Hay artistas que no solo destacan por su talento, sino por el profundo arraigo con el que defienden su tierra. En cada verso, en cada beat, Cruz Cafuné es un grito sereno que conecta lo urbano con lo ancestral, lo contemporáneo con lo isleño. Sus letras, su estética y su forma de estar en el mundo son un homenaje constante a Canarias.
Sin embargo, pocos saben —sobre todo aquellos fans que no son del archipiélago— que Carlos Bruñas Zamorín, su nombre real, no creció en una gran ciudad, sino en un rincón tranquilo del norte de Tenerife, rodeado de naturaleza, tradición y mar. Un lugar que ha moldeado su identidad tanto como la música que escucha y compone.
Más que un rapero
Cruzzi se ha convertido en uno de los grandes referentes del panorama musical actual. Su mezcla de géneros, que va del rap al R&B, está profundamente influida por sus orígenes. En sus canciones se repiten símbolos como los códigos 922 y 928, señales claras de su vínculo con el archipiélago.
Aunque hoy su música suene en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, en sus letras sigue latiendo la calma del Atlántico y el amor por lo cotidiano, por lo sencillo. Ese contraste forma parte de su esencia como artista.
Donde todo comenzó
El lugar donde pasó su infancia es Tacoronte, un municipio que desciende suavemente hacia el océano desde las laderas del norte de Tenerife. Allí, entre verdes paisajes, acantilados salvajes y la brisa constante del mar, Cruzzi —Carlitos en aquel entonces— creció entre costumbres locales y una comunidad que aún conserva sus raíces.
Este entorno marcó su mirada artística. Tacoronte no es solo su lugar de origen, sino una inspiración constante. Sus barrios como Guayonje, Mesa del Mar o El Pris aún conservan el eco de los antiguos poblados guanches, y sus calles empedradas guardan siglos de historia.
Un pueblo con alma
Además de su paisaje natural, Tacoronte ofrece una riqueza patrimonial que refuerza su carácter único. En su centro histórico se encuentra la iglesia de Santa Catalina, construida tras la conquista de Tenerife por orden de Sebastián Machado. También destacan la parroquia homónima, La Alhóndiga o El Calvario, ejemplos del legado cultural que define al municipio.
Lugares como el monte de Agua García o los Jardines de Hamilton suman belleza al entorno. En cada rincón hay una historia, un susurro del pasado que, de alguna manera, se cuela en los temas de Cruzzi y refuerza su compromiso con lo que representa. “No dejaré nunca de hablar de Canarias”, ha dicho en más de una entrevista. Y no es una frase vacía. Cada vez que un escenario vibra con sus letras, también vibra una parte de este pueblo que lo vio crecer.