Fran Carballo, de Gravitad, por Farruqo.
Fran Carballo, de Gravitad, por Farruqo.

Fran Carballo: de La Isleta al refugio del liderazgo tecnológico en Canarias

Entre amaneceres en Mercalaspalmas, años de proyección internacional y una visión pragmática de la innovación, el CEO de Gravitad construye un relato de tenacidad, familia y vocación tecnológica

Martín Alonso

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Yo, robot (2004). En una escena silenciosa, un androide se queda inmóvil ante la puerta, y el detective Del Spooner, confiando en su instinto, amenaza: “Si das un paso más, te descompongo”. El robot responde: “Lo siento, señor. Pero no puedo hacer eso”.

Esa tensión narrativa —la frontera entre lo humano y lo artificial, el límite de la obediencia y la lógica programada— podría evocarse en muchas de las reflexiones que Fran Carballo asocia a la inteligencia artificial y su impacto en la vida humana. Para él, la tecnología no es distopía ni sumisión: es herramienta, oportunidad y, sobre todo, responsabilidad.

De Galicia a La Isleta

Desde una familia gallega que recaló en La Isleta cuando él tenía ocho años, Carballo integró en su biografía personal los matices del arraigo isleño y la conexión con el pasado corporativo familiar. Su padre estaba vinculado a la actividad portuaria; ese vínculo definió no solo el entorno geográfico, sino un ritmo vital duro y exigente. A los doce años, incorporado al empresariado doméstico, Carballo comenzaba a levantarse a las tres de la mañana para acudir al Mercalaspalmas, asumiendo responsabilidades tempranas. Esa educación en la disciplina, la logística y el esfuerzo dejó una huella indeleble en su carácter.

Cuando decidió expandir horizontes, Fran viajó durante una década por Estados Unidos y Latinoamérica, experiencias que moldearon su forma de ver los negocios: no como fronteras locales, sino como redes globales. Fue allí donde aprendió que la innovación requiere resiliencia, aprendizaje constante y una mentalidad abierta. De ese periodo emergió su convicción de que las ideas deben entenderse desde la raíz del problema humano; la innovación sin propósito carece de sentido.

Clásico de Asimov

En su vida privada se define como esposo y padre, pero no oculta su cinefilia ni su pasión por la tecnología. Yo, robot, el clásico de Isaac Asimov, es una de sus referencias recurrentes para ejemplificar cómo la evolución tecnológica puede transformar nuestras rutinas para bien, siempre que exista una brújula ética y pragmática. No busca “un gatito bailando y que te lo dé en un segundo”, como suele bromear: busca soluciones que respondan a necesidades reales de las personas.

La fórmula que impulsa su éxito, tanto personal como profesional —y que comparte con quienes trabajan con él— sintetiza una filosofía vital:
(C + P + D) × (p + A)³, donde:

  • C = Calma, para tomar decisiones serenas.

  • P = Perspectiva, para ver las cosas desde distintos ángulos.

  • D = Dimensión, para que las ramas no impidan ver el bosque.

  • p = Planificación, para tener un mapa antes de iniciar el camino.

  • A = Acción, porque un primer paso basta para convertir en realidad lo que aún no ha salido de la mente.

Su lema personal lo resume: “El destino lo determina el camino y no al revés.” Y, citando a Aristóteles, recuerda: “El pensamiento condiciona la acción, la acción repetida genera hábito, el hábito forma el carácter, el carácter determina el destino.”

Despertar emprendedor

Carballo se formó bajo la presión de la empresa de su padre, del Puerto y de los turnos madrugadores. Esos cimientos le enseñaron que la innovación no brota del confort, sino de la adaptabilidad frente a la adversidad. Cuando puso rumbo al exterior, aprendió no solo modelos, tecnologías o mercados, sino una mentalidad expansiva: asumir riesgos, calibrar fallos y persistir.

Francisco Carballo, director de la empresa Gravitad / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO
Francisco Carballo, director de la empresa Gravitad / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

Su regreso a Canarias no fue nostálgico: fue estratégico. Entendió que el Archipiélago podía ser mucho más que un destino turístico: podía convertirse en un polo tecnológico con ventajas fiscales, talento y proyección global. Esa apuesta encontró expresión en Gravitad, empresa fundada en 2019 con base en Las Palmas de Gran Canaria.

Decenas de proyectos

Desde sus inicios, Gravitad se propuso como una aceleradora distinta, sin fórmulas rígidas ni exigencias de participación accionarial, acompañando a los emprendedores con flexibilidad y soporte integral. En apenas cinco años, la compañía ha desplegado una software factory con más de 200 ingenieros en seis países y ha participado en decenas de proyectos tecnológicos.

Para Carballo, Gravitad no es una aceleradora al uso. Su objetivo es construir un ecosistema tecnológico global desde Canarias, que aproveche las ventajas fiscales, pero que también entregue valor real y competitivo.

Alianzas

Un hito reciente ejemplifica su capacidad de crecimiento: la captación de 30 millones de euros de inversión estadounidense destinados a financiar más de 50 proyectos en su primera fase y generar cientos de empleos en tecnología. Esa inversión permitirá avanzar en soluciones de blockchain, tokenización y salud digital, con una estructura descentralizada que capta talento más allá de Canarias.

Gravitad ha sellado además 

, especialmente con el grupo de investigación en Inteligencia Artificial y Robótica, para reforzar su rigor científico y metodológico. También ha lanzado minibonos para startups impulsadas por emprendedores migrantes de África Occidental, apostando por la inclusión tecnológica y el impacto social.

Familia y Consejo

En la dualidad de lo íntimo y lo profesional, Carballo mantiene un equilibrio exigente. El hijo que madrugaba en La Isleta para ayudar en la empresa familiar convive hoy con el padre que fomenta en su hijo la curiosidad por la robótica y la inteligencia artificial. Esa continuidad entre generaciones resume su manera de entender la tecnología: como herramienta para el progreso humano, no como amenaza.

Su cinefilia y su costumbre de utilizar Yo, robot como metáfora no son un adorno. Cuando bromea diciendo que quizá un día su hija vuelva a casa y le abra la puerta un robot, no se refiere a un futuro deshumanizado, sino a un mundo donde la tecnología esté al servicio de las personas.

Innovación biomédica

Ese pragmatismo tecnológico —no por tecnología, sino para las personas— se refleja también en sus proyectos. Entre los más ambiciosos figura la creación de gemelos digitales y tejidos en 3D para operaciones médicas, una línea de trabajo que busca situar a Canarias como plataforma de innovación biomédica.

Francisco Carballo, el director de Gravitad, la startup canaria que ha conseguido 30 millones para el ecosistema tecnológico./ CEDIDA
Francisco Carballo, el director de Gravitad, la startup canaria que ha conseguido 30 millones para el ecosistema tecnológico./ CEDIDA

Carballo advierte, no obstante, que la tecnología no debe sustituir el pensamiento crítico. Considera que los ciudadanos deben asumir responsabilidad y participar activamente en la transformación digital, no esperar que los cambios “vengan dados”. Para él, el progreso no se mide en líneas de código, sino en el impacto humano que esas líneas generan.

Desafíos, legado y visión de futuro

Fran Carballo no actúa en un vacío. Su visión de Canarias como hub de innovación y conocimiento enfrenta desafíos estructurales: una menor cultura tecnológica en el tejido empresarial local, cierta rigidez administrativa y la necesidad de retener talento. Aun así, defiende que las islas pueden liderar proyectos globales si se combina estrategia, formación y apertura internacional.

La combinación entre sus raíces isleñas —La Isleta, el esfuerzo, la constancia— y su proyección global —Estados Unidos, Latinoamérica, redes internacionales— forma una síntesis poco común. Esa dualidad le permite entender la tecnología como puente entre culturas, economías y personas.

Soñar con algoritmos

En su filosofía, la tecnología no sustituye la humanidad, la amplifica. Y en ese equilibrio entre lo humano y lo digital, entre la madrugada en Mercalaspalmas y las reuniones internacionales de Gravitad, se define el perfil de Fran Carballo: el niño que aprendió a madrugar para trabajar y el adulto que enseña a soñar con algoritmos.

Carballo representa una generación de empresarios que unen ética, familia e innovación, que entienden que el progreso no consiste en correr más rápido, sino en caminar mejor acompañados.

En ese trayecto, los fantasmas de Yo, robot no asustan: iluminan el camino. Porque la tecnología, como él repite, solo tiene sentido cuando ayuda a resolver las necesidades reales de las personas.