Opinión

¡Adiós, 2021! ¿Cómo veo el vaso?

Emprendedor y empresario

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En menos de dos semanas cerramos el 2021, año en el que, como suele venir ocurriendo, la realidad ha enfriado las grandes expectativas que había puestas en él. Las expectativas de principio de año eran muy halagüeñas, ya que después de haber sufrido el 2020, el peor año de la economía mundial desde las guerras mundiales debido a la pandemia de COVID-19, se esperaba una recuperación económica y de confianza de los mercados mucho mayor. Más aún, si cabe, con la puesta en funcionamiento de la ansiada vacuna que nos permitiría volver a la normalidad (o algo similar).

De alguna manera se ha dado una recuperación, pero claramente menor de lo que podía esperarse. Y es que, en cierto modo, lo que se suele denominar como economía real (las empresas del día a día, los trabajadores y consumidores individuales, etc.) no ha terminado de creerse estas expectativas. A medida que se han ido sucediendo los acontecimientos y han ido reduciéndose los estímulos en forma de transferencias directas a empresas y particulares, los datos económicos han estado por debajo de lo esperado.

Lo mejor de 2021

Una de las mejores noticias a nivel económico este año en España es que el primer indicador económico que se ha resentido ante cualquier crisis es el paro.

Parece que esa tendencia, al menos por ahora, ha quedado atrás, las cifras del paro son las mejores desde hace muchos años. Y todo ello en un entorno de desestabilización económica y de aumento del salario mínimo. Se necesita más tiempo para confirmar si esto supone un hecho estructural o es un cambio coyuntural en el mercado laboral español, pero sin duda es algo de lo que, a día de hoy, estar contento.

Por otro lado, el PMI de servicios, que mide el nivel de actividad del sector servicios a través de las compras que se producen en este sector, ha crecido por encima de lo esperado prácticamente todos los meses del año. Siendo el sector servicios el que mayor peso tiene en la economía nacional, esto nos hace intuir una expansión de la economía mayor de la que podemos observar con el dato del crecimiento económico.

Lo peor de 2021

De todos los datos actuales que podemos ver de la economía española, sin duda el que me parece más preocupante es que existen a día de hoy 93.000 millones de crédito en riesgo, sobre todo aquellos préstamos dados en su momento a empresas y autónomos avalados por el ICO. A junio, los créditos de este tipo que estaban en vigilancia especial se habían duplicado en seis meses. De ese dinero no se hizo el seguimiento que era debido y el nivel de disposición de esos créditos es elevadísimo. De hecho, estaba previsto iniciar su devolución a mediados de este año y se ha ofrecido la posibilidad de posponerlo hasta 2022.

Al final, la idea de esta herramienta era similar al de una póliza de crédito, pero estructurado como un préstamo para que su devolución se hiciera poco a poco cuando la recuperación llegase. Podría decirse que fue como adelantar ingresos futuros en el momento cuando, por la pandemia, las empresas no tenían ingresos para así poder hacer frente a sus pagos inmediatos. El problema es que, aunque las condiciones en papel eran estrictas, la utilización por parte de las empresas y el control por parte de las entidades bancarias y el regulador del uso de esos fondos ha sido más que discutible en muchos casos.

Otro dato desalentador es que aproximadamente el 38% de las familias redujo su tasa de ahorro, la cual ya era de las más bajas de Europa. No hemos sido nunca una cultura que haya fomentado en exceso el ahorro, en parte porque una base importante de nuestro ahorro se va a nuestra pensión futura y garantizada.

Y hasta ahora ha sido así, si bien otro día hablaré de este tema, es hora de que la gente de menos de cuarenta años vaya preparando su base de ahorro de cara al futuro.

Y entonces, ¿cómo veo el vaso?

Creo que 2021 ha sido un poco bluf con respecto a lo esperado, pero sí quiero ser optimista de cara a 2022 y espero que el impulso que deben generar en la economía los fondos europeos nos ayude a seguir invirtiendo en sectores de mayor productividad y valor añadido, a mantener los buenos datos de empleo y hacer que en 2022 la curva de crecimiento económico sea más inclinada de lo que lo ha sido este año. Si bien debemos tener cuidado especialmente con la inflación galopante y con los posibles impagos que reduzcan el crédito disponible porque generen inestabilidad en el sector bancario.

Me gustaría aprovechar estas líneas para desearles felices fiestas y un próspero 2022 y recordarles lo que decía el cómico norteamericano Larry Wilde, “la Navidad es la época del año en que se nos acaba el dinero antes que los amigos”.