La decisión de la administración Trump de paralizar los proyectos de eólica marina en Estados Unidos ha generado un terremoto en el sector de las energías renovables a nivel mundial. Si bien la medida parece responder a una estrategia política y económica interna para favorecer a las empresas norteamericanas, en Europa —y en Canarias en particular— se mira con atención un movimiento que puede alterar el ritmo de la transición energética.
Desde hace más de una década, Canarias se ha posicionado como laboratorio natural para el desarrollo de la eólica marina, con proyectos de investigación pioneros impulsados desde la Plataforma Oceánica de Canarias (PLOCAN). La región se presenta como un espacio clave para probar tecnologías energéticas que luego pueden escalarse en otros puntos del Atlántico y del Mediterráneo.
Bloqueo estadounidense
Las medidas más recientes de la Administración Trump suponen un bloqueo sin precedentes a la industria eólica marina en Estados Unidos. Según reveló esta semana The New York Times, la Casa Blanca ha instruido a media docena de agencias —incluyendo Salud, Defensa, Transporte y la Agencia de Protección Ambiental— para elaborar planes que frenen el despliegue de estos proyectos. Con argumentos que van desde supuestos riesgos para la salud por campos electromagnéticos hasta preocupaciones de seguridad nacional, la estrategia ha paralizado iniciativas ya aprobadas, financiadas y en construcción.
La ofensiva se ha materializado en la cancelación de fondos públicos y la revisión de permisos otorgados durante la administración Biden, afectando a proyectos emblemáticos como Revolution Wind en Rhode Island o Empire Wind en Nueva York. Aunque oficialmente se justifica como una revisión de seguridad y equilibrio energético frente al gas o al carbón, expertos y opositores señalan que es un movimiento para proteger a las compañías estadounidenses frente a la competencia europea.
Impacto indirecto
“El movimiento de Trump no tiene efectos directos sobre Canarias”, explica Joaquín Brito, director de la PLOCAN. “Realmente es un intento de proteger a las empresas estadounidenses y acotar el mercado para que compañías europeas no puedan desarrollar proyectos allí. En materia de eólica marina, las firmas norteamericanas no son punteras, y con esta medida buscan ganar tiempo para ponerse a la par de las europeas”.
El riesgo está en los efectos colaterales. “Indirectamente sí puede afectar, porque empresas europeas que también tienen proyectos en Canarias verán limitada su capacidad de avanzar. Pero el principal problema que tenemos en Europa es la burocracia, que nos hace avanzar no a la velocidad adecuada”, advierte Brito.
Carrera global
El director de la PLOCAN señala además que, mientras Europa y Estados Unidos entran en pugna, China ha tomado la delantera en la transición energética. “Han apostado por un cambio acelerado y en los últimos años han adelantado tanto a Europa como a Estados Unidos. Han bajado costes porque cuentan con mecanismos de producción más eficientes, lo que les permite ser más rápidos y más productivos”.
Este fenómeno es, para Brito, un espejo en el que Europa debería mirarse: “Si seguimos atrapados en procesos burocráticos eternos, terminamos quedándonos atrás. La capacidad de producción y la velocidad de reacción son factores determinantes en un mercado energético globalizado”.
Desafío europeo
El problema de Europa no es solo la lentitud en la transición, sino su falta de apuesta por la tecnología. “Las empresas tecnológicas no encuentran oportunidades de negocio porque no se ha apostado de verdad. La burocracia incluso nos ha impedido desarrollar una inteligencia artificial propia. Dejamos que sean Estados Unidos y China quienes lideren y nosotros nos conformamos con regular lo que otros desarrollan”.
Esa desventaja tecnológica se traduce en pérdida de competitividad y de seguridad: “El que desarrolla esa capacidad tecnológica va a tener más capacidad competitiva y estratégica. En Europa tenemos que ponernos las pilas, porque el futuro no está escrito, está vivo”.
Canarias clave
Para Canarias, la coyuntura global puede convertirse en una oportunidad y un riesgo al mismo tiempo. Las islas cuentan con el potencial de ser una plataforma internacional de ensayo y despliegue de energías renovables, en especial la eólica marina, pero necesitan acelerar su burocracia y ofrecer seguridad jurídica a los inversores.
En un contexto en el que Estados Unidos bloquea y China acelera, Europa se juega su papel en la transición energética, y Canarias, como región adelantada en este campo, puede convertirse en la pieza que conecte innovación, sostenibilidad y competitividad industrial.
