Hay islas que parecen detenidas en el tiempo. Lugares donde el silencio no es ausencia, sino lenguaje. Donde caminar entre laurisilva o mirar al horizonte desde un acantilado no es solo turismo: es redescubrimiento. Uno de esos sitios ha vuelto a brillar en los ojos de uno de los medios más prestigiosos del planeta.
National Geographic, conocido por su defensa de los entornos naturales y las culturas auténticas, ha vuelto a poner el foco en un rincón del archipiélago canario que no necesita alardes. La Gomera habla por sí sola. Y esta vez, lo hace con más fuerza que nunca.
Reportaje con prestigio
La periodista Lorena G. Díaz, de National Geographic España, ha visitado recientemente La Gomera con el objetivo de crear un reportaje que capture la esencia natural y diferencial de la isla como destino turístico. Esta visita se produce poco después de que el territorio fuera distinguido como uno de los mejores destinos sostenibles del mundo en los Premios de los Lectores del medio.
Con una audiencia que supera los nueve millones de personas, esta cobertura es mucho más que una simple mención: es una plataforma de proyección internacional para un modelo turístico que apuesta por la calma, la conexión y el respeto al entorno.
Turismo con alma
Desde el Cabildo Insular, la consejera de Turismo, María Isabel Méndez, ha celebrado la visita como una oportunidad única para “trasladar al mundo la esencia de la isla”. Según Méndez, el objetivo es claro: “que quienes nos visiten encuentren un espacio para reconectar con la naturaleza y la tranquilidad que define a La Gomera como destino”.
El modelo turístico de la isla se apoya en una promoción basada en la calidad, la sostenibilidad y la autenticidad, alejándose de la masificación y ofreciendo al viajero un lugar donde respirar despacio.
Viajar con sentido
La cobertura de National Geographic no solo muestra los paisajes, sino que reivindica el valor del turismo consciente. La Gomera se posiciona así como un enclave perfecto para quienes buscan experiencias profundas: rutas por bosques milenarios, cielos limpios para mirar las estrellas, barrancos que cuentan historias y pueblos donde la vida aún se mide sin prisa.
Con su aparición en una cabecera de referencia global, la isla reafirma su identidad: un destino que no necesita artificios, porque lo tiene todo.
