La escritora Julia Navarro presenta su última novela, 'El niño que perdió la guerra' / JUAN MANUEL FERNÁNDEZ
La escritora Julia Navarro presenta su última novela, 'El niño que perdió la guerra' / JUAN MANUEL FERNÁNDEZ

Julia Navarro, escritora: “Me avergüenza, como europea y española, cómo tratamos a los migrantes"

La escritora presenta 'El niño que perdió la guerra', una novela con la que invita al lector a reflexionar sobre los regímenes totalitarios que marcaron al siglo XX y "siguen vigentes, revestidos de democracia"

ariadna

La periodista y escritora Julia Navarro dedica su última novela, 'El niño que perdió la guerra' (Plaza & Janés, 2024), a todas las personas que dicen “no” y se rebelan, como es el caso de las dos familias protagonistas, una republicana durante el franquismo y otra rusa en la dictadura de Stalin. 

A partir del exilio de Pablo, un niño que huye del panorama tras la Guerra Civil española y acaba en la Unión Soviética, la autora incita a reflexionar sobre temas universales como la libertad, la censura, los regímenes autoritarios y la migración, que han atravesado al siglo XX y siguen presentes en la actualidad a su manera. 

La censura

En su paso por Las Palmas de Gran Canaria para amadrinar la nueva sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Mesa y López, Navarro ha asegurado a Atlántico Hoy que para escribir esta novela “he necesitado toda una vida”. 

Todo comenzó hace más de cuarenta años, cuando leyó el Réquiem de la poeta rusa Anna Ajmátova. Aquel poema la sacudió profundamente: “Quise saber quién estaba detrás de esas palabras, y descubrí a una mujer que apoyó la revolución y terminó siendo devorada por ella, perseguida por el estalinismo junto con todos los que amaba”. Esa conmoción inicial la llevó a interesarse por los intelectuales perseguidos en regímenes totalitarios, tanto en la Unión Soviética como en la España franquista.

“Los dos regímenes tenían patrones de conducta similares: cercenaban la libertad, instauraban la censura y perseguían la cultura que no podían dominar. Quieren cortar las alas a cualquier idea o a cualquier manifestación cultural que pueda tener eco en la sociedad y que pueda llevar a la sociedad a hacerse preguntas”, denuncia Navarro. Así se gestó la historia de Clotilde y Anya, dos mujeres que —como tantos otros— pagan el precio de tener un pensamiento propio y no resignarse.

Auge de los autoritarismos

Para la escritora, aunque el siglo XXI no es igual al XX, pues “la historia no es una foto fija”, es evidente que “los regímenes autoritarios siguen vigentes”. “Estamos viendo cómo están aflorando autocracias, incluso en los ámbitos cercanos, que se quieren revestir de democracias”, sentencia. 

Navarro considera que “no basta con ir a votar para que un país sea democrático”. Ahí entra la responsabilidad ciudadana: “No podemos dejar la democracia en manos de los políticos. Nos concierne a todos. Es más difícil decir no a los tuyos que a los de enfrente, pero es la única manera de preservar la democracia”.

Uno de los pilares vitales contra las noticias falsas, el populismo, la manipulación y esa defensa de la democracia es la educación, según Navarro. Lamenta que en España se haya arrinconado la filosofía, la historia, la literatura o el arte: “Son precisamente esas asignaturas las que permiten desarrollar el pensamiento crítico”. Y defiende también el estudio de la historia de las religiones desde una perspectiva cultural, “porque la influencia de las religiones en la configuración de las sociedades es innegable”.

La migración

Asimismo, junto a la censura, entre los estragos de los totalitarismos, la escritora aborda a través del pequeño Pablo, la historia de los niños y niñas que fueron enviados al extranjero por padres que buscaban salvarlos del panorama del país. “Los mandaban con billete de vuelta”, explica la autora. Pero la historia convirtió muchos de esos viajes en un exilio irreversible.

Ese relato conecta con los conflictos actuales. Navarro establece un paralelismo claro: “¿Qué quiere uno para sus hijos? Que vivan. Si no sabes cómo garantizarles la vida, los salvas como puedes. Sueñas con que tengan una vida mejor. Eso tiene mucho que ver con el fenómeno migratorio”.

Se define como una persona comprometida y asegura que “me siento avergonzada como europea y como española de cómo tratamos a los migrantes. ¿Estamos recibiendo a esas personas con la dignidad que todo ser humano merece? No”. 

La escritora insiste en que la migración no se resuelve solo con políticas nacionales: “Es una rueda. Hay que revisar las políticas que hacemos hacia los países de los que vienen los migrantes. Ojalá existiera un botón para acabar con el hambre y las guerras. Pero no lo hay. Lo que sí hay es una responsabilidad ética que estamos incumpliendo”.

Importancia de decir “no”

Es por ello que, ante todo, la periodista dedica este libro “a todas las personas que dijeron no, a todos los que dicen no y a todos los que dirán no”. Es un homenaje a la resistencia individual frente a la represión y el miedo. “La censura es la primera herramienta de los dictadores”, recuerda Navarro. Por eso reivindica el pensamiento libre, la cultura incómoda, la literatura que invita a la reflexión.

De ahí su propósito como escritora: “Cuando escribo, lo único que pretendo es no dejar al lector indiferente. Le llevo a través de mis personajes para que reflexione. Pero las conclusiones, las tiene que sacar él”.

El niño que perdió la guerra es, más que una novela histórica, un puente entre el pasado y el presente, entre la memoria y el compromiso, entre la libertad de pensamiento y los riesgos de silenciarla. Un homenaje a todos los que, en cualquier época, han tenido el valor de decir “no”.