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Alexandra Rinder, la campeona que nunca se rindió. / AH

Alexandra Rinder, la campeona que nunca se rindió

La rider nacida en Gran Canaria y criada en Tenerife conquista su tercer título mundial de bodyboard más de una década después del primero y convierte su historia personal en un alegato de resiliencia y orgullo isleño

Julio Cruz

“¡Lo bueno se hace esperar!”. Con esa frase celebraba Alexandra Rinder en sus redes sociales la conquista de su tercer título mundial de bodyboard, logrado en la última prueba del circuito femenino de la International Bodyboarding Corporation (IBC), el ArcelorMittal Wahine Bodyboarding Pro 2025, disputado en la playa de Jacaraípe, en Espírito Santo (Brasil). El triunfo tiene una dimensión especial: llega más de diez años después de que la rider canaria sorprendiera al mundo con dos campeonatos consecutivos siendo apenas una adolescente.

Luché 10 años para volver a la cima. La vida no es fácil para nadie, pero aprendí que cuando uno se cae, se puede levantar otra vez y volver más fuerte”, añadió en ese mismo mensaje. La frase condensa una década marcada por la resiliencia, el esfuerzo silencioso y la búsqueda de un equilibrio personal que hoy le devuelve al lugar más alto de su disciplina.

Raíces y pertenencia

Alexandra Rinder nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1998, fruto del encuentro de un padre austríaco y una madre alemana que se conocieron en las Islas. A los tres años la familia se trasladó a Tenerife, donde reside desde entonces. 

Ese vínculo con el Archipiélago es inseparable de su carrera. Fue en las playas canarias donde descubrió el bodyboard y donde desarrolló un talento precoz que la llevaría a convertirse, en 2014, con solo 16 años, en la campeona del mundo más joven del bodyboard. Repitió éxito en 2015 y confirmó un inicio meteórico. Pero tras esos dos títulos llegaron años de sequía. Se mantuvo en el circuito, pero los resultados no acompañaban.

La propia deportista es consciente de lo singular de su trayectoria: “Es un buen comeback. Estoy súper orgullosa de nunca rendirme. Sí, he pasado por momentos muy difíciles en los últimos años, pero uno se levanta otra vez y vuelve más fuerte”, proclama desde la tranquilidad pero también desde el convencimiento. 

Salud mental

La rider canaria no oculta el bache que atravesó en los últimos años: “Mi vida personal y mi carrera deportiva no iban bien. Yo tampoco estaba cuidando lo suficiente mi salud mental, y uno se va metiendo en el hoyo, más profundo, más profundo, hasta que tocas fondo. Y si no trabajas, eso sigue creciendo”.

La rider canaria Alexandra Riner se coronó campeona del mundo por tercera ocasión este año. / AH

Llegó incluso a sentir miedo en las competiciones: “Entraba en una ronda y pensaba que lo iba a hacer mal. Así no se puede. Este año cambió algo, cambió el chip. Ahora quiero entrar y enseñar lo que hago”.

Su reflexión conecta con un debate cada vez más presente en el deporte profesional, el de la importancia del bienestar psicológico. “Puedes ser el mejor del mundo técnicamente, pero si tu cabeza no está donde tiene que estar, pierdes. Yo sabía que era de las mejores, pero mi cabeza no estaba”.

Giro necesario

Para salir de ese pozo decidió cambiar rutinas. Recuperó el contacto cercano con su familia y amigos, buscó apoyo en actividades fuera del deporte y volvió a valorar gestos cotidianos. “Empecé otra vez con cosas muy básicas que sé que me hacen feliz, como ir cada día a La Caleta y sentarme un rato a mirar el mar. O acudir a nadar con regularidad. Eso cambia el ritmo de tu vida”.

También se implicó en trabajos complementarios: “He ayudado a mi hermano en la escuela de surf Fins First, en Playa de Las Américas, o he trabajado en ventas. Me gusta para mi salud mental tener otra actividad en la cabeza. No me da tiempo a una jornada completa, pero unas horas a la semana me ayudan mucho”.

Ese equilibrio la llevó a competir con menos presión y más motivación, “disfrutando más del camino, no pensando solo en la meta”. Consciente de que mucha gente estaría feliz en su lugar, Rinder empezó a recordarse a sí misma una frase clave: “Agradece lo que estás viviendo”.

Éxito más especial

En septiembre de 2025, la playa de Jacaraípe, un spot históricamente adverso para su estilo, se convirtió en el escenario de su resurrección. “Soy canaria, de olas grandes y fuertes. Esa ola en Brasil no tiene mucha fuerza, y además mido 1,76 y peso más que muchas de mis rivales, lo que les favorece a ellas. Por eso estoy tan orgullosa de haber surfeado así aquí”, relata con brillo en sus ojos. 

El quinto lugar fue suficiente para alzarse con el título mundial. Un resultado que ellamisma aún digiere: “Si me dicen hace un año que iba a ser campeona del mundo, me hubiera reído. Estaba en un momento bastante malo. Pero en pocos meses cambió algo, y cuando llegué a Marruecos me fue muy bien. Luego en Chile también, y ya pensé: este año puede ser”.

Vivir del bodyboard

El título no borra las dificultades económicas del deporte. “Muy pocas personas viven de ello. Al lado del surf somos un adversario muy pequeño. Depende mucho del país: algunos apoyan más, otros menos. En Canarias las subvenciones son fuertes, pero aún falta mucho”.

Alexandra agradece el apoyo del Ayuntamiento de Adeje, que la acompaña desde hace años, a lo que suma ahora el reciente patrocinio de la marca Bex, pero es clara: “Me ayuda a pagar viajes y material, pero no da para vivir solo de esto”.

Esa contradicción resulta aún más evidente teniendo en cuenta el talento del Archipiélago: “Tenemos campeones del mundo junior, absolutos… Este año yo, y Armide puede ser campeón también. Hay mucho nivel, pero aún falta apoyo. Para el trabajo que estamos haciendo, la recompensa es corta. Espero que cambien las cosas y que podamos hacer el circuito entero sin preocuparnos por el dinero”.

Referentes y futuro

Su hermano Oliver ha sido un pilar en su trayectoria: “Siempre fue el que me enseñó a quitarme el miedo y a ser lo más radical posible. Gracias a él estoy aquí”. En el panorama internacional, admira al francés Pierre-Louis Costes de quien se deshace en elogios: “Muchas cosas en mi carrera han sido gracias a él y a su mujer. Me ayudaron a pagar vuelos para competir y me cuidaron mucho. Es un cielo de persona”.

De cara al futuro, Alexandra no piensa solo en competir. Está estudiando para obtener el título de patrón de barco y contempla abrir su propia academia de bodyboard. “Siempre voy a tener dos opciones. Una, abrir mi academia. Y la otra, dedicarme a trabajar en el mar como patrón. Es un trabajo que puedes hacer en cualquier parte del mundo”.

El recorrido de Alexandra Rinder es una lección de resistencia. Después de transitar un largo desierto y una crisis personal, ha sabido volver a lo más alto con 27 años. Lo hace con la bandera de Canarias muy presente, orgullosa de su identidad isleña pese a su ascendencia extranjera. “Me siento más canaria que el gofio”, subraya.

Su tercer título mundial no es solo un triunfo deportivo. Es el testimonio de que la resiliencia, el apoyo familiar y la determinación pueden devolver a la cima incluso después de una década. Una historia que inspira dentro y fuera del agua.