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La ola de El circo, en la costa de San Felipe, una de las rompientes que podría verse afectada por el proyecto. / PLATAFORMA COSTA SAN FELIPE

Los surfistas rechazan un proyecto para proteger San Felipe por su impacto en la ola de El Circo

García Brink defiende la creación de charcos para mitigar la subida del mar: una actuación blanda ahora puede evitar la construcción de un dique en el futuro, asegura el consejero del Cabildo de Gran Canaria

El proyecto europeo LIFE COSTAdapta, promovido por el Cabildo de Gran Canaria a través del Consejo Insular de la Energía (CIEGC), ha encendido la alarma entre la comunidad surfista de la isla, que ha creado una plataforma para proteger las olas de El circo, en el municipio de Guía.

Se trata de un proyecto piloto en la costa de San Felipe, que busca experimentar con los recursos naturales del litoral soluciones contra la subida del nivel del mar: su finalidad es mitigar la erosión y adaptar Gran Canaria al cambio climático.

Charcos para frenar al mar

El objetivo de la investigación es desarrollar un sistema de arrecife-charcos de marea (Tidal poolreef) que actúe como una defensa costera “blanda” mediante la absorción de la energía del oleaje, pero sin “eliminar ni alterar significativamente su dinámica”, explica el consejero de Medio Ambiente, Clima, Energía y Conocimiento del Cabildo, Raúl García Brink.

Su ejecución, por tanto, dependerá de esta primera experiencia piloto, que ha comenzado a negociarse con el Ayuntamiento y explicarse en foros vecinales.

Sistema complejo

El problema es que ese trabajo de campo o científico no ha sido compartido con la plataforma, cuyos integrantes desconocen los efectos de las actuaciones previstas en la batimetría de la zona.

Como es sabido por cualquier surfista, los cambios en los fondos marinos repercuten de manera directa en la formación y la manera de romper de las olas. Esto pasa, por ejemplo, de manera natural con los primeros temporales del oeste, que drenan la arena acumulada en verano y colocan la baja con cada swell.

Por eso las olas rompen de manera diferente sobre los bancos de arena, pero de forma casi idéntica o uniforme sobre los fondos rocosos, como sucede en El circo, una zona que genera olas de izquierda y de derecha de gran calidad, estables y consistentes casi todo el año.

Protección

Gran Canaria, además, dispone de un catálogo de olas consideradas "canchas deportivas", es decir, están protegidas por las administraciones como patrimonio natural de interés deportivo. Por eso la plataforma advierte del riesgo "irreversible" al que se enfrenta la costa de San Felipe.

​“La construcción de una piscina costera o cualquier intervención que altere la batimetría (forma y profundidad del fondo marino), afecta directamente a la formación de las olas y su calidad,” recoge una comunicado de la plataforma colgado en sus redes  sociales. “Nuestras olas podrían desaparecer o volverse inadecuadas para la práctica deportiva. Este es un valor ecológico, económico y cultural que no podemos arriesgar”, añaden.​

Medidas

El colectivo ha exigido al Cabildo que reubique el proyecto en una zona donde no afecte al oleaje y, recientemente, se ha reunido con el Ayuntamiento y la Federación Canaria de Surf para recabar su apoyo.

En ese contexto de confrontación, la plataforma baraja la celebración de varios campeonatos para darle visibilidad a la ola, sin descartar otras medidas de presión si el proyecto sigue adelante sin contar con los surfistas.

Contexto

​García Brink explica que se trata de un proyecto de I+D+I en fase de estudio y de evaluación, cuya finalidad es proteger las casas frente al cambio climático, tanto en San Felipe como en otros enclaves en los que la subida del mar sea una amenaza para la seguridad de las personas.

Por eso se han celebrado reuniones con los colectivos implicados, desde Policía Local y Protección Civil hasta los propios surfistas, aclara el consejero, con estudios y consultas vecinales que respaldan la intervención, añade.

Las encuestas y entrevistas realizadas, que son una exigencia de Europa para financiar el proyecto, revelan que la mayoría de los residentes se gasta entre 10.000 y 20.000 euros todos los años para arreglar sus viviendas.

La justificación para intervenir en la costa, por tanto, es el peligro real que corren esas casas, aunque muchas incumplen la Ley de Costas y están en una situación crítica.

Más participación

García Brink adelanta que los aspectos más técnicos se presentarán en una segunda ronda de participación ciudadana, los cuales descartan la incidencia negativa sobre la ola.

El consejero reclama una reflexión sobre el problema al que se enfrenta Gran Canaria con la subida del nivel del mar, pues una actuación "blanda" ahora podría evitar la construcción de un dique en el "futuro", siempre preservando el oleaje actual.

Rigor

Los estudios encargados son "rigurosos": cualquier posible alteración será analizada en detalle a través de modelizaciones hidrodinámicas y estudios in situ (con drones y técnicas especializadas), con la finalidad de garantizar un equilibrio entre la protección costera y la conservación de los usos deportivos y recreativos.​

García Brink recalca que ha mantenido y mantendrá un diálogo "constante" con la comunidad local, vecinos y surfistas, buscando la participación ciudadana para abordar los temores y asegurar que la solución sea viable para todos los usos del litoral.

​El conflicto, sin embargo, está servido: mientras el Cabildo ve en LIFE COSTAdapta una solución de I+D+i esencial y replicable para mitigar el impacto del cambio climático, el colectivo surfista exige garantías de que esta "adecuación costera" no se convertirá en la sentencia de muerte para unas de las olas más preciadas de Gran Canaria.