José J. Rivero

Opinión

Descubre el perdón

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Hace unos días, mantenía una conversación con un buen amigo, con el que comparto el interés personal y profesional hablábamos de los beneficios personales que nos plantea el bienestar y la felicidad a través del cambio o el crecimiento personal. Concretamente me preguntaba por la importancia que juega en nuestras vidas el perdón como elemento potenciador de la felicidad, ya que nos ayuda a gestionar la culpa, una emoción que nos desborda en muchísimas ocasiones por los elementos de construcción social que en sí misma la definen.
Es curioso que cuando hablamos de perdón surgen en nuestras vidas barreras y bloqueos vinculados a egos culturales y personales que ponen freno a una gestión adecuada de lo que consideramos emociones negativas, que en palabras de la propia Barbara Frederickson, limitan nuestras posibilidades de apertura a las miles de experiencias que nos plantea la vida. Normalmente, cuando hablamos de perdón, le otorgamos una visión liberadora del sufrimiento que actúa sobre quien lo recibe, sin plantearnos que los beneficios del perdón inciden directamente sobre quien lo pone como elemento potenciador en sus vidas, es decir, sobre el que pide el perdón, otorgándole una misión de construcción personal. Claro, este enfoque plantea un cambio en como interpreto y abordo mi sufrimiento como potenciador de mi propio bienestar personal.
Si nos planteamos que el perdón está directamente relacionado con la templanza, es decir, una de las grandes virtudes humanas, que nos protege de lo que suelo definir como “ombliguismo”, es decir, de nuestro propio egocentrismo, el poner en nuestras vidas el perdón implicaría un cambio de visión personal, donde comenzaré a ver al otro.
Sí, amigos y amigas, en muchas ocasiones la vida nos posiciona tanto en el “Yo tengo”… “Yo soy”…, que sin querer, llegamos a dejar de percibir al otro, ya que como define el propio Goleman en su última obra Focus, nuestra percepción se centra tanto en mi mundo interno que sin querer nos olvidamos de vivir fuera.
En definitiva, el perdón es un elemento diferenciador que potencia en nosotros la gestión adecuada de emociones como el miedo y la culpa, posibilitando en nuestras vidas el crecimiento personal, permitiéndonos ampliar nuestra visión de la realidad, lo que potencia en nosotros la vivencia de los demás, pero al mismo tiempo implica una cambio en nuestro mundo emocional, lo que potenciará la aparición de las emociones positivas, como la alegría, la esperanza, etcétera, provocando cambios fundamentalmente en nuestra actividad cognitiva, que potenciarán cambios en toda nuestra realidad. Por ello descubre el perdón como potencial.