Si te echas a caminar desde la costa de San Andrés hacia arriba llegas a Valsendero por el barranco de Azuaje, uno de los pocos parajes naturales por los que siempre corre el agua en Gran Canaria. Es un recorrido frecuentado por domingueros, senderistas más experimentados y desaprensivos que meten el coche hasta donde les llega la pista de tierra para arrojar escombros y basura.
En lo que va de verano han proliferado tres puntos de residuos en el tramo más cercano a la costa de Arucas y de Moya: maderas, plásticos, escombros, una bañera... Cualquier objeto, por surrealista que parezca, aflora al lado de la vegetación, denuncian vecinos y usuarios del barranco, que demandan más civismo, una limpieza urgente y más vigilancia para cortar de raíz esta extraña costumbre humana de arrojar basura donde no se debe.
Azuaje, no lo olvidemos, es una reserva natural que comienza poco después del cauce afectado por los escombros, el cual forma parte del Parque Rural de Doramas, también protegido.
Viejo problema
No es la primera vez que ese tramo del barranco se convierte en noticia por los vertidos. En 2023, también en verano, un restaurante del norte de Gran Canaria dejó allí los restos de una reforma, recuerda Marta Tapia. La policía logró identificar al responsable por la decoración de las planchas de pladur, pero en esta ocasión no hay señales que delaten a los autores de las fechorías.

Desde entonces, la zona se ha mantenido más o menos limpia, incluso hay en marcha un proyecto del Cabildo de Gran Canaria para erradicar especies invasoras y sustituirlas por otras autóctonas. Más o menos limpia hasta este mes de agosto que ha vuelto a suceder lo de siempre.
Más civismo
Tapia, comprometida con su barranco como pocas, aprovecha cada visita para llevarse los residuos que dejan otros: botellas de plástico, clínex, juguetes rotos, bolsas rotas con basura de todo tipo...
Pero esa entrega personal para mantener limpia la zona se ha visto superada estas últimas semanas por las circunstancias. "En nada han surgido tres escombreras. Poco a poco me llevo lo que puedo de la montana de plásticos, pero si nos dejamos ir esto se convierte en un vertedero", reflexiona sobre la situación.
Su reivindicación no va tanto dirigida a las administraciones, que también, sino a los ciudadanos que llenan sus coches o furgones de basura para después tirarla en la naturaleza, como ocurre en San Andrés, que es donde desembocan los barrancos de La Virgen, Guadalupe, Las Madres y Azuaje, antaño balneario de familias adineradas y punto en el que rellenar las garrafas para tener agua potable en casa.