La Asociación de Amigos del Lino 'Linolillo' se ha propuesto recuperar el cultivo en Gran Canaria / CEDIDA
La Asociación de Amigos del Lino 'Linolillo' se ha propuesto recuperar el cultivo en Gran Canaria / CEDIDA

Recuperar la tradición para caminar al futuro: el lino florece en Gran Canaria después de 70 años

La Asociación de Amigos del Lino 'Linolillo' se ha propuesto recuperar el cultivo en la isla resaltando su importancia y poniendo el ojo en sus posibilidades para un futuro sostenible

ariadna

El lino tuvo un papel central en la vida cotidiana de los canarios y canarias. Ropa, manteles, paños de cocina, sábanas y mantas estaban hechas de esta fibra natural. Se llegó a cultivar en todas las islas hasta que en el siglo XIX, con la llegada de los tejidos industriales importados de otros países, desbancaron su importancia, provocando que los terrenos dedicados a este cultivo pasarán ser para alimentos de subsistencia, como la papa y el millo, necesarios ante el crecimiento de la población. 

Después de 70 años sin que brotara una cosecha de lino en tierras grancanarias, este año se ha producido la primera recolecta de lino en la isla gracias a un grupo de vecinos y vecinas de Juncalillo y Barranco Hondo, que han conformado la Asociación de Amigos del Lino ‘Linolillo’. El objetivo que se han marcado es recuperar la importancia de este cultivo y todo lo que representa para la sociedad canaria, reviviendo la tradición con el ojo puesto en el futuro. 

La importancia del lino

La iniciativa surgió desde el Museo Etnográfico de Juan Cubas en Barranco Hondo de Abajo, explica Herminia Pimentel, vicepresidenta de la Asociación. Motivados por toda las historias sobre el cultivo que les ha contado el propio Cubas - quien con 90 años es el presidente de Linolillo - y las piezas que conserva que cuenta hasta con más de 100 años, se aventuraron a rescatar el legado de la fibra que acompañó a las generaciones anteriores en su día a día.

Pimentel, acompañada de las personas que se animaron a devolver su papel al lino, entrevistaron a personas mayores para comprender su importancia. en las casas cuevas de la región, las familias cultivaban pequeños huertos de lino, conocidos como "huertillos", no solo para su uso doméstico, sino también para el trueque, cuenta. Descubrieron así que, aunque el cultivo había desaparecido del territorio, su memoria permanece viva en estas personas

Planta y semilla del lino / MONTAJE AH
Planta y semilla del lino / MONTAJE AH

Cultivar y visibilizar 

La Asociación se propuso dos líneas de trabajo: la plantación y su visibilización a través de exposiciones itinerantes y permanentes en un local social de la zona y en el Museo Etnográfico de Juan Cubas. 

Hace un año que se pusieron en marcha comenzando con una plantación experimental. Este primer paso marcó el inicio de un proceso de aprendizaje: entender el cultivo, los ciclos de madurez de las plantas y el tratamiento para obtener fibras de calidad. 

“Dependemos de la naturaleza, de la lluvia, de la tierra, como cualquier agricultor”, señala Pimentel, que cree que la tarea del cultivo les llevará por lo menos de dos a tres años para poder alcanzar una fibra especial. 

Oportunidades económicas

Además de preservar la memoria histórica, la asociación busca un equilibrio entre lo tradicional y lo moderno, pues su labor va más allá de la intención etnográfica. “Queremos que sea una herramienta viva para el desarrollo del territorio”, enfatiza la vicepresidenta de Linolillo. 

La idea es generar oportunidades económicas en territorio en riesgo de despoblación junto a la búsqueda de proteger el legado cultural. “Queremos formar a nuevas generaciones en su cultivo y la tejeduría y desarrollar una economía social y circular”, apostando también por la mecanización y las tecnologías como apoyo al desarrollo, explica. 

Muestras de pieza de linos y el trabajo de la fibra en el telar / MONTAJE AH
Muestras de pieza de linos y el trabajo de la fibra en el telar / MONTAJE AH

Moda sostenible

Todo ello con una visión a futuro bañada de sostenibilidad ante el panorama actual. En un contexto donde “la contaminación textil es un problema grandísimo”, esta fibra natural se presenta como una solución sostenible y compatible con las demandas actuales, afirma Pimentel. 

“Nos debemos apoyar en las ventajas del lino, que es ecológico y no tiene plagas. Aquí no vamos a hacer una industria enorme, como en Francia. Queremos un elemento adaptado a nuestro territorio, pero podemos ser bandera en ese sentido ante los mandatos de la Unión Europea sobre el control de la contaminación textil y para que la gente tome conciencia de los riesgos y las alternativas que hay”.  

Interés de las instituciones

Estas ganas e ideas han hecho que el proyecto haya captado la atención de instituciones locales, como el Ayuntamiento de Gáldar - municipio al que pertenecen Barranco Hondo y Juncalillo -, y las autonómicas, incluyéndoles en la Agenda 2030 como una iniciativa de desarrollo sostenible. 

Cuentan también con el apoyo de otras asociaciones del lugar que se han implicado, como es la Asociación Poesía Viva de la Atlántida y la Asociación de Vecinos. Y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) también se unirá a colaborar con la organización. 

Con la recuperación del lino, Gran Canaria no solo preserva una parte de su historia, sino que también abre puertas hacia un futuro. Como afirma la vicepresidenta de Linolillo, “si el ser humano ha llegado a la luna, nosotros podemos recuperar esta tradición y adaptarla al presente” para que florezca de nuevo. “Con el apoyo necesario y la voluntad de la gente de hacer, estos proyectos, idóneos para estos territorios, pueden salir adelante”, concluye.