Comenzamos nuestro periplo con la comida más importante del día, el desayuno: ni que pintado para ello la antigua Casa Ginory, hoy Charco Vivo emplazado en El Charco de San Ginés de la capital lanzaroteña.Aquí podremos disfrutar de los muy demandados montaditos de pescado rebozado (los de corvina, son exquisitos) y el barraquito de rigor (o una cervecita) que nos aclarará la decisión de a dónde encaminarnos para comer como dios manda: si al Norte o al Sur.Si en Canarias se da por bueno que Tenerife es la “locomotora” culinaria de las Islas, Lanzarote, en proporción, tira y mucho del convoy gastronómico del Archipiélago. La Isla de los Volcanes es todo un atractivo ya no sólo desde el punto visual, por sus estampas o parajes insólitos (Timanfaya, La Geria, Los Jameos del Agua,…), sino en el ámbito del producto, la restauración y el producto de cercanía.
Cabe destacar nuevamente que en Lanzarote se ha revivido intensamente el culto por los géneros de proximidad: batatas del jable, cebollas, legumbres (principalmente las lentejas)… Quesos increíbles y pescado atlántico maravilloso. Al margen del prestigio de sus vinos, esos malvasías volcánicos intensos, la cocina lanzaroteña es hoy de norte a sur, de este a oeste, un incentivo para el visitante, que podrá deleitarse con vertientes tanto de las raíces como interpretadas de la tradición.ENLACE de "Las Rutas de Zumalacárregui" (La 2)