Observo el cinturón verde desde la ventanilla del Binter. En un momento el estiramiento se abomba en forma de ‘barriga’, la del Parque García Sanabria, e intuye quien les escribe los aromas dulces que se arremolinan a la altura del segmento de Las Tinajas.
No me da la memoria pero creo que fue un arquitecto el que me comentó que, en su modalidad, nuestra arteria estaba entre las de mayor longitud de España. A mí me basta como ramblero (santacrucero, tinerfeño y canario) con disfrutar de su recorrido, los ambientes, la arquitectura (si alzamos la vista y no vamos tozudos con la mirada enterrada),…
Camino de Los Coches
Copio y pego. “En 1661 se abrió el conocido como Camino de Los Coches que iba desde la calle de Santa Rita (hoy Viera y Clavijo) hasta Los Campos (hoy Doctor José Naveiras). En 1853 el camino fue prolongado hacia el norte y entre 1863 y 1873 lo haría hacia el sur alcanzado hasta el cruce de Cuatro Caminos, la plaza de La Paz”.
En mi época juvenil, yo que procedía del barrio Salamanca, se consideraba a los rambleros como “pijos”, algo que no entendí después de trasladarme con mi familia a la zona de La Paz. Entendí que algunos puntos o ‘cruces’ constituían lugar de encuentro de la juventud, pero ahí que me fui fue a estudiar Periodismo y perdí una parte de aquellas reuniones de las pandillas.
Elemento pijo
Cuando regresé el ‘elemento pijo’ se había diluido; aún podía encontrarme tienditas de ultramarinos cerca de casa. El título tiene sus segmentos como así la propia Rambla va discurriendo en trocitos.
La Rambla se me antoja un Ecosistema en toda regla si la miramos con detenimiento y a modo de transecto extraordinario digno de investigación; botánica (laureles de Indias, flamboyanes, jacarandas y palmeras); arquitectura; escultura (El Guerrero de Goslar, de Henry Moore; Ejecutores y ejecutados, de Xavier Corberó; Nivel, de Joaquín Rubio Camín; Sin título, de Feliciano Hernández; Lorea, de Ricardo Ugarte; Islas, de Jaume Plensa),…
Broma
Lo de ‘Independiente’ es una broma o concesión particular para considerarla como emplazamiento único, más aún cuando se divisaba el desconcierto y el vacío durante el confinamiento de la desastrosa pandemia que vivimos. El enclaustramiento que hizo que muchos “bichitos voladores” se adueñaran de la arboleda y con una sonoridad ciertamente parecida a la de cualquier paraje natural.
Para mí la Rambla abarca poquito más acá de las Piscinas hasta la desembocadura de la Avenida de Anaga. He de decir que a la Rambla le falta ‘algo’. Algo de aderezo. No será la primera vez que escriba de esta ubicación a la que considero con máximo cariño que no nostalgia. Potencialidades de todo tipo, como las de las alternativas gastronómicas, que muy bien pudieran ser acicate de futuras iniciativas y jalonar encuentros divertidos de vecinos y visitantes.
Calidez
También creo interesante mirar con la suficiente calidez algunas secuencias de las fachadas santacruceras. Como muestra, la de la esquina que arranca desde La Paz a la Dieciocho de Julio (donde se insertaba el Estanco Conchita, actualmente cerrado y que ha cambiado de emplazamiento un poquito por debajo del Cine Víctor).
Pues bien. Creo que estaría fenomenal algún tipo de actuación, de embellecimiento, de luminosidad; si uno se toma un café o una caña en el quiosco La Paz y mira al frente podría darse cuenta que un poco de cariño no estaría de más para esos elementos que fueron y son particularmente icónicos en la capital tinerfeña.
No se trata, por supuesto, de implantar diseños de neones o similares sino de ‘pasar una manita’ a lugares tan especiales. Así lo veo.
