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Turismo de sol y playa en Canarias / EFE

¿El turismo cultural es la alternativa a la masificación en Canarias? La respuesta está en París

Expertos en turismo analizan si la cultura es una de las opciones de diversificación en las Islas, desde la sostenibilidad a la gestión pública de los espacios

Diversificar el turismo es uno de los retos que más se repite en Canarias, caracterizada por su modelo de sol y playa. En esa diversificación, entra, junto a otros muchos tipos, el turismo cultural, motivado por las visitas al patrimonio histórico, museos, gastronomía y un largo etcétera. La pregunta es: ¿el Archipiélago fomenta este tipo de turismo? ¿Se puede plantear como una solución al turismo de masas?

Alberto Jonay Rodríguez, director del Máster en Dirección y Planificación del Turismo de la ULL, y Matías González, director de la Cátedra de Cultura, Desarrollo y Territorio de la ULPGC, señalan que el turismo cultural ya está presente en la oferta de las Islas en cierta medida. Sin embargo, si se quisiera promocionar más, habría que estudiar su sostenibilidad porque se trata de un arma de doble filo. 

Motivo del viaje

Según el documento ‘Los sectores culturales y creativos en España’, elaborado por COTEC, Canarias o Baleares, a pesar de ser las regiones más turísticas, no destacan en turismo cultural. Por ejemplo, en Canarias, solo 1% de las pernoctaciones están explicadas por el turismo cultural, a diferencia de otras comunidades, como Galicia — la que más resalta —, que alcanza un 65%. 

Tanto Rodríguez como González explican que esto se debe a la declaración de la motivación del viaje de los turistas encuestados. Para muchos, la cultura no suele ser la principal razón para visitar las Islas, aunque sí se registra “un grupo de turistas marcados por la oferta cultural en todas las islas — en unas más que otras —”, por lo que Canarias “sí tiene un turismo cultural”, expone Rodríguez. 

No obstante, el director del Máster de la ULL indica que ya no es tan fácil medir las principales motivaciones de los turistas, ya que las categorías conocidas no reflejan la realidad actual: “Aunque el principal motivo sea sol y playa, también hacen muchas otras cosas durante su estancia, entre ellas consumir cultura, porque el turismo es mucho más diverso”. 

Promoción turística

Es cierto que “la imagen que proyecta Canarias ha sido más relacionada con la naturaleza, la playa y el clima”, por lo que “la cultura se ha promocionado menos”, apunta Rodríguez. Las Islas, como destino consolidado, tienen “la necesidad constante de ir renovando la oferta y la cultura ha participado en ese proceso”, sobre todo de cara “a la singularización del destino para diferenciarse de la competencia”, ya que “la cultura es única”. 

Ambos expertos aseguran que el Archipiélago tiene el potencial para promocionar la cultura como producto. “Todas las islas tienen diferentes tipos de eventos culturales, actividades o recursos que se pueden explotar”.  Es el caso de Gran Canaria, que tiene un especial significativo en el ámbito de la arqueología, ejemplifica Rodríguez, a lo que González añade el papel de los Carnavales como actividad cultural viva. Sin embargo, Rodríguez plantea una cuestión: “¿por qué es adecuado orientarnos más hacia ese tipo de productos?”. 

Vehículos mal aparcados en el Parque Nacional del Teide en Tenerife. / FUNDACIÓN TELESFORO BRAVO JUAN COELLO
 

Insostenibilidad

Para Rodríguez la respuesta está en que “muchas veces nos dejamos llevar por los estereotipos de que el turismo de sol y playa es negativo, mientras que el cultural es positivo, y esto no corresponde con la realidad”.  El tema se encuentra en que “el de sol y playa ha sido muy demonizado por el modelo que se ha desarrollado en las Islas, que presenta muchísimos problemas”. 

Pero, resalta, “no hay unos buenos y otros malos”, dado que “todos los tipos de turismo pueden ser insostenibles”. Para ilustrar esta idea pone de ejemplo los efectos del turismo natural en zonas como el propio Teide o las Cataratas de Iguazú; las consecuencias del turismo de ciudad en capitales como Barcelona, y los problemas del turismo cultural en casos mediáticos como Venecia y París, sobre todo de cara al uso turístico del museo del Louvre. 

Asignatura pendiente

González, por su parte, explica que “todo depende de cómo sean las visitas y la presión que provoquen sobre los recursos culturales, como ya ha ocurrido sobre los espacios naturales, que están experimentando una presión enorme”. El incremento del turismo cultural “podría derivar de igual manera en efectos devastadores sobre el patrimonio”. 

“Tenemos la asignatura pendiente de aprender a gestionar mejor el patrimonio natural — hay un fracaso de la gestión pública general — y eso debería servir para entender cómo debemos empezar a abrirnos a la gestión turística del patrimonio cultural”, expone el catedrático. 

Reto doble

Para González, la sostenibilidad presenta un reto doble: “generar valor en la experiencia al mismo tiempo que se conserva y mejora el estado del recurso”, es decir, “cómo puedo generar experiencias muy valiosas sin necesidad de ceder a ciertas demandas del público que pueden tener prácticas que no sostienen”. 

Lo ideal para el experto sería que “primero la política pública ponga en orden todos los recursos dispersos que hay en torno a este potencial y luego se oriente a potenciar centros interpretativos con la intención de “medir la intensidad y calidad de los flujos turísticos”, a la vez que se “advierte y transmite la fragilidad y necesidad de cuidado del patrimonio”. 

Ahí está el punto para ambos expertos: sí a la diversificación del destino, pero teniendo en cuenta las características de cada tipo de turismo y replanteando el camino más sostenible, pues, sea como sea, puede caerse igualmente en la masificación y sus efectos adversos.