Montaña de Tindaya, volcán de Canarias / EFE
Montaña de Tindaya, volcán de Canarias / EFE

Ni los grabados aborígenes la salvaron: esta es la montaña sagrada de Canarias que casi desaparece

Ubicado en Fuerteventura, este volcán fue considerado un espacio sagrado para los aborígenes canarios y actualmente es Bien de Interés Cultural (BIC)

Irene Cartaya

A veces, las heridas más profundas no las deja el tiempo, sino las decisiones humanas. En Fuerteventura, una montaña que fue sagrada durante siglos para sus primeros habitantes, guarda hoy el eco de una historia de explotación, arte y controversia. Su perfil, antes limpio y majestuoso, quedó marcado por intervenciones que intentaron convertirla en algo que nunca pidió ser.

Este lugar no solo conserva el legado espiritual de los antiguos canarios: también encierra una de las polémicas más sonadas de la historia cultural y medioambiental del archipiélago.

Un lugar sagrado

Se trata de la Montaña de Tindaya, situada en el municipio de La Oliva, al norte de Fuerteventura. Esta elevación volcánica fue considerada un espacio sagrado por los aborígenes majoreros, quienes dejaron más de 300 grabados podomorfos en sus laderas. Hoy, esos restos arqueológicos son parte del valor por el que Tindaya ha sido declarada Bien de Interés Cultural.

Sin embargo, esa protección no fue suficiente para evitar que, en los años 80, se iniciara una intensa explotación de traquita, una piedra muy valorada en construcción. El resultado: laderas horadadas, cráteres artificiales y un perfil claramente alterado.

El proyecto de Chillida

En 1993, el escultor Eduardo Chillida propuso un ambicioso proyecto artístico: excavar un cubo de 50 metros en el interior de la montaña. Aseguraba que su obra no dañaría la estética ni los grabados, pero muchos lo vieron como una excusa para reactivar la cantera bajo el disfraz del arte.

El Gobierno de Canarias apoyó la propuesta y constituyó una sociedad pública con la empresa que ostentaba los derechos mineros. El proyecto desató una oleada de críticas por parte de ecologistas, arqueólogos y colectivos sociales, que alertaban del peligro de vaciar la montaña y abrir una nueva fase extractiva.

Heridas y legado

Aunque la obra nunca se ejecutó, la controversia dejó huellas. Se invirtieron más de 30 millones de euros en trámites y estudios, sin que llegara a iniciarse ninguna excavación. En 2019, el Cabildo de Fuerteventura descartó definitivamente el proyecto y se reforzó la protección legal del enclave.

Hoy, la Montaña de Tindaya se mantiene como un símbolo de las contradicciones entre desarrollo, patrimonio y memoria. Un lugar sagrado que, aún desfigurado, sigue recordándonos que no todo puede moldearse a voluntad humana.