Tenerife y Gran Canaria fueron escenario de persecuciones imposibles en Fast & Furious 6. Angelina Jolie paseó por Fuerteventura en Eternals. Ridley Scott convirtió sus dunas en Egipto para Exodus: Dioses y Reyes. En pocos años, Canarias dejó de ser un secreto para convertirse en uno de los platós favoritos de Hollywood. Un rincón donde el cine encontró un equilibrio perfecto entre ventajas fiscales, diversidad natural y talento técnico.
Pero la alfombra roja podría estar en peligro.
Donald Trump ha resucitado su cruzada contra el comercio global y ha apuntado, esta vez, directamente al corazón del cine internacional. La madrugada del lunes, el presidente anunció un decreto con efecto inmediato: un arancel del 100% para todas las películas extranjeras que se comercialicen en Estados Unidos. Lo calificó de “medida de defensa nacional” y acusó a las producciones foráneas de ser “propaganda”.

¿Exentas las coproducciones?
Aunque aún no está claro si las coproducciones quedarán exentas, el daño ya está hecho. Si las películas rodadas en Canarias pierden competitividad en el mercado estadounidense, podría reducirse el interés de estudios y plataformas por elegir el Archipiélago como localización, especialmente para proyectos cuyo objetivo es la taquilla global. En una industria donde los márgenes son milimétricos y los calendarios se planifican con años de antelación, la incertidumbre puede ser tan corrosiva como el propio arancel.
¿Qué tiene que ver esto con Canarias? Mucho.
El Archipiélago se ha consolidado como una plataforma internacional de rodajes gracias, entre otros factores, a una deducción fiscal de hasta el 54% para producciones extranjeras. Pero si esas películas no pueden competir en el mercado estadounidense —el más importante del planeta—, los grandes estudios podrían repensarse su estrategia global. Y eso incluiría dejar fuera a Canarias.

Cadena de valor
“Esto puede restar atractivo a las coproducciones, introducir trabas jurídicas e incluso paralizar proyectos en desarrollo”, señalan fuentes del sector. Además, la posible reducción de rodajes afectaría a toda una cadena de valor que incluye técnicos, productoras locales, alquiler de equipos, logística, restauración, hostelería, transporte y otros servicios que hoy viven del cine.
Y mientras Trump lanza su bomba arancelaria, las acciones de los gigantes de la industria se desploman en Wall Street: Netflix (-5,4%), Disney (-4,8%), Warner Bros Discovery (-6,1%), Paramount (-5,7%)... el seísmo ya ha comenzado.
Canarias, que ha sabido posicionarse en la élite sin ser un gran estudio ni tener un Hollywood propio, podría convertirse en daño colateral de una guerra que se libra a miles de kilómetros.

¿Qué se puede hacer?
El Gobierno de Canarias y las film commissions insulares tienen ante sí el reto de responder con inteligencia y rapidez. Las opciones pasan por solicitar aclaraciones diplomáticas sobre el tratamiento de las coproducciones; reforzar alianzas con Europa y Latinoamérica, que podrían ganar protagonismo si EEUU se aísla; o redoblar la promoción internacional de los incentivos fiscales canarios, especialmente para atraer producciones de otros países.
El cine no solo deja paisajes en pantalla. Deja empleo, inversión y proyección global. Y ahora, más que nunca, necesita una defensa a la altura del talento que pisa las Islas.