El experimentado murguero Santi Martel abre las puertas de su nueva casa, Diablos Locos, en una conversación sincera sobre su larga trayectoria, los ciclos vitales y la ilusión renovada. El suyo es un nombre con peso en el mundo de las murgas, con una trayectoria que abarca más de treinta años. Para contextualizar su biografía, es relevante repasar su historial en los grupos del Carnaval.
A lo largo de estas tres décadas, Martel ha estado en "unas cuantas murgas", como él mismo afirma. Su andadura comenzó en Mamelucos, para después pasar por Quinquiñecos. También tuvo un paso de un año por Chinchosos y cuatro años en Triqui Traques. Su recorrido continuó con un año, de forma intercalada, en Guachipanduzy, y posteriormente se incorporó a Zeta Zetas, agrupación en la que permaneció durante mucho tiempo. Actualmente, se ha unido a un nuevo proyecto con Diablos Locos.
En cuanto a su situación personal y profesional, Santi Martel se encuentra actualmente en situación de desempleo. Con una actitud pragmática y versátil, resume su experiencia laboral afirmando que se ha dedicado "a todo un poco".
[Pregunta] Santi, ¿cómo surgió la oportunidad de unirte a Diablos Locos?
[Respuesta] Fue algo casual durante el verano. Yo ya había decidido dejar Zeta Zetas, sin tener planes claros para el futuro. Un día, estando en Las Habaneras, me encontré con gente de Diablos Locos. Empezamos a hablar, sobre todo con Miyagi, quien me preguntó si me gustaría escribir para ellos. La idea me atrajo, pero quería que fuera algo dialogado. Miyagi se lo comentó a Maxi, y poco después me llamaron para una conversación más formal. Mi idea era sumarme de una forma distinta, enfocada en las letras, disfrutando la experiencia sin tanta responsabilidad. Así empezamos a trabajar en verano, reuniéndonos cada una o dos semanas, y así ha seguido hasta ahora.
¿Te costó adaptarte al nuevo equipo de letristas y a la filosofía de la murga?
Para nada. Fue incluso mejor de lo que esperaba. Desde el primer día, la conexión fue muy buena. Con los más jóvenes, recordé cuando yo empecé: tienen esa frescura y esas ganas de hacer cosas. Me encanta escuchar sus ideas. Con Maxi me entiendo perfectamente, admiro su visión de la murga. Y con el maestro hay una sintonía especial, una comprensión mutua de lo que funciona en un concurso. Ha sido un proceso cómodo y agradable desde el principio. Tanto, que yo no planeaba volver a salir de componente, pero estas reuniones me ilusionaron para hacerlo.
Cerrar una etapa tan larga y exitosa en Zeta Zetas, ¿cuesta mucho decir adiós?
No es fácil. Fueron 11 años llenos de muchas cosas: éxitos, derrotas, grandes momentos y convivencias. Pero lo más duro es el lado humano. Perder a la persona con la que comencé todo, Javi, y a mucha otra gente que formaba parte de esa historia, hace que la carga emocional sea muy grande. Duele, no es fácil. Creí en el proyecto que construimos, pero en la vida hay ciclos. Uno no siempre tiene control sobre cuándo terminan y era lo mejor para ambas partes.
¿Los Diablos Locos están tan locos como dicen? ¿O más?
Sí, están locos, y es una parte que me encanta. Pero también me han sorprendido por su seriedad y dedicación. Tienen una actitud muy seria hacia sus metas y su forma de trabajar, pero lo hacen divirtiéndose, en un ambiente de cachondeo. Esa combinación es impresionante. En el poco tiempo que llevo, me han aportado mucho, no solo a nivel profesional, sino también personal. Llegaron en un momento muy necesario para mí.
Desde tu punto de vista, ¿cuál debería ser el objetivo de Diablos Locos en 2026?
Ser ellos mismos más que nunca. El objetivo es recuperar lo que el año pasado no se pudo conseguir, reafirmando la personalidad tan marcada que tiene la murga. Tienen muchas ganas de corregir lo que salió mal, de conectar con su público y de hacer lo que mejor saben, pero con más ilusión. Me ha sorprendido y alegrado ver cómo han afrontado el bache del año pasado: con una actitud positiva y de superación. Es la mejor forma de enfrentarlo.
¿El humor y el espectáculo pueden ser compatibles?
Sí, claramente. El humor, el espectáculo y la crítica pueden ser compatibles si sabes cómo definirlos y ejecutarlos. Sobre todo, depende de la personalidad del grupo. Si una murga tiene la capacidad y las ganas de hacer un show espectacular sin perder su esencia, puede combinar ambas cosas perfectamente.
Este año se ha cambiado el formato del concurso a cuatro fases y una final en sábado. ¿Qué te parece?
Me parece muy positivo, sobre todo lo de las cuatro fases. Es bueno tanto para las murgas como para el público. Al ser entre semana, es más compatible con la vida laboral de los componentes, que somos aficionados, no profesionales. También se agradece para la gente que viene a vernos, porque los horarios son más prudentes. Que haya cinco murgas por fase hace que todo sea más llevadero. Respecto a la final en sábado, sé que puede ser un perjuicio para algunas agrupaciones, pero a nivel de ambiente es mucho más festivo. Al ser fin de semana, la gente llega con otra mentalidad, y se vive con más alegría.
¿Un deseo para el Carnaval 2026?
Mi deseo es seguir disfrutándolo como lo estoy haciendo ahora: con la misma ilusión, ganas y actitud. Que la sorpresa positiva que estoy viviendo se mantenga, y que el Carnaval en su totalidad sea una experiencia tan gratificante como la que estoy teniendo en cada ensayo.