La recuperación económica no termina de llegar a los hogares. Aunque la mayoría de los canarios percibe una mejora respecto a los años más duros de la pandemia, el sentimiento dominante en 2025 es el de estancamiento, tanto a nivel general como en la economía doméstica. Así lo refleja el octavo Sociobarómetro de Canarias.
Según el estudio, el 46% de la población valora la situación económica de su isla como buena o muy buena, una cifra que confirma la consolidación de la recuperación iniciada tras la crisis sanitaria. Sin embargo, este optimismo es moderado: más de un tercio de los encuestados (37,4%) considera que la situación es simplemente regular, mientras que un 15% mantiene una visión claramente negativa.
La percepción empeora ligeramente cuando se amplía la mirada al conjunto del Archipiélago. Solo el 42% califica la economía canaria como buena, frente a un casi 19% que la define como mala o muy mala. Aun así, Canarias sale mejor parada que el conjunto del Estado: la economía española recibe valoraciones negativas similares a las positivas entre la población canaria, reforzando la sensación de que el Archipiélago “resiste mejor”, aunque sin despegar.
Un futuro que no ilusiona
El dato más revelador del estudio no está tanto en la fotografía actual como en las expectativas de futuro. Preguntados por cómo estará la economía canaria dentro de un año, casi la mitad de los ciudadanos (47,6%) cree que seguirá igual. Solo un 23,7% confía en una mejora, mientras que un 18% teme un empeoramiento.
Esta falta de expectativas marca un punto de inflexión respecto a años anteriores, cuando el optimismo era mayor. La sensación predominante en 2025 no es de crisis, pero tampoco de progreso. Canarias parece haber entrado en una fase de estabilidad sin impulso, en la que el crecimiento no se traduce en mejoras perceptibles para la mayoría.

Hogares menos pesimistas, pero vulnerables
En el ámbito doméstico, la percepción es algo más positiva. El 52% de los canarios valora la situación económica de su hogar como buena o muy buena, y solo un 12% la califica como mala o muy mala. Sin embargo, esta aparente solidez se diluye cuando se analiza la capacidad real para afrontar el día a día.
El Sociobarómetro revela que uno de cada tres hogares llega a fin de mes con dificultad, mientras que otro tercio lo hace “más o menos”. Solo el 33,5% asegura llegar con facilidad, un reparto que evidencia la fragilidad económica de una parte importante de la población, especialmente en un contexto marcado por la inflación y el encarecimiento de la vivienda.
Estabilidad que no tranquiliza
También aquí las expectativas son moderadas. El 49% de los hogares cree que su situación económica será igual dentro de un año, frente a un 33% que espera mejorar y un reducido 8% que teme empeorar. El contraste con la percepción de la economía general sugiere que las familias confían más en su propia capacidad de resistencia que en cambios estructurales del contexto económico.
Preocupaciones que persisten
No es casual que entre los problemas que la ciudadanía considera más urgentes figuren cuestiones estrechamente ligadas a la economía: la vivienda, la inflación, el empleo, los salarios y el coste de la vida. Aunque la palabra “crisis” ha desaparecido del discurso mayoritario, el malestar económico sigue presente, especialmente entre quienes no perciben mejoras reales en su calidad de vida.
Recuperación incompleta
Cinco años después de la pandemia, el diagnóstico social es claro: Canarias ha mejorado, pero no avanza. La economía ya no genera alarma, pero tampoco confianza. La estabilidad actual, lejos de tranquilizar, alimenta una sensación de bloqueo que se refleja en las expectativas planas de la ciudadanía.
El reto para los próximos años, según deja entrever el Sociobarómetro, no será solo crecer, sino convertir ese crecimiento en bienestar tangible, capaz de romper la percepción de estancamiento que hoy domina el ánimo social del Archipiélago.