El caso de la hepatitis en fresas reaviva en Canarias el debate de controlar la entrada de productos

Javier López Cepero, de Coplaca, explica a Atlántico Hoy qué es lo que ha ocurrido en el caso de las fresas y la importancia de consumir producto local | Además es uno de los ejemplos por los que el sector rechaza la línea con Tarfaya

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Fresas. / IMAGEN DE ARCHIVO
Fresas. / IMAGEN DE ARCHIVO

La detección de hepatitis en las fresas reaviva el debate sobre el control de los productos importados así como la importancia del consumo de producto local. Las alarmas saltaban esta semana en España cuando la Alerta Rápida para Alimentos y Piensos de la Unión Europea (Rapid Alert System for Food and Feed, RASFF) señalaba la presencia de fresas con hepatitis que procedían de Marruecos, las cuales no se llegaron a poner en el mercado según la Unión Europea.

En la RASFF, la red de alerta rápida, se pueden ver todas las alertas que ha habido en Europa en un periodo determinado por producto, país de origen y de destino, el tipo de alerta, etc. En el caso de las fresas, se notificó el 19 de febrero con 1.500 kilos en el Puerto de Algeciras, en Cádiz. Por ello, asociaciones de varios puntos de España han pedido al Gobierno estatal y a la Unión Europea medidas urgentes de control e inspección de los alimentos procedentes de países terceros. En Canarias también ha servido para retomar el diálogo de la línea Tarfaya-Fuerteventura o la importancia del consumo del producto local. 

¿Qué ha pasado con las fresas? 

Javier López, coordinador técnico de Coplaca, detalla que cualquier alimento que consumimos puede tener un riesgo, que es el contenido en fitosanitarios, pero también hay determinados productos como son las fresas o las lechugas que se consumen directamente —no tienen ni piel ni cáscara—. "Si este tipo de frutas o verduras han sido regadas con agua posiblemente contaminada, al comer directamente las partes que han podido estar mojadas por el riego puedes tener este tipo de problemas. Se trata de contaminación microbiológica", explica para Atlántico Hoy. 

López señala que el agua normal de riego es pura y no posee estos problemas microbiológicos, pero detalla que hay determinadas aguas, como las mal depuradas o las que han tenido cerca ganado, que llevan esa carga contaminante y determinadas enfermedades que se pueden transmitir. En este sentido pone de ejemplo los coliformes, que son bacterias que se contienen en las heces y pueden causar problemas estomacales, al igual que hay otras enfermedades como es el caso de la hepatitis que se transmite a través de las aguas fecales. 

"En la Unión Europea se realiza un análisis aleatorio con la fruta que entra. Al igual que pueden analizar pimientos que llegan de Turquía y encontrar materias activas no autorizadas, en el caso de las fresas apareció la hepatitis, lo que quiere decir que posiblemente habían sido regadas con un agua que no estaba bien depurada. En la RASFF se pueden ver todas las alertas", apunta. 

De la mano con la línea de Tarfaya 

La situación ha generado nuevamente el debate sobre el control de la entrada de productos de terceros países, y en el caso de Canarias cómo podría afectar la línea de Tarfaya con Fuerteventura. "Al final es un tema de control, y el problema de Tarfaya es que no son contenedores de mercancía donde se inspeccionan algunos, sino que van a entrar coches, camiones, etc. Evidentemente va a haber control, pero no es lo mismo una carga de contenedores que de furgonetas y coches", asevera López. 

Todo ello ha puesto sobre la mesa la importancia del consumo local. Javier López señala que el producto kilómetro 0 de las Islas siempre tendrá más control y su sello de garantía.