El paseo del Faro de Maspalomas se ha llenado en los últimos tiempos de montañas de piedras apiladas en forma de tótem. La moda, viralizada en TikTok, ofrece muchas visitas en redes sociales pero ningún efecto positivo para el medioambiente. Aún así, cada vez es más frecuente ver por la zona a personas sumándose a una fiebre que se ha vuelto común en varios lugares.
El pasado sábado, sin ir más lejos, un grupo de turistas amontonaban piedras y les hacían fotos como si se tratara de un atractivo más que ver en la Isla. “Es una cosa muy contagiosa, cuando la gente ve que en un lugar es común, enseguida se anima a replicarlo”, afirma Abel Sanromualdo, investigador del Instituto de Oceanografía y Cambio Global de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).
Barrera debilitada
“Lo he visto en otros sitios”, apunta, “y ya estaba tardando en aparecer aquí”. El experto señala que retirar piedras de su emplazamiento habitual para apilarlas tiene varias consecuencias. “Esas rocas contribuyen a proteger todo lo que hay detrás, disipa el oleaje”, añade. Pero cuenta que si se retiran, debilita la barrera ante un posible temporal porque genera erosiones y las olas llegan más adentro.
“Al final es como todo, quitar tres piedras en un momento dado es insignificante, pero cuando es una actividad que se repite, poco a poco va debilitando la barrera natural de la playa. Cuando vienen temporales del suroeste son muy energéticos, es un lugar que muchas veces se ha erosionado con facilidad”, continúa. En definitiva, al hacer más débil el entorno, puede poner en riesgo lo que está justo detrás.
¿Y la fauna?
Pero la cosa no queda ahí porque otro efecto negativo puede recaer sobre la fauna. “Esas piedras son un refugio para animales como insectos, cangrejos o lagartos”, dice. “Les estamos quitando su hábitat y exponiéndolos a que otros se los coman”, exclama. Además, sostiene que al estar acostumbrados a un terreno, si se les retira, pierden su capacidad de supervivencia.
La distorsión paisajística también es una de las consecuencias porque se trata de “una construcción de un elemento antrópico que no forma parte del paisaje natural y que no debería estar ahí de manera natural”. Por otro lado, daña el registro geológico en el sur de Gran Canaria. Sanromualdo cuenta que esas rocas las ha dejado el mar como fruto de un proceso natural, por lo que es una huella clave si fuera necesaria una reconstrucción.
Concienciación
“Si quitamos esos elementos y los movemos de manera artificial, estamos alterando el registro y cuando alguien en el futuro quiera ver dónde estaba la playa de piedras [al ser los efectos del cambio climático aún más evidentes] va a ser difícil reconstruir las condiciones que tenemos ahora”, explica.
El experto apuesta por incrementar las labores de concienciación para que se deje de hacer cuanto antes. “Porque quitarlos [los tótems] sin informar de que es perjudicial no sirve de mucho”, destaca. “Si no hay información y educación es fácil unirse”, apostilla.
Recuerda que durante mucho tiempo en Maspalomas se han hecho goros de piedra con el objetivo de refugiarse del viento. Y que tras llevar a cabo un trabajo de concienciación junto a incrementar la señalética diciendo que son perjudiciales para el sistema, las personas se han concienciado.
