En la costa noroeste de una de las islas más visitadas del archipiélago canario, existe un rincón que parece sacado de un cuento medieval. Sus formas geométricas, el contraste de colores entre roca, mar y vegetación, y el sonido constante del Atlántico convierten este lugar en uno de los secretos mejor guardados para quienes buscan naturaleza sin renunciar a la comodidad.
Un espacio donde los charcos no son solo formaciones naturales, sino auténticos templos del descanso familiar. Aquí, la arquitectura volcánica se funde con el agua cristalina para crear un entorno perfecto tanto para los más pequeños como para los aficionados al buceo.
Tres piscinas naturales
El conjunto se compone de tres piscinas naturales de agua salada, conectadas entre sí por túneles y tubos volcánicos que permiten el paso del agua y crean una experiencia única al nadar entre ellas. Estas piscinas protegidas del oleaje se asemejan a una fortaleza de piedra, con pilones de hormigón que recuerdan a las almenas de un castillo y que reducen aún más el impacto del mar abierto.
Gracias a su forma cerrada, las aguas suelen permanecer tranquilas, especialmente cuando la marea está media, lo que convierte este espacio en un enclave ideal para familias con niños. Además, la transparencia del agua y la riqueza del fondo marino hacen que sea también un punto muy valorado por los amantes del submarinismo y el esnórquel.
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Muy cerca del puerto
Estas piscinas naturales se encuentran junto a un puerto emblemático del norte de Gran Canaria, famoso por sus conexiones marítimas y por sus restaurantes especializados en pescado fresco. El acceso es sencillo, ya que se puede llegar a pie o en coche desde la calle El Muelle, donde hay zonas de aparcamiento cercanas.
El entorno se completa con un palmeral cercano, huertas cultivadas y vistas a los acantilados de esta costa imponente. Además, el solárium integrado permite disfrutar de jornadas al sol sin necesidad de cargar con sombrillas o sillas. La zona suele tener oleaje moderado y viento, pero nada que impida darse un buen baño o descansar escuchando el mar.
Un entorno con historia
A solo cinco minutos en coche se encuentra uno de los pueblos con mayor riqueza cultural de la isla, conocido por su patrimonio etnográfico y por ser un símbolo de identidad en el noroeste. Visitar estas piscinas es también una excusa perfecta para conocer el casco histórico, disfrutar de un almuerzo típico o pasear por la costa sin prisas.
Un castillo de agua salada
Así es Las Salinas de Agaete, una de las mejores piscinas naturales de Gran Canaria, ideal para quienes buscan un lugar distinto, accesible, seguro y con ese encanto isleño que no se agota. Porque en Canarias los castillos no son de arena... son de roca, mar y silencio.