En cinco años, los servicios sanitarios de Gran Canaria han detectado 191 casos de mujeres, también menores, supervivientes de mutilación genital femenina (MGF), procedentes de países con alta prevalencia como Nigeria, Somalia, Guinea Conakry, Guinea-Bisáu y Costa de Marfil.
Los profesionales que las atienden temen, sin embargo, que sean más, puesto que existe una comunidad mauritana –país en el que cerca del 65 % de las mujeres de entre 15 y 49 años son supervivientes de mutilación genital femenina– asentada desde hace décadas en las islas, a las que los sanitarios no les han hecho esa pregunta.
Estrategia iniciada en la pandemia
Son los datos que Artemi Dámaso, matrona de la Gerencia de Atención Primaria de Gran Canaria, ha expuesto en la mesa precongresual de la XLIII Reunión Anual de la Sociedad Española de Epidemiología y el XX Congresso da Associação Portuguesa de Epidemiologia (APE) dedicada a Salud y Migración.
En una conversación previa con EFE este martes, la matrona explicó que fue en 2020, con la pandemia de covid-19, cuando los profesionales sanitarios comenzaron una estrategia de acercamiento a las personas migrantes como nunca antes se había hecho "en la historia sanitaria de Canarias", de la que forma parte la pregunta sobre la mutilación.
Nace la primera guía de asistencia
El resultado fue que muchas respondieron afirmativamente, lo que llevó a los profesionales a profundizar en el acompañamiento a estas mujeres para darles mejor respuesta a sus necesidades. De este modo nació la primera guía de asistencia, realizada por personal del Servicio Canario de Salud, en colaboración con asociaciones de mujeres africanas como Dimbe.
Lo peor es que estas mujeres suelen ser víctimas de múltiples violencias: sexual, de género, de explotación económica o de trata, tantas que para ellas "lo de menos es haber sido mutiladas".
Síntomas y secuelas de la MGF
Aunque la "gran asignatura pendiente" es contar con un protocolo oficial, de momento esa guía sirve a los profesionales para aprender a formular preguntas incómodas y conocer las necesidades específicas y la sintomatología asociada a la MGF.
"Es muy habitual que tengan incontinencia, infecciones de orina, ausencia de placer y dolor durante las relaciones sexuales, y muchas sufren dolores muy intensos durante la menstruación", enumera. Aunque algunos síntomas pueden mitigarse con tratamientos como la fisioterapia, estas afecciones tienden a cronificarse.
Dificultades de seguimiento y atención
Las mujeres reciben positivamente el tratamiento, pero es difícil seguirlas, pues muchas no tienen como destino final Canarias y emigran a otros países.
Otro problema es la barrera idiomática y cultural, de ahí que la matrona subraye la importancia de contar con mediadores culturales que faciliten los procesos de asistencia.
Necesidad de sensibilización sanitaria
"Muchas veces hay un desconocimiento del funcionamiento del sistema, de la concepción que tenemos nosotros y la que tienen ellas de lo que es la salud y la enfermedad, por lo que tener a alguien que facilite esos procesos es enormemente importante", abunda.
Alrededor de 200 millones de mujeres han sobrevivido a una mutilación, con realidades muy diversas: desde quienes la defienden como práctica cultural hasta quienes huyen para evitar que sus hijas sufran lo mismo.
De ahí la importancia de que los profesionales sanitarios se sensibilicen y se "sientan con la legitimidad de preguntar, valorar si existen problemas asociados y poder comenzar a trabajar con ellas", concluye.