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Imagen de una persona con expresión de duda por una palabra / PEXELS

Parece inglés pero no lo es: la palabra canaria que confunde a los propios canarios

Esta palabra hace referencia a un objeto muy especial para los canarios que pasó de usarse como herramienta de trabajo y ahora se ha convertido en una pieza de colección

En Canarias, algunas tradiciones han perdurado durante siglos, moldeando la identidad del archipiélago y dejando huella en su cultura popular. Una de estas costumbres se relaciona con una herramienta que ha sido indispensable para generaciones de agricultores y artesanos. Su historia se entrelaza con la labor en los campos de plátanos, la artesanía y la transmisión de conocimientos de padres a hijos. 

Desde tiempos remotos, los trabajadores del campo han necesitado herramientas precisas y resistentes para realizar sus labores diarias. En el caso de Canarias, la evolución de la agricultura exigía un instrumento versátil, capaz de adaptarse a distintas tareas, desde el corte de hojas y frutos hasta la preparación de alimentos. Así nació el naife, un cuchillo tradicional que con el paso del tiempo se convirtió en un símbolo de la artesanía local.

Un cuchillo inconfundible

El naife se caracteriza por su hoja de acero triangular, que puede alcanzar entre 15 y 23 centímetros de longitud. Su mango, elaborado de manera artesanal, incorpora materiales como hueso, níquel y metales preciosos, aportándole una estética única y diferenciada de cualquier otro cuchillo. No es solo una herramienta funcional, sino también una obra de arte que refleja la tradición canaria.

Uno de los aspectos más llamativos del diseño del naife es la influencia mozárabe en sus decoraciones geométricas. Esta ornamentación, heredada de los tiempos de la dominación árabe en la Península, aporta un carácter distintivo a cada pieza. Además, para su transporte, se utilizaba una vaina de piel, generalmente de cabra, que los agricultores ataban a su cintura mientras trabajaban en el campo.

Origen del nombre

Su origen se remonta al siglo XVI, cuando comenzó a llegar a Canarias desde regiones peninsulares con una gran tradición en la fabricación de cuchillos, como Toledo y Albacete. Con el paso del tiempo, esta herramienta fue adaptándose a las necesidades de los trabajadores isleños, evolucionando hasta convertirse en lo que hoy se conoce como naife.

Fue conocido a lo largo del tiempo por diferentes nombres —cuchillo del país, cuchillo canario...— hasta que se asentó el término naife. Esta palabra deriva del inglés knife (cuchillo) término que se generalizó en las últimas décadas del siglo XX gracias a las relaciones comerciales y la afluencia de visitantes de Reino Unido

Del campo a pieza de colección

Aunque en el pasado el naife era una herramienta indispensable en la agricultura, hoy en día su función ha cambiado. Ha pasado de ser un instrumento de trabajo a convertirse en un objeto decorativo o de colección. En muchas casas canarias aún se conserva como un símbolo de la historia y el esfuerzo de generaciones pasadas.

En tiempos anteriores, no solo se usaba en la agricultura, sino también en la gastronomía. Era común verlo en la mesa para cortar queso, un alimento fundamental en la dieta canaria. De hecho, en algunas familias era considerado un elemento imprescindible en el ajuar de los hombres, marcando una tradición que se transmitía de padres a hijos.

Su fabricación

Aunque se pueden encontrar en varias islas, la fabricación de naifes sigue viva especialmente en Gran Canaria, en municipios como Guía, Gáldar y Arucas. Allí, los talleres mantienen la tradición de forja y tallado, transmitiendo sus conocimientos de generación en generación. En Tenerife también se producen, pero en menor medida.

Más que un cuchillo, el naife representa el ingenio y la identidad de Canarias. Su evolución desde una herramienta de trabajo hasta un objeto de colección demuestra su importancia en la historia del archipiélago. Poseer uno de estos ejemplares no es solo tener un cuchillo, es conservar un pedazo del legado artesanal canario.