Culpables a la carta

El Elche-Tenerife ofrece argumentos para la crítica despiadada y para elegir responsables de un desastre en el que todos han participado

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Suso Elche-CD Tenerife
Suso Elche-CD Tenerife
El Elche-Tenerife es una tentación para realizar una crítica despiadada al equipo –o a la entidad– blanquiazul, de esas más cercanas a la crueldad que al razonamiento. Y no hay necesidad de escarbar mucho para encontrar argumentos suficientes que permitan designar uno o varios culpables a la carta a los que responsabilizar tanto de un partido pésimo si queremos limitar las invectivas a lo más reciente, como también de una temporada llena de despropósitos si hacemos un análisis más profundo.

Si atendemos a los últimos noventa minutos, hay poco que rescatar. Como mucho, el amago de reacción que tuvo el Tenerife a la vuelta del intermedio, más ligado a la necesidad que a la ambición. En todo caso, poco bagaje tras ofrecer el habitual y muy amplio catálogo de los errores más conocidos –por repetidos– de los blanquiazules en los desplazamientos: salida en frío, escasa ambición, fragilidad defensiva... ¿Resultado? Gol en contra en la media hora inicial y obligación de nadar contraccoriente.

Por ahí, la responsabilidad de los jugadores es evidente, incapaces de activarse en un momento de máxima exigencia e inferiores al Elche en un capítulo, el de la intensidad, en el que un conjunto con los deberes hechos no debe ganarle a uno que se juega la vida. Y lo hizo porque el Tenerife salió frío, de acuerdo, pero también desordenado, con las ideas en apariencia poco claras, con algunos jugadores lejos de su mejor forma y sin respuesta individual o colectiva a un rival que dio sensación de haber trabajado mejor el choque.

Y aquí, a la hora de buscar culpable de estos despropósitos, es evidente que Luis César Sampedro no es inocente. ¿Y esos 'días de gracia' que se le dan a todo recién llegado, sea cual sea su cargo? No se le pueden dar... porque no tiene ese tiempo. Ese análisis de “hay que darle tres o cuatro partidos para que se pueda ver su trabajo” vale en casi todas las circunstancia, pero no se puede aplicar a un técnico que fichó por cuatro partidos con la única exigencia de dejar en Segunda División a un equipo que no estaba en zona de descenso.

Y esta situación tan anómala, que no se limita a un partido y abarca toda la temporada, enlaza con las responsabilidades en este despropósito de Víctor Moreno. El director deportivo, nada acertado en el mercado de invierno, optó el domingo pasado por prescindir de Oltra y colocar en el banquillo a su amigo Sampedro para reactivar a un equipo que no ganaba mucho, pero que llevaba meses fuera de la zona de descenso y no ofrecía señales alarmantes. O lo que es lo mismo, una decisión arriesgada que marcará su futuro en la entidad.

Y sí, han acertado ustedes, tampoco es inocente Miguel Concepción, máximo responsable de la entidad y de todo lo que allí ocurre. Y este curso, el dirigente no sólo se ha equivocado por acción, sino también por omisión: por tomar decisiones erróneas... y por mantener en situaciones críticas un silencio que no era prudente sino desaconsejable. Renovar a Etxeberria sin estar convencido de que era el técnico idóneo fue el primer disparate de un curso 18-19 que ha sido una permanente huida hacia adelante para tapar errores previos.

En definitiva, los aficionados tienen argumentos para culpar de la derrota en Elche y de este global despropósito a los jugadores, a Sampedro, a Moreno o a Concepción. Y en la lista podrían incluir a Oltra, Serrano o Etxeberria. Y fuera cual fuera su elección, acertarían. Porque todos han colocado al Tenerife en una situación que también exigiría unas dosis de autocrítica entre los responsables políticos por su intervencionismo, los medios de comunicación por su egoísmo o los aficionados por su pasotismo.

Así que de cara al Tenerife-Oviedo ya tenemos la leña, la gasolina y la caja de cerillas. Y entre todos podemos encender la hogera y quemarnos juntos. También existe la opción de entender que al Tenerife –o a cualquier equipo de fútbol– hay que quererlo de forma irracional. Y de sumar aunque el cuerpo pida lo contrario. Porque con el Heliodoro detrás y empujando, es posible que el Tenerife descienda a Segunda B. Con un Heliodoro hostil, es seguro que desciende a Segunda B. Elijan ustedes lo que hacer.

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