Dos jóvenes comprando sus entradas para ir al cine / ATLÁNTICO HOY
Dos jóvenes comprando sus entradas para ir al cine / ATLÁNTICO HOY

El precio del cine aleja a la población canaria de las salas: “Te lo piensas dos veces antes de ir”

El factor económico está empujando a la ciudadanía a repensar sus hábitos cinéfilos convirtiendo ir al cine en una actividad ocasional donde se piensa mucho qué película "vale la pena" ir a ver

ariadna

Ir al cine ya no es lo que era. No porque la experiencia haya cambiado en esencia, sino porque el precio ha convertido lo que solía ser una opción de ocio frecuente en una actividad ocasional.

Esto es lo que sienten muchas personas en Canarias, donde el coste de una entrada ronda los 8 euros en días normales y, según varios testimonios, el factor económico está empujando a la ciudadanía a repensar su relación con las salas comerciales.

Menos espontaneidad

“Ya no voy al cine como antes, solo cuando hay algún estreno que me interesa mucho”, confiesa Texeneri López. Según explica, el coste de las entradas hace que el cine haya perdido parte de su atractivo cotidiano. “Le quita la espontaneidad, una ya no puede permitirse ir todas las semanas a probar suerte con alguna película”, señala.

Para ella, las condiciones económicas actuales han transformado lo que antes era una costumbre cultural accesible en un evento con limitaciones: “Te ves obligada a cuadrar con los días del espectador, que suelen caer entre semana y no siempre es fácil asistir”, por lo que Texeneri prefiere aprovechar espacios culturales alternativos, como la Filmoteca, que ofrecen precios más asequibles y propuestas más diversas. 

Ir “a lo seguro”

Esta sensación se repite en la voz de Victoria González, que asegura acudir al cine apenas una vez cada dos meses. A pesar de iniciativas como el “día del espectador”, que reduce ligeramente el precio, González considera que el esfuerzo económico no se ve reflejado en una mejora de servicios o instalaciones. “Muchas veces veo películas en cartelera y pienso: me llama la atención, pero no tanto como para pagar 8 euros”, admite.

Victoria también señala que la falta de variedad en la programación hace que las pocas veces que la gente acude a las salas sea “a lo seguro”, apostando solo por grandes estrenos o sagas conocidas. “Promociones como la Fiesta del Cine no terminan de enganchar, porque muchas veces las películas que proyectan no atraen a un público amplio”, expone. 

Momentos puntuales

Para Juan Amaya, la subida de precios también ha supuesto un cambio en los hábitos: “Antes iba incluso a ver películas malas por pasar el rato. Ahora solo voy si me interesa de verdad el director”. Coincide en que la reducción de ofertas y la falta de variedad hacen del cine una experiencia reservada para momentos puntuales o festivales.

Para él, lo que falta no es tanto tecnología o “experiencias inmersivas”, sino un cine más estándar, accesible y bien programado.

Imagen de un grupo de personas en una sala de cine / PEXELS
Imagen de un grupo de personas en una sala de cine / PEXELS

Plataformas streaming 

Aunque Texeneri, Victoria y Juan coinciden en que la experiencia de ver una película en una gran pantalla es irreemplazable, también reconocen que el factor económico inclina la balanza a favor del consumo doméstico.

“Al final, pagar una plataforma de streaming te cuesta lo mismo que una entrada y media al cine, y puedes ver todas las películas que quieras sin limitaciones de horarios o fechas”, señala Texeneri.

Comparado con otro ocio

Cristina Magdaleno, sin embargo, ofrece un contrapunto. Es de las pocas personas que sigue yendo al cine todas las semanas y no considera que el precio actual sea excesivo si se sabe gestionar, como haciéndose socio. “Ir al cine no es caro. Lo caro es querer comprar palomitas y refrescos cada vez que vas”, afirma.

Para ella, el cine sigue siendo un espacio cultural valioso, cuyo coste es razonable si se compara con otros tipos de ocio como conciertos o discotecas: “Tenemos asumido pagar 15 euros para entrar a una discoteca y no pagar 8-10 euros por un producto cultural que nos da momentos hiperbonitos y genera comunidad”. 

Recuperar al público

Las voces recogidas coinciden en que más promociones reales, bonos o entradas múltiples, así como una programación más variada que se salga del circuito comercial, serían elementos motivadores para recuperar el hábito de asistir con más frecuencia al cine.

Con las plataformas streaming en el tablero de juego, la industria cinematográfica se enfrenta al reto de recuperar al público. Y lo económico, una vez más, vuelve a ser un factor determinante para el acceso a la cultura y traer de nuevo a la cotidianidad la experiencia colectiva de la gran pantalla, el amor por el séptimo arte.