Al tren de Gran Canaria le falta, en realidad, mucho camino por recorrer. No solo los 58 kilómetros que andará desde la capital hacia el sur, sino también toda la ruta burocrática que aún le espera. El proyecto, a pesar de lo ambicioso que puede parecer, genera dudas a algunas personas por su coste, la dificultad de encontrar personal cualificado en las Islas —en el resto del país sí hay— para diseñarlo o el tipo de terreno sobre el que se va a levantar.
“A mí me parece un completo y absoluto despropósito, lo único que están haciendo es vender humo sobre cosas que no son tangibles”. Así de contundente se expresa Carlos Medina, decano del Colegio de Ingenieros Industriales de la provincia de Las Palmas en declaraciones concedidas a Atlántico Hoy. Apunta que el presupuesto está “totalmente desfasado” porque el precio de 2.000 millones se plantea desde el año 2011.
Coste
“Esa obra”, señala, “podría costar 2,5 veces más. “Salvo que de forma opaca y no transparente los hayan rectificado o modificado, que creo que no, son proyectos que hoy en día no cumplen la normativa. Habría que hacerlos todos de cero otra vez”, apostilla. La cosa no queda ahí, porque pone sobre la mesa que en Canarias no existen ingenieros con experiencia en temas ferroviarios. “Incluyéndome a mí”, aclara.
Asevera que en el Archipiélago hay buenos ingenieros especializados en el mundo de las carreteras, el agua o la energía. Pero no en materia de trenes. Medina va más allá y sentencia que “hoy en día la construcción es cada vez más compleja y se tarda más”. “Uno de los tramos irá de Santa Catalina a San Telmo, con lo cual tienes que tunelar toda la ciudad porque eso va subterráneo”, añade.
Capacidad de gestión
El decano de los ingenieros de Las Palmas lamenta que “la capacidad de gestión de las administraciones públicas es cada vez más deficiente”. “El Cabildo de Gran Canaria no tiene capacidad de gestión para un proyecto de esas características, para empezar ni cuenta con gente para eso. Por eso llevan desde el año 2011 [con la idea del tren], han pasado 15 años desde entonces”.
“En el tren de Gran Canaria, prácticamente más de la mitad del recorrido va a tunelado. Todos los contratistas saben perfectamente que el terreno en las Islas es tremendamente heterogéneo, cuando haces una obra no sabes lo que te vas a encontrar. Los estudios geotécnicos solo te dan una idea más o menos clara, eso al final es lo que hace que los costes se disparen”, desarrolla.
Tiempos
Indica que en los trabajos siempre hay imprevistos o modificados y “ese dinero de más lo va a tener que poner el Gobierno de Canarias o el Cabildo”. “Siguiente cuestión: ¿sabes lo que se tarda hoy en día en hacer una obra por pequeña que sea, por la complejidad administrativa? Hay cosas que son impresionantes. Una como esta no tardará menos de 10 o 12 años y eso es optimista, tendría que salir todo muy bien”, añade.
Desde el punto de vista operativo, defiende que el ferrocarril deberá competir con la guagua y se pondrán en riesgo líneas como la 60 de Global que conecta la capital con el Aeropuerto de Gran Canaria porque, asegura, ambos sistemas de transporte no son compatibles.
Atascos
“El tren no va a parar delante de tu casa. Si alguien de Telde sale de San Gregorio tiene dos opciones: o aparca el coche en la estación de tren o va en guagua a su destino. ¿Pero alguien va a coger una guagua que lo lleve a la estación de tren para después ir a Las Palmas o para ir al sur? ¿O va a coger el coche?”, reflexiona.
“En Gran Canaria tenemos atascos en horas punta de la mañana, que es lo mismo que pasa en todas las ciudades del mundo, tengan o no tengan tren. Por lo tanto, gastar 5.000 millones de euros en una línea ferroviaria no va a resolver el problema de las colas”, continúa.
¿Y Mallorca?
Pone como ejemplo Mallorca. Allí, dice, hay un tren que “no ha resuelto absolutamente nada relacionado con la movilidad, la gente sigue usando el coche”. “Tener un tren para unos trayectos de Las Palmas a Playa del Inglés, que se pueden hacer en tres cuartos de hora [en coche], me parece una auténtica locura”, agrega.
En cuanto al acuerdo firmado con el Estado, también es claro: “Un protocolo lo firmamos en la servilleta en un bar mañana sin ningún tipo de problema. Pero eso no significa nada. A lo mejor cuando tus nietos tengan nietos, podrán subirse al tren”.
