La GC‑1, principal arteria de Gran Canaria, soporta un tráfico diario de entre 100.000 y 135.000 vehículos, según datos del Gobierno de Canarias. Esa alta demanda se traduce en atascos constantes, especialmente en las horas punta, no solo a la salida de Las Palmas, sino también en el tramo de Telde, que se convierte en un auténtico nudo vial.
Además, se registran con frecuencia accidentes múltiples y averías que agravan aún más la situación. Hace apenas unos días, dos siniestros casi simultáneos colapsaron la vía durante horas. Este cóctel de volumen vehicular, carencias en el transporte público y elevada siniestralidad convierte a la GC‑1 en una vía crítica y saturada
La “microcirugía” del Cabildo
Para aliviar estos colapsos, el Cabildo de Gran Canaria inauguró recientemente un cuarto carril provisional entre El Cortijo y La Estrella, reutilizando el carril bus y los accesos a La Pardilla. La medida, asegura el presidente insular, es “provisional y reversible”, y será retirada si afecta negativamente a la fluidez en el entorno de Telde.
Opinión experta
El ingeniero civil y experto en movilidad sostenible Miguel Morales describe la actuación como una “microcirugía” sin base pública visible. “No han expuesto nada al público, ni planos ni datos que permitan entender qué se va a hacer”, indica, aunque aclara que eso no significa que no existan estudios internos. “Ni nosotros, ni ellos [en referencia a la ciudadanía], sabemos realmente cuál será el resultado, al menos con la información disponible”, añade.
Morales subraya la necesidad de un estudio de tráfico riguroso, basado en el nivel de servicio (una escala de la A a la F que mide el funcionamiento de una vía). “Para saber si va a funcionar o no, se necesitan datos de tráfico y hacer cálculos. Pero no lo han mostrado públicamente”, advierte. A su juicio, lo que se ha hecho es una prueba empírica que no garantiza resultados claros.
Alternativas ignoradas
Lejos de estas intervenciones puntuales, Morales defiende que sería el momento de aplicar soluciones más estructurales, como los carriles VAO (reservados para vehículos con más de un ocupante), los carriles reversibles que cambian de sentido según la hora del día o incluso vías exclusivas para guaguas. “¿Y qué pasa si cerramos un carril por sentido y metemos las guaguas? Que la gente vea que esto está colapsado y que ir en guagua vale la pena”, plantea.
En su opinión, la clave no está en seguir ampliando carriles, sino en reorganizar el espacio ya disponible sobre el asfalto y diseñar una estrategia integral de entrada y salida a la ciudad. “No vale la pena hacer obras millonarias por una hora de atasco. Algún día los cinco carriles acaban convirtiéndose en un embudo porque la ciudad tiene menos capacidad”, resume.
Seguridad vial
Aunque escéptico sobre la mejora del tráfico, Morales reconoce que esta medida podría tener un impacto positivo en materia de seguridad vial. Recuerda que ese tramo ha sido clasificado por la DGT como punto negro y zona de concentración de accidentes. “Más allá del tráfico, puede ser beneficioso desde el punto de vista de la seguridad. Quitar un acceso puede ayudar”, indica.
También advierte del riesgo de perder los arcenes, un elemento clave en la red viaria grancanaria que permite apartar vehículos en caso de avería o accidente. “No cometamos el error de muchas carreteras de Tenerife, donde se han comido los arcenes y al final no puedes apartarte. Eso colapsa todo mucho más”, alerta.
Proyecto del Gobierno
Morales señala que el Gobierno de Canarias trabaja en un proyecto integral para reordenar la GC‑1, impulsado desde la Dirección General de Infraestructura Viaria, con modelización técnica, análisis de accesos y datos cuantitativos. “Eso nace de la Dirección General…, pero la actuación actual no forma parte de ese plan”, puntualiza.
Insiste en que que hasta parece que no se hayan cruzado públicamente ambos caminos: el del Cabildo, con actuaciones puntuales, y el del Gobierno, con un proyecto más estructurado. “Hay que empezar a dar soluciones científicas y no empíricas del tráfico”, asevera.
Ambición, no parches
Para el ingeniero, este es el momento de dejar atrás las soluciones provisionales y apostar por una visión más ambiciosa. “Es el momento de ser un poquito más ambiciosos y no pensar en actuaciones de microcirugía”, concluye.
Reorganizar accesos, tomar decisiones respaldadas por datos y apostar con firmeza por el transporte público son, para él, los pilares imprescindibles de una movilidad realmente sostenible. Mientras tanto, los atascos persisten… y el debate también.
