Juan Torres ha sido elegido como el director insular de la Ejecución del nuevo Estadio de Gran Canaria. El arquitecto tiene a sus espaldas la responsabilidad de coordinar el trabajo que desempeña cada una de las partes implicadas para culminar unos trabajos que deben estar listos en octubre de 2029. El objetivo es que la Isla acoja partidos del Mundial 2030.
El también decano del Colegio de Arquitectos de Gran Canaria ofrece una entrevista a Atlántico Hoy donde asegura que la intención es cumplir los plazos —indica que “no debería haber sorpresas”— y que tratarán de no incomodar a los aficionados de la UD Las Palmas ni al propio club durante el tiempo que dure el desarrollo de las obras.
Desde su nombramiento ha surgido cierto recelo entre algunos arquitectos porque consideran que el puesto debería ocuparlo alguien que tenga plaza en el Cabildo. Además, Torres participó en la redacción de los pliegos y fue parte del jurado del concurso de ideas. Asegura que no tiene nada que comentar al respecto y afirma que su puesto “no es un cargo político”.
[Pregunta] ¿Le ha dado tiempo a digerir la noticia y asumir la responsabilidad que supone dirigir la ejecución del nuevo Estadio de Gran Canaria?
[Respuesta] Yo soy de digestión rápida. Es un proyecto interesante e ilusionante, ha sido un honor que me llamen y poder ayudar a la consecución de ese objetivo tan importante tanto para la sociedad de Gran Canaria como para la isla en su conjunto. Es una obra emblemática, será señera no solo a nivel local, sino incluso nacional.
Zonas de restauración, accesos mejorados o una mejor integración con el espacio urbano son algunas de las novedades que tendrá el Estadio tras la obra. ¿Cómo se combina todo esto con evitar la saturación en el entorno de Siete Palmas?
Todas estas piezas arquitectónicas que son singulares y de una escala grande con respecto al entorno en el que se implanta, siempre producen afectaciones en todo. Como en la trama urbana o la organización del tráfico. Son problemas que están estudiados, se solventarán y producen un proceso transformativo interesante.
A los estadios ya no solo se va a ver fútbol.
Hoy los estadios son algo más, yo siempre los defino como los coliseos del siglo XXI. Requieren, en su plan funcional y organizacional, de un montón de requerimientos que antiguamente no se pedía porque el partido normalmente es una vez cada 15 días. Pero lo ideal es que el resto del tiempo esa pieza esté en funcionamiento y sea un polo de atracción.
¿De qué forma?
A muchos niveles y a distintas edades se convierten en un centro de concurrencia urbana. Por lo que, evidentemente, transforman y recomponen la realidad donde se implanta. Pero siempre produce un impacto positivo en la zona. La recualifica y le da más valor incluso a la ciudad en su conjunto.

La reforma del Estadio de Gran Canaria costará 100 millones de euros. ¿Cuál es la hoja de ruta para evitar que no se pierda ni un solo euro en la ejecución ni se produzcan sobrecostes?
Sobre las obras siempre existe el mito de que hay sobrecostes y se puede desprogramar lo que estaba previsto. A veces surgen por imponderables. Es decir, cuando haces un proyecto o planteas una intervención en una zona, sobre todo en lugares donde ya existe un edificio, hay que llegar a un acuerdo con su estructura y características.
¿Que la disciplina de adaptarse al presupuesto está presente? Por supuesto. Luego hay requisitos que son difícilmente previsibles en el tiempo. No olvidemos que estamos hablando de una obra que se va a desarrollar en varios años. Sabemos a qué velocidad va hoy en día la tecnología y estos son edificios inteligentes donde el papel de todos los requerimientos necesarios varía mucho en el propio proceso.
¿Por ejemplo?
Hoy en día se está elaborando una normativa de seguridad contra incendios en los párquines por la problemática que surge a veces con los incendios de los coches eléctricos. Será una normativa exigente que obligará a que los edificios incluso ya construidos se readapten.
Justo los imprevistos de los que hablaba usted antes.
Lo pongo como ejemplo de que a veces puede haber imponderables. Eso no quiere decir que todas las obras no cumplan con los presupuestos. El objetivo es cumplirlo. Hay un buen proyecto, está bien definido y bien estudiado, no tiene que haber sorpresas.
¿Cuando dice que no debe haber sorpresas es que acabará como máximo en octubre de 2029, que es el plazo establecido?
Hombre, el timing hay que cumplirlo, eso está claro y lo verán en el proceso. Se irán terminando partes y se comunicará. Incluso habrá una fiscalización externa por parte de la FIFA sobre si se van cumpliendo los hitos y si se avanza adecuadamente.
Por dejarlo claro: ¿podemos entonces estar seguros de que el proyecto acabará en tiempo y forma?
Esa es la intención. Siempre, como dije antes, pueden surgir imponderables, pero evidentemente se están haciendo previsiones temporales que van incluso un poquito por delante de los plazos para que si surgiese cualquier circunstancia no fuera determinante.

Su función principal es reforzar el seguimiento técnico y administrativo de la obra sirviendo como enlace entre las diferentes partes implicadas (dirección técnica, el Cabildo y la empresa que ejecuta). En definitiva, asegurarse de que nadie dé puntada sin hilo. ¿Cuál será la clave para desempeñar su trabajo?
Esto es un trabajo por y para la sociedad. Todos los agentes y personas que intervenimos en este proceso compartimos el objetivo común de lograr el éxito con los plazos y este evento tan importante para la Isla y todo el Archipiélago. Nos coloca en el mapa internacional. Hay un trabajo hecho por el Instituto Insular de Deportes (IID) y del Cabildo en general.
Percibo que hay una especie de ilusión en el ambiente y se nota que hay implicación entre todas las partes: el equipo, los agentes sociales, los empresarios… Todo a pesar de que el reto no es fácil.
Nos ha llegado que hay malestar entre algunos arquitectos con su nombramiento para este puesto porque consideran que debería ocuparlo un técnico del Cabildo de Gran Canaria. ¿Tiene algo que decir al respecto?
Respecto a eso no tengo nada que decir.
Se comenta también que es un cargo político al haber llegado como interino de libre designación.
No es un cargo político. Si miras la nueva configuración del ROGA [Reglamento Orgánico del Gobierno y de la Administración del Cabildo Insular de Gran Canaria], son figuras que se prevén, son de nueva creación, en un momento dado se toma una decisión y yo no te puedo decir mucho más.
¿Que haya malestar? No lo he percibido. Pero bueno, como en cualquier actividad o trabajo siempre hay opiniones discrepantes. Eso es bueno, hace avanzar a la sociedad. Y en un momento dado, dejar eso apartado y seguir trabajando.
Uno de los retos que tienen por delante es no decepcionar a los aficionados de la UD Las Palmas. Cuando acabe el Mundial, serán quienes peregrinen al campo los fines de semana. ¿Los trabajos estarán a la altura para evitar que se lleven un chasco? Y por otro lado, ¿cómo piensan molestarlos lo menos posible durante las obras? Quizás en algún momento haya que moverse a otros estadios de la Isla.
Evidentemente, siempre existe multitud de puntos de vista sobre cualquier cuestión. Sé que se está trabajando y se barajan opciones. Por ejemplo, durante las obras del Bernabéu había partidos y se reordenaban. Te obliga [a enfrentar] un tema de logística complicado. Pero también son trabajos que no se abordan al 100%, empiezas por zonas o sectores. No es una cosa imposible.
Parece que se baraja el Estadio de Maspalomas para acoger los partidos de la UD Las Palmas. Pero esas instalaciones están descuidadas y habría que acometer actuaciones allí. ¿Entra dentro del plan actuar abajo en el sur por si hay que recurrir a ese campo?
Hace poco sacaron una licitación pública para acometer una reforma. Desconozco el contenido. Este tipo de situaciones, igual que la obra que se está acometiendo en el pabellón de la Avenida Marítima [el Centro Insular de Deportes], generan en el ambiente una necesidad de reformar instalaciones. Eso incentiva mucho la práctica de deporte y, en definitiva, la salud.

¿Cuál es el objetivo?
No puedo decir exactamente cómo está planificado, pero el objetivo fundamental es que la obra tampoco sea una incomodidad ni para el equipo ni para los aficionados. Hay momentos que son muy importantes como, por ejemplo, la ejecución de la cubierta y a lo mejor puede haber alguna interferencia.
Pero cuando ha pasado en otros estadios de España, como el Camp Nou, la gente lo entiende si se lo explicas. Lo importante es tener una gran obra bien hecha y, por lo que sé, la idea es que la mayor parte de los partidos se puedan combinar con la ejecución de las obras.
¿Los estándares impuestos por FIFA, UEFA y LaLiga son todos acometibles o hay alguno que les haya dado dolor de cabeza?
Son acometibles. De hecho, en las propuestas se veía que los equipos los habían estudiado. Pero como te comentaba antes, en una obra de tres o cuatro años pueden surgir algún que otro nuevo requisito. También la FIFA es flexible a veces. Hay requisitos que son top, pero a veces si no llegas a ese top también admiten la celebración de determinados tipos de partidos si cuentas con las características esenciales.
En conclusión, que confían en la flexibilidad de la FIFA si en algún momento hubiera que adaptar algo, negociar o hablar.
Yo lo que quiero que quede claro es que la convocatoria está muy bien hecha. Desde aquí, una vez más, agradezco al Instituto Insular de Deportes y al Cabildo la sensibilidad que han tenido porque pidieron asesorarse por el Colegio de Arquitectos para la elaboración del pliego. Ha sido modélico, ha sido un concurso internacional, no ha habido ningún tipo de queja y el resultado fue un gran equipo. Se cumple con las características que se piden para estar.
¿Para usted qué ha supuesto recibir este encargo?
A mí siempre me han gustado los retos grandes, he llevado obras como el Hospital Insular, supervisiones hospitalarias o la playa de Amadores. Me gustan los proyectos así porque son interesantes, conforman el espacio y dejan una huella distinta. Respetando que toda la arquitectura, a cualquier escala es importante: desde la vivienda más humilde hasta la obra más grande.