De nuevas y mágicas fórmulas para eliminar kilitos, muchos de los lectores de AtlánticoHOY (y yo mismo) están hasta la coronilla. Comienzan las vacaciones, verano, excesos.. Nos hacemos sustantivos propósitos y cada con su santa razón (salud, ligereza, cuerpo más apolíneo...).
Contabilizar todo el "pelaje" de dietas y trucos para buscar el estado ideal sería tan inabordable como estéril porque también es intransferible cada individuo con su metabolismo, hábitos y condiciones de entornos y actividad.
Cada cual sabe de su talón de Aquiles, sus condiciones y características nutricionales, y sabe de costumbres razonables y sanas a la hora de concebir la ingesta cotidiana. Otra cosa es que queramos engañarnos a nosotros mismos.
Del segundo grupo quería ocuparme a continuación con mi propuesta. Advertencia, mi propuesta, ni siquiera en lo sustancial (el tipo de nutrientes o cantidades): una "dieta peregrina" que no deja de ser una anécdota o una diversión para entrar en el camino de perder un poco de lastre; un grupo en el que me incluyo (porque como gastrónomo y periodista especializado bien complicado sería dedicarme a palabras mayores).
Siempre con todo el respeto a lo de la dieta y a quién va dirigida (en este caso a personas que quieren quitarse la incomodidad, no mucha, despacito y gradualmente), esta dieta que propongo se basa en... ¡el Camino de Santiago! concretamente, el Francés.
Un servidor, que ha concluido unos cuantos Caminos a Compostela (siete para ser exactos), decidió establecer en una ocasión un distendido de dieta basado en un recorrido virtual de etapas de ese trayecto apasionante, Patrimonio de la Humanidad, a la vez que establecemos una escala personal de kilos/kilómetros/etapas.
Con la ayuda de una espléndida página web para estos menesteres (http://caminodesantiago.consumer.es/los-caminos-de-santiago/frances/), podremos partir de Roncesvalles. Hasta Santiago son poco más de 800 kilómetros que la citada guía divide en 31 etapas. Pues haga una cuenta sencilla, eligiendo de antemano más o menos cuántos son los kilos que hay que esculpir.
Con este truco-invención yo bajé cuatro kilos (me había marcado 10), pero me quedé estancado por tierras de Palencia. Supongo que el esquema se puede extrapolar a otros rincones que nos atraigan; quizá nos haga cumplir nuestro propósito (la satisfacción de llegar a la Compostela del peso anhelado) y, porqué no, el gusanillo de plantearse hacer esas etapas "pateando" los sitios de forma real.