes de regresar a Latinoamérica.