"Me costó más de tres veces lo que me ofrecen ahora. No veo lógico lo que están haciendo". Son las palabras de Sergio Trujillo, empresario gomero al frente de la empresa de demoliciones y excavaciones VOESCanarias que hace "tres o cuatro años" compró una finca de 571 metros cuadrados en la playa de Hermigua, al lado de donde se encuentra la ermita de Santa Catalina y el abandonado centro de talasoterapia del municipio.
Su intención, según narra a Atlántico Hoy, era proponer al Ayuntamiento de Hermigua mover la ermita unos metros hacia atrás para protegerla de los temporales y, en el habitáculo que quedase, construir un kiosko que diese servicio a la playa. La parte más cercana a la costa, explica, se la cedería al consistorio.
¿Por qué expropiaron la finca para el centro de talasoterapia?
Pero ese proyecto se quedará en una gaveta, porque recientemente el municipio ha aprobado expropiar esa finca para ampliar la piscina del centro de talasoterapia, una especie de balneario o espá en el que se han invertido millones de euros y no ha estado en funcionamiento más de unos pocos días en las últimas décadas.
"Ahora veo en el boletín oficial que me van a pagar 4.586 euros por la expropiación, cuando a mi un concejal del ayuntamiento me dijo que podrían darme hasta 20.000. Y yo pagué más del triple por ella", denuncia Trujillo, que además explica que durante meses el consistorio ha estado dirigiéndose al antiguo dueño de la finca en lugar de a él porque los terrenos no se habían escriturado correctamente a su nombre cuando los adquirió de los antiguos propietarios, la familia Trujillo Plasencia.
Según denuncia Trujillo, tanto él como otros vecinos de Hermigua ven un sinsentido que ahora se hagan expropiaciones para ampliar un balneario en el que "no se ha bañado nadie" y ven más lógico que se reabra la antigua piscina que había allí, en la que "aprendieron a nadar" muchos de los habitantes de la localidad cuando eran niños.

El Plan General de Odenación prevé la expropiación
Según consta en el acuerdo del Pleno del 5 de noviembre de 2025, en el que se aprobó definitivamente la relación de bienes y derechos afectados por el expediente de expropiación forzosa, la finca adquirida por VOESCanarias se encuentra en un ámbito donde el propio planeamiento ya anticipaba la posibilidad de intervención pública.
Aunque el suelo está clasificado como rústico de protección agraria y costera, el documento recuerda que forma parte del sistema general dotacional deportivo SG-DE-1, el mismo que engloba la antigua piscina municipal y el actual centro de talasoterapia. Esa inclusión convierte la parcela en un espacio vinculado a equipamientos públicos, pese a su condición rústica.
De acuerdo con el texto aprobado por el Pleno, la parcela afectada está contemplada como parte del área necesaria para extender el solárium y la piscina, lo que permite al Ayuntamiento justificar la ocupación por interés público y fijar una valoración de 4.568 euros para su adquisición.

La historia del centro de talasoterapia
La historia del proyecto alimenta esa sensación de despropósito. El centro de talasoterapia nació como una reconversión de la antigua piscina municipal de Santa Catalina, que durante décadas fue el lugar de ocio para buena parte del pueblo.
Fue el Cabildo de La Gomera quien impulsó en 2006 la idea de transformar aquel recinto en un complejo con chorros terapéuticos, piscinas climatizadas y un circuito de bienestar. El coste total, tras años de retrasos, modificaciones técnicas y cambios de empresa adjudicataria, terminó superando los 4,6 millones de euros.
Abrió y cerró
La obra, que debió inaugurarse en 2012, no quedó lista hasta mediados de 2016, cuando un temporal marino dañó buena parte de las instalaciones justo antes de su apertura. Finalmente abrió al público en agosto de 2017, pero solo funcionó un mes y medio: el Ayuntamiento de Hermigua, al que el Cabildo entregó la gestión, no tenía capacidad económica para sostener los elevados costes de mantenimiento, especialmente los energéticos.
Esa situación derivó en un enfrentamiento institucional entre ambas administraciones y en el cierre inmediato del complejo, que desde entonces quedó abandonado.
Desde entonces, el centro se convirtió en un símbolo del fracaso en materia de infraestructuras. Varias corporaciones municipales han prometido recuperarlo, pero el progresivo deterioro, los actos vandálicos registrados en los últimos años y la ausencia de recursos han impedido que se reabra. Incluso los intentos del Cabildo por dotarlo de una instalación fotovoltaica para abaratar costes —anunciada en 2021— no llegaron a traducirse en una reapertura.
Apertura tras décadas sin uso
Pero esta vez parece que el ayuntamiento sí está decidido a reabrir de una vez el centro. Además de anunciar las expropiaciones, ya se ha aprobado la ordenanza fiscal con las tasas de uso del futuro espá. Pese a todo, no existe, por ahora, una fecha oficial de reapertura.
Muchos vecinos como Trujillo se preguntan, después de casi dos décadas de inversiones y promesas, si el espá llegará alguna vez a tener un uso real o seguirá siendo, como se ha repetido durante años, un “mamotreto” a pie de playa.