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Imagen de una persona asomada en un balcón / PEXELS

Esta palabra canaria no la entienden ni los peninsulares: significa "asomarse desde un lugar alto"

La riqueza de esta palabra reside en su versatilidad y carga cultural. Es un claro ejemplo de cómo ha evolucionado a partir de una mezcla de influencias, entre ellas el portugués, el castellano antiguo, el guanche y el contacto con América Latina

Quienes han nacido y crecido en Canarias no tienen duda al escucharla. Se usa de forma natural, cotidiana, sin pensar que fuera del Archipiélago podría generar extrañeza. Pero lo cierto es que muchos peninsulares no comprenden el significado de esta palabra tan habitual en la conversación canaria, ni siquiera imaginan las distintas situaciones en las que puede emplearse. 

Aunque no suele aparecer en los registros más formales, su uso es constante entre generaciones y en todo tipo de contextos, desde una charla entre vecinos hasta una indicación en casa o en la calle. Su particular musicalidad y su variedad de significados la convierten en una de esas joyas lingüísticas que merecen ser conocidas, valoradas y, sobre todo, preservadas. Y es que el español que se habla en Canarias tiene tantas particularidades que no es de extrañar que expresiones como esta generen confusión fuera de las islas.

El significado de "alongar"

La palabra en cuestión es “alongar”, un verbo que, según el Diccionario Básico de Canarismos de la Academia Canaria de la Lengua, tiene cuatro significados distintos en el uso canario. El más común, y quizás el más desconocido para quienes no son del Archipiélago, es el que lo define como acercarse o aproximarse a un lugar, generalmente con el propósito de realizar una acción. Resultan perfectamente comprensibles en Canarias, mientras que en la península podrían generar desconcierto o incluso ser malinterpretadas.

Pero “alongar” no se limita a ese único uso. También puede emplearse para describir el acto de asomarse desde un lugar elevado, como una ventana o una azotea, incluso cuando hacerlo conlleva cierto riesgo. En ese sentido, es habitual escuchar que alguien se “alongó demasiado” y estuvo a punto de caerse. Otra acepción del verbo es la de inclinar el cuerpo hacia delante para mirar algo con más atención, como cuando un niño se “alonga” para observar peces en una pecera. Finalmente, también puede utilizarse para referirse a la acción de alcanzar algo con la mano, como en “Alóngame ese vaso” o “Alóngame las llaves”.

Una seña de identidad

La riqueza de esta palabra reside en su versatilidad y carga cultural. Es un claro ejemplo de cómo el español hablado en Canarias ha evolucionado a partir de una mezcla de influencias, entre ellas el portugués, el castellano antiguo, el guanche y el contacto con América Latina. Este mestizaje lingüístico ha dado lugar a un habla que, sin dejar de ser español, cuenta con rasgos propios que le otorgan una personalidad inconfundible.

En el caso de “alongar”, su uso está tan arraigado en la vida cotidiana que muchas personas desconocen que se trata de un canarismo. Lo usan sin pensarlo, como parte de un vocabulario que han heredado de sus padres y abuelos, y que a su vez transmiten a las nuevas generaciones. Sin embargo, fuera de las islas, la palabra casi ha desaparecido del uso común, lo que hace aún más necesario poner en valor este tipo de términos como elementos del patrimonio lingüístico canario.

La preservación de palabras como “alongar” no solo implica conservar una forma de hablar, sino también una forma de entender el mundo, de relacionarse con el entorno y de comunicarse con los demás. En un momento en el que el lenguaje tiende a globalizarse y a homogeneizarse, defender los canarismos es también defender la diversidad cultural.