A juzgar por los llamativos ejemplares de cabra palmera que puedo contemplar siempre que tengo ocasión –especialmente en cada encuentro ganadero de San Antonio del Monte, en Garafía-, desde luego me asaltan agudizados los recuerdos gustativos de quesos que provienen de esta raza tan especial y adaptada a su entorno.Quizá sirva para fundamentar una visión de la gastronomía más cercana al valor añadido de la sostenibilidad que implica el consumo del producto local. La Palma se despereza lo observo con nitidez y lo constato con rigurosidad.A través del producto de cercanía palmero (papas, boniatos, quesos, vinos, pescados y cárnicos, frutas exóticas, mieles,…) y su interpretación por la hornada de cocineros, también quería mencionar el papel decisivo de instituciones públicas y empresas privadas que suman en propulsar estrategias para atraer a los visitantes. Todo es mejorable, pero ahí están los datos.
Paisajes únicos, entornos para disfrutar mesa y mantel y versatilidad con apuestas como la restauración ambientada en la observación gastronómica; conceptos de fuerza que abren otras experiencias tan ligadas con el placer de la gastronomía.