El debate de la movilidad es una constante en Canarias. No solo por ser uno de los territorios con mayor número de vehículos por habitante del mundo o porque la insularidad genere retos logísticos, sino porque el Archipiélago también debe afrontar unos objetivos climáticos para los que no está preparada ni en términos de infraestructuras, ni en términos de ejecución de ayudas.
Este miércoles, el Club Español de la Energía celebró unas jornadas llamadas Movilidad Sostenible y descarbonización: retos y perspectivas en Canarias, donde se abordaron los principales inconvenientes que afronta el Archipiélago y sus empresas para afrontar una descarbonización que, si bien hubo consenso de su necesidad, hubo cierto escepticismo sobre la capacidad para lograr los objetivos que Europa se ha marcado, frente a otras potencias sin objetivos de descarbonización marcados (2050).
Punto de partida
En el caso de Canarias el punto de partida es crucial. Tal y como destacó durante la jornada el director de relaciones institucionales en Canarias de Endesa, José Manuel Valle Feijoo, el transporte (marítimo, terrestre y aéreo) representa el 48% de las emisiones de gases de efecto invernadero cuando en el conjunto nacional es del 29%. Pero es que tal y como destacó de ese porcentaje, el transporte terrestre copa el 63% de las emisiones. “Hay un foco importante a combatir. La buena noticia es que las tecnologías están ahí”, apuntó.
Endesa ha sido una de las principales empresas que ha puesto en marcha redes de puntos de carga para vehículos eléctricos, sin embargo, la electrificación del parque móvil está notablemente rezagada en las islas. “Falta saber cómo descarbonizar”, ha apuntado el jefe de sección de renovables del Instituto Tecnológico de Canarias (ITC), Santiago Díaz Ruano, quien apuntó que en términos de descarbonización en los vehículos solo se está apostando por la electrificación.
Ante ello explicó que el ITC ha puesto en marcha con éxito un proyecto de guagua con hidrógeno en Gran Canaria, que está ayudando a investigar cómo este combustible y combustibles de segunda generación generados a partir de este, pueden ser útiles para la descarbonización del transporte público colectivo. La intención “es intentar demostrar que se puede producir hidrógeno para el transporte y no ir a los eslabones que ya se conocen”, ha apuntado.
El foco en las aerolíneas
Pero no solo es el transporte terrestre, la transformación en los combustibles también afecta de manera importante a la industria aeronáutica. Para el director comercial y de márketing de Binter, Miguel Ángel Suárez Cabrera, la “presión regulatoria es bestial” hacia las aerolíneas pese a que, según aseguró, representan el 2% de las emisiones.
Frente a ello ha explicado que si bien se está apostando por el SAF, un combustible alternativo para la aviación que se produce a partir de desechos y residuos, debido al mandato de la Comisión Europea, el problema es la escasa producción de este combustible y su alto coste que, ha señalado, es “tres o cuatro veces más caro” que el combustible convencional, lo que ha avisado que finalmente repercute en el consumidor.
Asimismo, respecto al hidrógeno, Suárez Cabrera ha explicado que para suministrar aviones, el desarrollo del hidrógeno está todavía en una edad temprana, con un horizonte de 15 años para tener un primer avión impulsado por esta tecnología. Todo ello ante un escenario donde han conseguido una prórroga para no pagar por los derechos de emisión hasta 2030 y ante el temor de tener que afrontarlos por los vuelos entre islas.
Objetivos incumplidos
La visión más crítica de la jornada ha partido del catedrático de Economía, Contabilidad y Finanzas de la Universidad de La Laguna, Francisco Ramos Real, quien ha cargado contra la imposición de objetivos de generación de renovables y de descarbonización sin contar con las capacidades reales del mercado y de las propias administraciones. En este sentido ha señalado que todos los objetivos de los diferentes planes energéticos se han incumplido consecutivamente.
“Tenemos un sistema de gobernanza que no está bien diseñado”, ha señalado Ramos Real en relación a la imposición de objetivos climáticos sin tener en cuenta la capacidad de los mercados para atenderlos. “Los sistemas económicos y sociales son complejos” ha explicado y “40 años poniendo objetivos que no se cumplen llevan a la melancolía”.
En este sentido llamó a aprovechar a aquellas tecnologías que se benefician de las economías de escala y se han abaratado en comparación con otros años como es la fotovoltaica, y a planear en base a las posibilidades de acción de los agentes económicos y sociales, siempre analizando los efectos para lograr una descarbonización que, todos los participantes han coincidido en su necesidad.