Antonio Martín, por Farruqo.
Antonio Martín, por Farruqo.

La cuarta generación que desafió la profecía: cómo Antonio Martín convirtió Maresa en un referente

La empresa familiar evolucionó hacia un modelo moderno con una veintena de delegaciones nacionales e internacionales, más de medio millar de trabajadores y cerca de 60 millones de facturación

Martín Alonso

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Hay una técnica de jiujitsu que resume con precisión quirúrgica la trayectoria de Antonio Martín Almendros. Se llama Wrestler’s Lift y consiste en algo tan simple como contundente: desde dentro de la guardia cerrada, el luchador se pone de pie, rodea la cadera del rival y lo levanta entero, como si cargara su peso a la espalda, para obligarlo a abrir la defensa. Es una maniobra que requiere fuerza, equilibrio y decisión, pero sobre todo la convicción de que cargar con todo el peso —y elevarlo— es el único modo de avanzar.

Algo parecido hizo Martín Almendros en su vida profesional: asumir sobre los hombros el peso del legado familiar, elevarlo, y desde ahí abrir espacio para un nuevo modelo empresarial. En su caso, ese peso tenía forma de camiones verdes, los de toda la vida —con sus paradas y sus teléfonos de pared a la espera de una llamada para mudanzas, de recogidas, de viajes entre barrios y muelles—: la estampa histórica de Martín e Hijos, una empresa fundada por su bisabuelo y que durante décadas formó parte del paisaje emocional y económico de Las Palmas de Gran Canaria.

Revolución silenciosa

Hoy, Antonio Martín es consejero delegado de Maresa Logística —una compañía que emplea a más de 500 personas, factura entre 55 y 60 millones de euros y suma casi treinta delegaciones nacionales e internacionales— y forma parte del consejo de administración de Global Ports Holding, la sociedad que gestiona la nueva terminal de cruceros del Puerto de Las Palmas, uno de los proyectos estratégicos más relevantes del Archipiélago en los últimos años.

Pero para entender esa posición hay que regresar a los orígenes. Pocas empresas familiares sobreviven más allá de la tercera generación: solo un 9%, según el Instituto de la Empresa Familiar. La conocida creencia china lo explica de otro modo: la primera generación crea, la segunda disfruta, la tercera destruye. En el caso de los Martín, la historia tomó otro rumbo. Antonio representa la cuarta generación y la prueba de que esas profecías no son leyes naturales.

Antonio Martín, presidente de Maresa. / MIGUEL BARRETO-EFE
Antonio Martín, presidente de Maresa. / MIGUEL BARRETO-EFE

Dos maneras

La suya es una trayectoria que mezcla formación universitaria —en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y en The University of Manchester— con una inmersión temprana en las dinámicas reales del negocio familiar. Conoció desde dentro los engranajes, los límites y las rutinas de un modelo que había funcionado durante décadas, pero que necesitaba transformarse para sobrevivir en un entorno logístico cada vez más competitivo y tecnificado.

Ese impulso de cambio lo compartió con un amigo de la infanciaSergio Socas, vinculado desde siempre a la actividad del Puerto de La Luz. Juntos diseñaron una estrategia para modernizar la estructura empresarial familiar, escalar operaciones y abrir nuevas vías de negocio. El camino, sin embargo, no fue sencillo. Llamaron a la puerta de 52 fondos de inversión, todos con la misma respuesta: no. La persistencia, como en el tatami, marcó la diferencia.

Única puerta abierta

Finalmente, un fondo de deuda suizo accedió a financiar el proyecto, pero con una condición sorprendente: el dinero no se destinaría a comprar las empresas familiares, como ellos pretendían, sino a adquirir compañías competidoras, reestructurarlas, generar beneficios con ellas y, con ese excedente, recomprar después las sociedades de sus padres. Aquella ruta obligada alteró por completo su planteamiento inicial, pero también fortaleció su convicción. Era, de algún modo, un Wrestler’s Lift financiero: cargar el peso ajeno para abrir paso al propio movimiento.

Ese giro estratégico permitió que Maresa Logística consolidara su presencia a nivel nacional e internacional, ampliara delegaciones y desarrollara una estructura moderna, con procesos más eficientes y una visión más amplia de la cadena logística. Quienes conocen la compañía destacan la capacidad de Martín para integrar equipos diversos, promover talento interno y combinar flexibilidad operativa con una planificación sólida de largo alcance.

La siguiente gran pieza del mapa corporativo es Global Ports Holding, la sociedad que gestiona la nueva terminal de cruceros en los puertos de Las Palmas, Arrecife y Puerto del Rosario. Para Martín, que forma parte de su consejo de administración, este proyecto supone un salto cualitativo: consolidar a Canarias como hub estratégico en las rutas del Atlántico, mejorar la experiencia de los visitantes y reforzar la integración entre actividad portuaria y proyección turística. La nueva terminal, moderna, funcional y pensada para grandes flujos de pasajeros, representa ese proceso de actualización infraestructural que el Archipiélago llevaba años reclamando.

Transporte de Maresa Logística./ MARESA - Archivo
Transporte de Maresa Logística./ MARESA - Archivo

Música electrónica

Pero si su faceta pública está marcada por decisiones empresariales, crecimiento y visión estratégica, su perfil personal revela otras aristas que ayudan a comprender su carácter. Martín es un entusiasta absoluto de las artes marciales, no como aficionado casual, sino como practicante disciplinado. Ha competido en torneos de jiujitsu y participado en exhibiciones de MMA, experiencias que le han enseñado a manejar presión, analizar al oponente y actuar con precisión incluso en situaciones límite. Para quienes lo conocen, su forma de gestionar equipos, negociar o anticipar problemas tiene un fuerte componente de ese aprendizaje físico y mental.

A esa dimensión se suma otra aún más inesperada: su afición por la música electrónica. No es extraño verlo en festivales o sesiones de DJs, espacios aparecen en el horizonte como una mezcla entre energía colectiva y liberación personal. En ese entorno encuentra equilibrio, desconexión y también una inspiración que algunos trasladan a su forma de liderar: ritmo, coordinación y una escucha activa permanente.

Lógica propia

El resultado de todas estas capas —la tradición familiar, la formación internacional, las artes marciales, la música, la estrategia corporativa, la expansión logística y el salto portuario— dibuja un perfil que rompe moldes. Martín Almendros no responde al cliché del directivo aislado en su despacho. Se mueve entre mundos distintos, los integra y los dota de una lógica propia. Para muchos dentro del sector, representa una nueva generación empresarial canaria: conectada con sus raíces, pero no condicionada por ellas; consciente de la responsabilidad heredada, pero dispuesta a innovar sin complejos.

Las empresas familiares, se suele decir, cargan con historias de peso. Algunas se doblan, otras se detienen y unas pocas deciden levantarlas con las manos, sostenerlas bien alto y abrir paso. En el caso de Antonio Martín Almendros, esa metáfora tiene un nombre muy concreto: Wrestler’s Lift. La técnica marcial se convierte en imagen de un recorrido profesional donde levantar el legado no fue un gesto de fuerza, sino un punto de partida. A partir de ahí, todo lo demás —la expansión de Maresa Logística, el proyecto de Global Ports Holding, la consolidación de puestos de trabajo y la modernización del sector— solo podía llegar desde la misma convicción: la de que cada desafío, por pesado que sea, puede ser elevado si se entiende cómo sostenerlo.