Miriam González: “Lo que tienen que hacer las mujeres para inspirar a las niñas es dejarse ver"

Miriam González, abogada fundadora de España Mejor —un grupo abierto, participativo y compuesto por ciudadanos de distintos sectores e ideologías—, visita Atlántico Hoy para charlar sobre este, otros proyectos en marcha y sobre la situación internacional

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Miriam González Durántez / WEB
Miriam González Durántez / WEB

Miriam González Durántez, abogada especializada en comercio internacional, fundó el pasado año 2023 el proyecto España Mejor. Su objetivo, y el de todas y cada una de las personas que forman parte del mismo, es claro: contribuir positivamente a la sociedad desde la base del respeto, la tolerancia y la transparencia. Además, a nivel internacional —y ya con 36 países apoyándolo—, González también fundó en 2015 Inspiring Girls International, un proyecto que busca acercar y poner en contacto a niñas en edad escolar con mujeres profesionales de todos los sectores para que les sirvan de ejemplo e inspiración. 

Visibilidad, acción y cambio son tres palabras que pueden describir a una mujer que realmente trabaja por dejar a las generaciones futuras un mundo un poco menos mezquino. Ha visitado Canarias para participar en el último Foro Canarias del mes de febrero con su ponencia titulada Dinamizar el país en un contexto de polarización.

[Pregunta] ¿Qué es lo más difícil a la hora de inspirar a las niñas?

[Respuesta] Lo único que tienen que hacer las mujeres para inspirar a las niñas es dejarse ver, es una cuestión simplemente de visibilidad porque las niñas toman inspiración de todo. En Inspiring Girls hay todo tipo de mujeres, desde las que están en los puestos más altos hasta los más bajos y de todo tipo de trabajo. Muchas veces te sorprendería ver que la mujer más poderosa y más conocida no es la que necesariamente genera una reacción en las niñas —aunque es importante que las vean para normalizar esa imagen de la mujer con poder que se siente cómoda—, realmente son las mujeres más cercanas a ellas y más jóvenes con las que ellas se identifican más. 

Por eso creo que es una cuestión de simple visibilidad. A veces, las mujeres no pensamos en que, sí, hay que hacer algo y hacerlo bien, pero también tenemos una función respecto a la generación siguiente que es que vean lo que haces. Es tan simple como eso. 

¿En qué país ha sido más difícil desarrollar el proyecto Inspiring Girls?

Operamos el proyecto de una manera muy descentralizada porque sino sería imposible. El valor está en que son mujeres de Tanzania hablando con niñas de Tanzania, mujeres de Singapur con niñas de Singapur o mujeres de España con niñas de España. Eso es fundamental porque la problemática y las barreras a las que se enfrentan las niñas y las  mujeres son diferentes de un país a otro. La dificultad no viene tanto de la situación de mujeres y niñas, viene a veces de la financiación, es mucho más difícil en países pobres conseguir los recursos. Aunque cada vez es menos problemático porque ahora ya tenemos un movimiento internacional con 36 países y ya se puede ir modulando y pasando recursos de un sitio a otro. 

Luego, hay cosas que nos afectan a las mujeres en todos los países. Miro lo que ha ocurrido en términos de progresos de las mujeres como la igualdad ante la ley o la igualdad en el trabajo —aunque quedan cosas por hacer—, pero falta la igualdad en las casas. Ahí estamos todas, en distintos grados, con el mismo problema y es que las mujeres siguen siendo las que más se ocupan de los hijos. Esto está empezando a cambiar, pero ocurre desde México hasta los países escandinavos. Es una carga que se añade al resto de cosas, por ejemplo, yo me dedico al derecho y en cualquier debate sobre política o investigación llevo el frigorífico de mi casa en la cabeza. Creo que es un problema que hay que poner en el ámbito de las políticas públicas de conciliación y de cómo organizar la sociedad en privado. Hay que empezar a tener nuevas ideas. 

Hace unas semanas, una encuesta del CIS sobre la percepción de la igualdad desvelada que el 44,1% de los hombres cree que la promoción de la igualdad ha llegado tan lejos que ahora se les discrimina a ellos.

Estamos intentando compensar una discriminación. Si esto que vemos con las mujeres los viéramos en términos de raza —una que se dedica a la gestión de las casas y otra que no— pondremos el grito en el cielo. Sin embargo, entre mujeres y hombres esto lo tenemos interiorizado y nos parece hasta normal. Es cierto que, como estamos intentando rebalancear, parte de las medidas que estamos tomando implican una discriminacion positiva y las quejas con aceptables, pero hay que discutirlas. 

A esto se une una cosa más y es que hemos pasado una serie de años poniendo mucho énfasis en el lenguaje de las cosas y en ese lenguaje ha provocado una reacción de algo que ni siquiera se ha llevado a la práctica. Por eso, defiendo mucho a las organizaciones de acción, es decir, trabajar y no solo hablar de ello. El lenguaje es importante, pero no nos podemos centrar solo en eso, hemos estado hablando mucho, pero no hemos puesto solución al problema. 

Miriam González Durántez / EFE
Miriam González Durántez / EFE

Cambio económico

Cuando una se asoma a ver cómo está el panorama en la Unión Europea parece que hay un absoluto caos. ¿En qué momento histórico estamos?

Creo que estamos en un momento de cambio económico y estamos en el centro del mismo. Empezó hace unos 20 años revolucionando el mundo de la comunicación, como viajamos, como trabajamos, democratizando, quitando intermediarios y devolviendo el poder al ciudadano. Y ahora llega la revolución del contenido y de la inteligencia artificial. Estamos en ese periodo de ajuste en el que es normal que haya un desbarajuste geopolítico porque lo que está ocurriendo aquí —además de las cosas específicas como el tema de Rusia u Oriente Medio— es que hay un cambio de poder.

Respecto a las sociedades europeas, no está ocurriendo que no nos estamos enganchando al grupo de avanzada de esos países que van a ser poderosos cuando salgamos de esta transición. Yo defiendo —y por eso fundé España Mejor— que la manera de solucionar esto es dejar de lado la emotividad, la queja y el ‘me da igual’ para involucrarse más, ser más proactivos y poner ideas sobre la mesa. ¿Cómo puede ser que hayamos dado por perdido el estar en el grupo de avanzada de la tecnología cuando es mucho más fácil para nosotros que para otros países?

¿Ese es el mayor problema económico que tienen Europa y España actualmente, el no adaptarse?

Creo que nivel europeo nos hemos retrasado unos 10 años. Nos hemos centrado en algo que hacemos muy bien que es regular, pero quizás hay algo más importante en esta fase de cambio económico que es quitar barreras. Una de las mayores frustraciones que tengo con la UE, y estuve trabajando durante 12 años allí, es que no estamos poniendo el mercado interior en el centro del proyecto europeo. 

Es decir, un emprendedor de tecnología de un país europeo ahora mismo tiene muchísimas más barreras —tanto para poner en marcha el proyecto como de financiación— que un americano. Estuve más de cuatro años viviendo en Silicon Valley y hay muchos europeos que destacan allí, ¿por qué se van si tienen un montón de fondos públicos que te apoyan? Pues porque no es solo cuestión de fondos, también hay que hacer mucho más fácil la financiación privada, tienes que quitar barreras de que cada país y cada parte del país tenga una licencia distinta, una autoridad diferente y, en definitiva, una burocracia enorme. 

Respecto a España, hay cosas como el crecimiento económico y la productividad que están fuera de la agenda política y claramente hay que hacer una reforma educativa. No salimos de esa educación con lo que se necesita para competir en esta nueva economía. Creo que tenemos que ser realistas, saber que hay partes en las que ya no podemos competir, pero sí que tenemos que hacerlo en las aplicaciones de la inteligencia artificial en temas cruciales donde destacamos. 

¿Qué papel puede jugar Canarias en este cambio?

Pues no se trata de hacer un sector distinto, sino de aplicar las tecnologías a sectores que ya tenemos y donde somos fuertes. Me parece que con respecto al turismo tenemos que ser capaces de crear una serie de instrumentos y de maneras innovadoras en las que no solo las sacamos al mercado y las vendemos, sino que, además, cuando otros quieran desarrollarlas nos necesiten porque tenemos la especialidad y el talento. 

Esto implica rehacer la manera en la que hacemos educación porque tenemos muy poca flexibilidad en las disciplinas universitarias. Esto no va de estudiar solo derecho o solo economía, el mercado laboral requiere una interdisciplinariedad que realmente no le damos a la enseñanza. Luego, hay otra cosa fundamental que es que tienes que integrar esas disciplinas universitarias más flexibles con la formación profesional. En el mercado no vamos a necesitar al universitario por un lado y al de formación profesional por otro, sino un apoyo. 

España mejor

En Canarias se mira mucho hacia Bruselas, pero estamos en África. ¿Cómo nos acercamos a los países del continente?

De las peores cosas que ha hecho la Unión Europea ha sido no haber entendido la relación con África. Cuando uno ve la dedicación que le ha dado China a África, que ha entrado Estados Unidos a hacer la competencia y nosotros que estamos al lado y tenemos a Canarias como la puerta de entrada no hayamos tenido la visión no tiene pase. 

Para España, en particular, creo que hay una oportunidad ahora que hay una cierta retirada de Francia y hay muchos países francófonos que están cuestionando muchísimo la relación con el país galo. Esto es una portería abierta que requiere que estemos diariamente realizando misiones comerciales con estos países. Ahí es donde se tiene que ver el esfuerzo y, desde luego, Canarias es sitio para ser la puerta de todo esto. 

Hablábamos del sector agroalimentario, ¿Por dónde pasa la solución para terminar con el malestar de los agricultores europeos?

Entre las quejas hay una parte que realmente no es muy razonable, el quejarse de que otros países tienen mano de obra mucho más barata. Esa es la historia del comercio internacional, nosotros nos beneficiamos como españoles cuando competimos con otros países. 

Pero, por otro lado, hay otras dos partes que creo que tienen mucha razón. Una es que hay acuerdos comerciales donde los requisitos reglamentarios tienen que ser equilibrados. Esto es algo que no se ha tocado ni en los acuerdos bilaterales ni en los birregionales —era algo que esperábamos hacer en la Organización Mundial del Comercio y fue parte de la agenda europea durante años—. No es solo que tu me hagas una cuota de mercado a cambio de otra, es que si tu reglamentación es muy distinta a la mía se crea un desequilibrio que desvirtúa toda la apertura del mercado. 

También tienen toda la razón en el tema de la carga burocrática que existe, esta es enorme sobre los agricultores europeos porque es un mercado hiperregulado. Es más, hay veces que los agricultores tienen que ser más gestores que agricultores. Desde Bruselas, a veces se olvidan del impacto que tiene en la dignidad de una persona que de lo mismo lo que tu produzcas. 

El proyecto España Mejor llega para demandar cambios. ¿En Canarias por dónde hay que empezar a trabajar?

Tenemos mucha suerte de que ya tenemos a gente de Canarias participando entre esas más de 1.000 personas que están dentro de España Mejor. Una de las primeras propuestas que se ha hecho se basa en cómo orientar el sistema tributario hacia el crecimiento y la creación de empleo. 

Durante los primeros meses de vida del proyecto hemos visitado siete comunidades autónomas para presentarlo y que se involucre más gente. Pero también hemos querido escuchar porque España es un país muy diverso y a veces se tiende a pensar desde Madrid que todas las cosas se aplican como se ven desde allí.