La historia del deporte, en especial en el mundo del fútbol, está cimentada en gran medida por aquellos movimientos más allá de los terrenos de juego que definieron lo que luego sucedió con la pelota en movimiento.
El mejor Club Deportivo Tenerife de la historia, no fue una excepción, en este caso por lo que pudo haber sido y no fue. Entonces, en la segunda mitad de la década de los 90, tres futbolistas brasileños que ya despuntaban en su país natal fueron ofrecidos al equipo por el legendario representante Hans Henningsen.
Su fichaje, todos o solo alguno, podría haber cambiado el rumbo de un equipo que comenzó su descenso a los infiernos en 1999, cuando ya se sabía que estos tres jugadores iban a ser tres de los mejores canarinhas de todos los tiempos.
'Live-changer'
Si habláramos de baloncesto, nada más live-changer -locución inglesa para esos momentos que cambian la historia propia o colectiva- que la elección de los Portland Trail Blazers en el draft de 1984. Se decidieron por el pívot Sam Bowie, cuarenta años más tarde un nombre desconocido, en vez de un tal Michael Jordan, probablemente el deportista más famoso y determinante de todos los tiempos.
En Fórmula 1, nada más épico para el espectador que las fricciones internas entre Ayrton Senna y Alain Prost en McLaren y en fútbol americano nadie, literalmente, vio venir a principios de siglo que un jugador de clase media elegido en la 199ª posición del draft (sexta ronda) llamado Tom Brady se iba a convertir en el más laureado de todos los tiempos.
Pero si una disciplina representa por excelencia los tejemanejes que se producen en los despachos es el fútbol, el deporte con más seguidores a nivel mundial y por tanto con mayor cantera para surtirse de los mejores jugadores para los equipos.
El caso del CD Tenerife
Antes de que Figo se fuera del Barcelona al Real Madrid, el máximo exponente de fichajes polémicos en el fútbol patrio junto a la disputa de ambos clubes por Di Stéfano, el Tenerife ya se había como uno de los clubes más atractivos de la primera división, llegando a disputarle unos octavos de final de la Copa de la UEFA a la Juventus de Turín de Roberto Baggio.
Durante la primera parte de los noventa la Junta Directiva presidida por Javier Pérez realizó una buena gestión de los recursos del club y con mucho ojo fichó a jugadores que se convirtieron en estrellas tras vestir la camiseta del representativo tinerfeño.
Nombres como Fernando Redondo, Juan Antonio Pizzi, Rommel Fernández, Quique Estebaranz o Chemo del Solar fueron algunos de los mayores aciertos de aquellos años.
Una tendencia que fue a la baja con el paso de los años y salvo contadas excepciones como el fichaje de Roy Makaay, pocos fueron los éxitos y mucho el dinero malgastado en jugadores que no dieron la talla.
El caso más flagrante y recordado: el portugués Domingos, por el que se pagó, tras meter dos goles en su temporada anterior, 7’81 millones de euros (1.300 millones de pesetas). Aun hoy es el fichaje más caro de la historia del Tenerife, hipotecando el club hasta el punto de haber estado cerca de desaparecer.
Los brasileños
Pero la historia podía haber sido distinta. Muchos eran los jugadores que se ofrecía en aquella época a los equipos españoles de diferentes partes del mundo, pero la cantera por antonomasia era Brasil, con su vitola de ser el país productor de los mayores talentos y porque ofrecía mayores posibilidades de negocio (y más margen de beneficio), cuando el mundo del scouting era completamente distinto.
Aquí entra en escena Hans Henningen, el tinerfeño que fue clave en uno de los hitos clave en la historia del marketing deportivo con Pelé y Puma como protagonistas en el mundial de 1970.
Su amistad con el astro brasileño y sus buenas relaciones en el país carioca le llevaron a tener acceso a muchas de las grandes estrellas emergentes y la posibilidad de ofrecerlas al club tinerfeño.
En el caso de los futbolistas que nos ocupan, tras los primeras conversaciones informales, las pretensiones económicas en la mayoría de los casos, el empuje de otros clubes y la querencia de unos futbolistas sobre otros llevó a que las negociaciones no llegaran siquiera a entablarse.
Lo que pudo haber sido
Fue todo esto lo que hizo que no recalaran en el Tenerife tres de los mejores futbolistas de la historia: Ronaldo, Roberto Carlos y Rivaldo.
El caso de Ronaldo Nazário es el más conocido de todos. Siempre ha sido vox populi que en la 93-94, cuando militaba en el Cruzeiro, fue ofrecido a Javier Pérez. Muchas teorías han circulado sobre lo que sucedió pero lo cierto es que finalizó el Mundial de Estados Unidos y el delantero se fue al PSV Eindhoven.
Comenzó así una carrera fulgurante que le llevó a ganar mundiales y a anotar algunos de los mejores y más recordados goles de la historia, dejando una huella imborrable en los aficionados al fútbol.
En el caso de Rivaldo, fue cuando militaba en el Palmeiras (no se sabe si en el 94 o el 95) el momento en el que Henningsen planteó su transfer al Tenerife. Pero el presidente del Deportivo de La Coruña Augusto César Lendoiro le ganó la partida a Javier Pérez y se hizo con los servicios del jugador por 6 millones de euros (1.000 millones de pesetas).
Desde entonces Rivaldo despuntó como uno de los mejores de su generación, con goles tan recordados, ya vistiendo la camiseta del Barcelona, como aquella chilena desde fuera del área en la última jornada de liga contra el Valencia.
La plantilla de aquel Palmeiras era impresionante y en el lateral izquierdo destacaba Roberto Carlos. Con menos cartel que los anteriores por su papel de defensa, finalmente no se llegó a negociar formalmente y terminó estrenándose en Europa en el Inter de Milán, que pagó 3,5 millones de euros (580 millones de pesetas). En vez de Roberto Carlos el Tenerife tuvo a André Luiz, de infausto recuerdo.
El ex defensa del Real Madrid, con sus impresionantes goles de tiro libre, se convirtió por mérito propio en uno de los mejores laterales de la historia.
Hans Henningsen
Detrás de estos contactos, como tantos otros a menudo informales, estaba Hans Henningsen, sobre quien Netflix está rodando un documental contando sus grandes hazañas.
De ascendencia danesa Henningsen es ampliamente recordado por su papel en uno de los grandes hitos del marketing deportivo: Pelé y sus Puma King en el Mundial de Mexico ’70, cuando el astro brasileño se arrodilló para atarse las botas dejando ver el logo de la marca en todo su esplendor maximizando así la visibilidad de la marca en el que era el primer mundial en color.
En un momento en que existía un acuerdo informal entre Adidas y Puma para no competir por la imagen del jugador, conocido como el "Pacto Pelé", Henningsen ayudó a Puma a romper ese pacto.
A través de Henningsen, Puma ofreció a Pelé un contrato significativo, que incluía 25.000 dólares iniciales y 100.000 adicionales durante los siguientes cuatro años y un porcentaje de las ventas de las zapatillas Puma King, un modelo que se volvió icónico.
Henningsen se hizo íntimo de Pelé e incluso fueron padrinos de sus respectivos hijos, tal y como se contará en el documental que hace pocas semanas se estuvo rodando en Tenerife, donde vive la familia del representante ya fallecido, muy reconocida en la isla por su relación con el mundo del baloncesto, habiendo aportado algunos de los mejores exponentes de la cantera isleña como su sobrina Myriam.
Quien sabe si, fichando a aquellas estrellas emergentes de la cantera brasileña, la historia del CD Tenerife hubiera sido distinta.