Un silbido suena desde La Gomera y otro responde desde la cordillera del Atlas en Marruecos, los pastores avanzan al paso del tambor y del bendir, las flautas alivianan el camino animadas por las chácaras y los casi mil kilómetros que separan ambas costas se unen a través de “Ecos Vitales”, el proyecto musical de Rogelio Botanz y Kino Ait Idrissen.
El Teatro Leal en La Laguna fue testigo de esta fusión que tuvo la iniciativa desarrollada por los dos músicos y promovida por la Fundación Dar Si Hmad con la colaboración de la Asociación Cultural Silbo Gomero que permitió a un grupo de artistas realizar una inmersión durante varias semanas en comunidades amazigh en diversas zonas de Marruecos, así como en Tenerife y La Gomera.
Su objetivo fue promover entre los participantes “una comprensión más profunda del mundo que los rodea” para que puedan “producir obras que respondan verdaderamente a su contexto y ecosistema” a través de estas vivencias culturales y musicales con “particular referencia al mundo pastoril”.
Lo ancestral
El resultado de todo este proceso eclosionó con una propuesta artística que entrelaza lo ancestral con las últimas tecnologías, en una aventura que surca los puntos en común de dos culturas separadas por el Océano Atlántico y los procesos históricos, pero que comparten ritmos, símbolos y hasta genética.
Al ritmo marcado por Botanz y Ait Idrissen se sumó la percusión de las Percuteras de Garaldea, la pintura en vivo de Mireia Tramunt y la danza de Ico Botanz, todo ello aderezado con una gran variedad de instrumentos, incluso unas vasijas con agua que sirvieron para poner sonido a un elemento clave para dos pueblos marcados por el desierto del Sahara.
La noche incluyó varias sorpresas que comenzaron con la presencia de grupos de silbadores gomeros repartidos por el teatro, que conversaron con Botanz desde la oscuridad y le animaron a seguir con palabras de aliento y cariño.
Chácaras y tambores
Y que continuó más tarde con el arranque a bailar de un grupo de personas al ritmo de las chácaras y los tambores, también infiltrados entre los espectadores, dejando entrever que nada se podía dar por sentado durante la actuación y que el arte podía nacer de cualquier esquina.
“Ecos vitales propone un diálogo festivo y creativo entre los toques pastoriles de flauta a un lado y otro del atlántico, entre la guitarra, el Guembri Gnawa y la mandola, el tambor gomero y el bendir, las chácaras y el carcabus, los grabados en piedra que nos hablan en lenguajes ancestrales, la lengua bereber fosilizada en las endechas guanches, y el amazigh cotidiano a unos kilómetros de nuestras costas” explicaron los organizadores.
Una fiesta que llegó a su punto álgido durante la última interpretación del repertorio, cuando todos los presentes sobre el escenario se volcaron con el público repartiendo ramas para bailar y celebrar, para luego trasladar la fiesta a las mismas puertas del Teatro Leal.
