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Opinión

La Virgen de la Candelaria en el municipio cubano de Cabaiguán

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La Virgen de La Candelaria, Patrona de Canarias, tiene una antigua y hermosa historia en la Mayor de las Antillas; incluso, un estudio nuestro corrobora su presencia a lo largo y ancho de toda la geografía nacional de la mano, en lo fundamental, de emigrantes canarios. Sin embargo, este resultado investigativo necesitaría una enorme cantidad de páginas, por lo que en esta ocasión nos limitaremos a un solo territorio: el municipio cubano de Cabaiguán, que posee 596 kilómetros cuadrados de extensión y es considerado la zona donde más afluyeron hijos e hijas de Las Afortunadas, en las tres primeras décadas del siglo XX. Allí perduran aún huellas imborrables de su presencia, que van desde la cultura hasta las costumbres familiares; sin embargo, aunque en diferentes hogares existen imágenes de La Candelaria, en las últimas décadas de la vigésima centuria varios historiadores intentaron localizar una imagen pública suya en el municipio y no lo lograron; ni siquiera, en la vetusta Iglesia Católica del lugar existía una efigie. La tradición oral y varios documentos lo atribuyen a que ese templo fue fundado en 1918 por la Orden de los Carmelitas Descalzos provenientes de la villa de Sancti Spíritus, al que nombraron Nuestra Señora del Carmen y ajenos, como se expondrá en los finales de este texto, a los motivos que podrían determinar la presencia y veneración de La Candelaria.

La primera imagen pública y, por lo tanto, exhibida, de esta Virgen, de la cual se tiene constancia en el municipio, puede considerarse un caso especial; posee la singularidad de no encontrarse en una iglesia u otro sitio de veneración, sino en el Museo de la Inmigración de la Casa Canaria de la localidad, sede de la Delegación Municipal de la Asociación Canaria de Cuba Leonor Pérez Cabrera; la misma se exhibe en una de sus vitrinas desde hace más de dos décadas y fue donada por un grupo de visitantes tinerfeños, en el mismo año de su confección. En la parte posterior de esta, puede leerse la siguiente inscripción manuscrita:

Pintado a mano por las alumnas de “Cerámica” de la Asociación de Vecinos “Beneharo”. La Montaña. Los Realejos. Tenerife. Islas Canarias, 1998.

Esta sede municipal de la Asociación Canaria, inaugurada en su local original en 1994, en la calle Hermanos Calero, en la periferia de la ciudad, cambió su asiento tres años después para una de las esquinas del céntrico parque José Martí, donde aún perduran siete palmas sembradas allí, el 20 de mayo de 1918, por un grupo de inmigrantes isleños, encabezados por el Presidente Honorario de la Delegación Canaria Municipal, el gomero Pedro Darias Mora, para simbolizar y perpetuar sus queridos Siete Montones, en la tierra que los acogió como a sus propios hijos; en ese local, ya remozado, se inauguró en 1997 el Museo del Inmigrante Canario de carácter nacional, pues constituye el único de su tipo en el país.

virgen de la candelaria cuba

Por tanto, desde hace exactamente veintidós años, esta imagen ha sido contemplada por visitantes, tanto cubanos como canarios, entre ellos el Obispo de Tenerife, don Felipe Fernández y otras autoridades eclesiásticas, funcionarios del Gobierno Autónomo, entre los que se destacan alcaldes, presidentes de Cabildos, diversos consejeros, numerosos viceconsejeros de Relaciones Institucionales y de Emigración, el entonces Presidente del Parlamento de Canarias, Antonio Castro Cordobés y el Presidente del Gobierno Autónomo del Archipiélago, Adán Martín Menis, entre otros.

Esta figura de yeso, de solo cuarenta centímetros de alto y veinte en la parte más ancha, con predominio del color rojo, está expuesta en la parte superior de una gran urna de cristal, que se encuentra en la sala número cuatro del Museo. Conociéndose que desde hace alrededor de cien años, con la llegada a Cabaiguán de inmigrantes canarios, vinieron estampas y fotos de La Candelaria, pero que no se tienen noticias de la existencia de alguna imagen tangible y pública de la misma, esto le concede sin dudas, a la traída de Los Realejos, un carácter excepcional.

Como anécdota interesante, que fue posteriormente trascendental, podemos exponer algo que sucedió cuando la visita de las autoridades eclesiásticas de Canarias, en ese año 1998, encabezadas por el Obispo de La Laguna; en esa ocasión, este prometió enviar una imagen mayor, de indudable valía material y simbólica, réplica en tamaño natural de la colocada en la Basílica del municipio de Candelaria, en Tenerife, que sería encargada a un reconocido artista tinerfeño, sobre lo cual se hablará más adelante en este texto.

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Por otra parte, sin lugar a dudas, el edificio más bello y de mayor valor arquitectónico existente en Cabaiguán, lo constituye la Iglesia Parroquial Católica Nuestra Señora del Carmen.

La primera construcción, relativamente pequeña, data de 1918 y se encontraba a un costado de la actual, en la esquina que formaban las calles Valle y Segunda del Oeste. Edificada por la Orden de los Carmelitas Descalzos, como filial de la Parroquia de la Caridad en Sancti Spíritus, resultó pequeña con el paso del tiempo, pues la población aumentó aceleradamente, y ya en la cuarta década del siglo XX surgió la propuesta de ampliarla o de construir una nueva.

Bajo el impulso del sacerdote español José Amado, llegado a Cabaiguán en julio de 1945, los católicos del pueblo se propusieron hacer una iglesia bella y original, reuniendo contribuciones y donaciones personales y colectivas. 

En esta obra, inaugurada el 1 de octubre de 1951, se tuvo en cuenta, en primer lugar, la arquitectura general del centro urbano, donde abundan los elementos grecorromanos; se optó por un modelo basilical, inspirado en las primeras catedrales de la Roma Antigua, con un santuario de filiación romántica.

La fachada, de noble trazado clásico, exhibe un conjunto cristalizado por sus cornisas, que guardan las más estrictas líneas del neoclásico, combinado con fragmentos del Ave María. La majestuosa torre es un elemento primordial en esta construcción, pues con su campana ha anunciado, durante más de medio siglo, las misas y actos del lugar. El techo de la nave central está adornado con diferentes elementos y exhibe, hacia el centro, una gran cruz de veinte metros, que encierra once escenas de la vida de Cristo.

La culminación del arte simbólico de esta obra puede apreciarse en el Santuario o Presbiterio, pues en su bóveda se observa una gran composición que representa a la Santísima Trinidad, junto a un cortejo de ángeles que reproducen caras de niños de Cabaiguán, y en el Altar que, situado en un primer plano, tiene elementos que de por sí lo destacan; no podía faltar, de manera secundaria, la identidad que encierra la imagen de la Virgen del Carmen, declarada Patrona de Cabaiguán por los Carmelitas Descalzos en 1918, ajenos a los miles de inmigrantes canarios asentados en el territorio.

Por su parte, como ya se adelantó en párrafos anteriores, en 1998 realizó una visita a la Casa Canaria de Cabaiguán, el Obispo de Tenerife, don Felipe Fernández García, el cual había llegado a Cuba con el Papa Juan Pablo II y posteriormente decidió conocer algunos lugares, con fuerte presencia de canarios y descendientes, en la Mayor de las Antillas.

Durante el recorrido por las dependencias de la sede, observó en una de las salas del Museo de la Inmigración Canaria, la pequeña imagen de la Virgen de la Candelaria, de la cual se habló en los párrafos anteriores y ofreció enviar expresamente una mayor, réplica de la que se encuentra en la Basílica del municipio canario de Candelaria.

A mediados del año 2000, se recibió la noticia de que la promesa del Obispo estaba por cumplirse y, en efecto, a través del sacerdote canario Pablo Francisco Álvarez Bravo, llegó a Cabaiguán la nueva imagen, una verdadera obra de arte, realizada expresamente por el destacado artista tinerfeño Felipe Pérez García, con fecha de terminación en ese propio año, decidiendo la Junta Directiva de la Asociación Canaria municipal, en coordinación con las autoridades eclesiásticas, que donde debía estar esa Virgen, tan venerada por los católicos del lugar, era en la Iglesia de la ciudad.

Los pormenores nos los contó el propio padre Pablo, años después vicerrector del Seminario San Carlos y San Ambrosio, de La Habana:

Yo no había acompañado al Obispo en su visita a Cuba en 1998, pero recibimos un pedido de ayuda por parte de la Diócesis de Santa Clara y don Felipe me sugiere que viaje por quince días desde Tenerife al Caribe y compruebe en el lugar si el clima me asentaba para posteriormente ir a trabajar allí; de paso, me dice que lleve la imagen que iba a donarse al pueblo de Cabaiguán.

Efectivamente, tomé el avión el 7 o el 8 de agosto del año 2000 y llevé conmigo la imagen de la “Virgen de la Candelaria”, la cual expusimos varios días en la Diócesis de Santa Clara, hasta que la trasladé a Cabaiguán alrededor del día 13; allí supe de la decisión de colocarla permanentemente en la Iglesia, por lo que la deposité en la sacristía hasta la presentación pública, que se realizó, precisamente, el día 15, fecha significativa, pues se conmemora su aparición en las playas de Tenerife, en 1393.

Una breve descripción de esta imagen permite conocer que tiene una altura de un metro y treinta centímetros y un ancho, en su parte mayor, de setenta centímetros y como la original, lleva al niño Jesús en su brazo derecho y la vela en el izquierdo. Efectivamente, en la tarde del 15 de agosto del 2000, fue llevada la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, en manos del propio padre Pablo y del sacerdote, también canario, Asterio Cabrera Concepción –que cuenta con muchos familiares en Cabaiguán y es muy apreciado allí–, precedidos por el inolvidable Fidel Hernández, que portaba la bandera cubana, y por Gladis María Sánchez, que llevaba la del Vaticano; estos caminaron desde un local lateral de la Parroquia, hasta el altar de la misma, pasando por la puerta principal y por el pasillo que estaba ocupado, a ambos lados, por creyentes, ancianos isleños y de manera especial, por todos los miembros de la Junta Directiva de la Asociación Canaria de Cabaiguán.

Presidió la ceremonia el Obispo Marcelo Arturo González Amador, de la Diócesis de Santa Clara, el padre colombiano Luis Carlos Ayala Méndez, sacerdote de la Parroquia en ese momento, y otras autoridades eclesiásticas. Hubo palabras de agradecimiento, de recuento histórico y una misa especial por el suceso; los isleños y sus descendientes del territorio más canarizado de Cuba, habían tenido que esperar casi un siglo para que la Patrona de sus amadas Islas tuviera un espacio en el templo católico cabaiguanense.

Pero ningún testimonio mejor, para conocer exactamente lo sucedido en relación con la singular llegada desde Canarias a Cabaiguán de la Patrona de ese hermano archipiélago, que el documento firmado y acuñado entonces por las autoridades eclesiásticas que tuvieron que ver con ese histórico hecho, como constancia de lo ocurrido días antes, el cual reproducimos a continuación:

OBISPADO DE TENERIFE

San Cristóbal de La Laguna, 1 de septiembre de 2000

EL EXCMO. Y RVDMO. SR. OBISPO DE LA DIÓCESIS DE SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA, DR. D. FELIPE FERNÁNDEZ GARCÍA, A TRAVÉS DE LOS SACERDOTES DE ESTA DIÓCESIS CANARIA D. PABLO FRANCISCO ÁLVAREZ BRAVO Y D. ASTERIO CABRERA CONCEPCIÓN, ENTREGA, EN EL PUEBLO DE CABAIGUÁN (CUBA), A LA PARROQUIA DE NTRA. SRA. DEL CARMEN, DIÓCESIS DE SANTA CLARA, EN LA PERSONA DE SU PÁRROCO D. LUIS CARLOS AYALA MÉNDEZ, Y EN LA PRESENCIA DEL OBISPO DE SANTA CLARA, DR. D. ARTURO GONZÁLEZ AMADOR, ASÍ COMO
DEL PRESIDENTE Y LA JUNTA DIRECTIVA DE LA ASOCIACIÓN CUBANO-CANARIA LEONOR PÉREZ CABRERA, UNA RÉPLICA DE LA AUTÉNTICA IMAGEN DE NTRA. SRA. DE LA CANDELARIA, PATRONA DE CANARIAS, QUE SE ENCUENTRA EN EL MUNICIPIO DEL MISMO NOMBRE EN SANTA CRUZ DE TENERIFE, HACIENDO CONSTAR LO SIGUIENTE:

1) Dicha entrega se hace en cumplimiento de la promesa hecha por el Sr. Obispo deTenerife a esta parroquia y a la Sociedad Cubano-Canaria Leonor Pérez Cabrera, con motivo de su visita a los residentes canarios de Cabaiguán, Diócesis de Santa Clara, el año de 1998 en el mes de marzo.

2) Es una obra esculpida en madera de caoba, tanto la Virgen como el niño, en el estilo de imágenes de candelero, completada con falda interior acartonada y pintada, realizada por el artista lagunero D. Felipe Pérez García, tal como figura inscrita en la espalda de la imagen. Está vestida externamente con traje y manto de tela, trabajo realizado por las monjas clarisas de clausura de San Cristóbal de La Laguna, que generosamente donaron su trabajo. Por último, se completa la imagen con corona y cetro de metal plateado.

3) Dicha obra se ha hecho con el esfuerzo, cariño, aportación económica y espíritu cristiano de muchos de los canarios que en aquella ocasión estuvieron presentes y de otros que, aunque no estuvieron, se han adherido a dicho proyecto con mucho entusiasmo.

4) La imagen fue solemnemente bendecida en la catedral de San Cristóbal de La Laguna, por el Obispo de la Diócesis D. Felipe Fernández García, en una celebración eucarística concelebrada con el Cabildo Catedral y muchos sacerdotes, el día 7 de agosto de 2000, a las 19:00 horas.

5) Junto a las personas ya nombradas queremos agradecer de corazón al Sr. Obispo de Santa Clara, D. Arturo González, pastor de esta Diócesis, la acogida de este proyecto tan misionero y de tanto alcance cristiano; a los habitantes de Cabaiguán, sean descendientes de canarios o no, por el entusiasmo al recibir a Santa María de la Candelaria, expresión de tantos valores y sentimientos religiosos de nuestros pueblos; a las autoridades cubanas, que han facilitado la entrega y traslado de la Imagen desde el primer momento de su llegada a Cuba; a la Asociación Leonor Pérez Cabrera, en la persona de su Presidente y Junta Directiva, por su constante interés en la realización de esta efeméride; a la compañía aérea Iberia que ha regalado generosamente los portes del traslado y a todo el que de una forma o de otra nos honra en este momento, o en otro, con su presencia y oración.

6) Es deseo del Sr. Obispo de Tenerife y de su Diócesis que todos los feligreses eleven oraciones a la Virgen, Madre de Dios, a través de esta imagen para que derrame su gracia sobre nosotros, creyentes y no creyentes, potencie la unión y el cariño de todo el pueblo y consolide la fe de la Iglesia que camina en Cuba siguiendo a su Hijo Jesucristo. Para ello deseamos que todos los días 2 de febrero, festividad litúrgica de La Candelaria, y los días 15 de agosto, fiesta de todo el pueblo canario, se celebre, en esta parroquia del Carmen, una Santa Misa delante de dicha imagen, con la mayor presencia de fieles que puedan, y que en vuestras oraciones se acuerden de la Santa Madre Iglesia y del Santo Padre.

Sin nada más que añadir, donamos y entregamos con cariño y afecto esta imagen esperando que sea digno de gran alegría y esperanza para todo el pueblo de Cabaiguán en particular y para todos los cubanos en general. Fecha ut supra.

¡Viva la Virgen de Candelaria! ¡Viva Canarias! ¡Viva Cuba! ¡Viva y reine el Sagrado Corazón de Jesús!

Y firman Felipe Fernández, Excmo. Rvdmo. Sr. Obispo de Tenerife, y Arturo González Amador, Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Santa Clara. (Aparecen al final tres cuños o sellos: 1) Obispado de Tenerife; 2) Obispado de Santa Clara; y 3) Obispado de Tenerife, Secretaría General, Salida, Nº 667, 13/9/2000).

Después de conocer todo lo anterior y a modo de reflexión, cabría preguntarse, cuál fue la razón para que Cabaiguán, considerado por el afamado escritor y periodista canario Luis Felipe Gómez Wangüemert, en 1926, como un pedazo de la patria lejana que la fantasía coloca en Cuba, el municipio de la Perla del Caribe donde más isleños se asentaron en las primeras décadas del siglo XX, no hubiera consagrado originalmente su Iglesia a la Virgen de la Candelaria.

Para encontrar una respuesta lógica a la anterior interrogante parece necesario recordar, que al fundarse la Iglesia de Cabaiguán en 1918, cuando estaba en su clímax el arribo masivo de isleños al lugar, fue la Congregación católica llamada Carmelitas Descalzos, proveniente de Sancti Spíritus, la que realizó el acto fundacional, la cual no está relacionada preferentemente con La Candelaria, y, siguiendo sus costumbres, la situaron bajo la advocación de la Virgen del Carmen; estos eran ajenos por completo a los Dominicos, quienes, como se sabe, fueron y son, históricamente, los impulsores y mantenedores fundamentales de la Basílica de la Virgen de Candelaria, en Tenerife, y de lo cual existen ejemplos de veneración de esta imagen en templos regentados por ellos en la propia Cuba, como el Convento de Santo Domingo, en la habanera villa de Guanabacoa.

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Entonces, al parecer, los Carmelitas Descalzos no percibieron o no tomaron en cuenta como debían, el predominio de los inmigrantes canarios en el poblado en desarrollo y la satisfacción que esas personas devotas y sus hijos sentirían al contar en el territorio, con un templo bajo la advocación de la Patrona de su archipiélago natal; por otra parte, en esa época, muchos de los minoritarios integrantes de las llamadas clases vivas del centro urbano de Cabaiguán provenían de rancias familias espirituanas o peninsulares pertenecientes a las clases pudientes, por tanto poderosos, con otros intereses políticos, sociales y religiosos ajenos al fenómeno migratorio canario, mientras la inmensa mayoría de los miles de inmigrantes isleños, muy humildes ellos, estaban asentados en las zonas rurales, dedicados en cuerpo y alma, al trabajo agrícola para subsistir y con poco tiempo para viajar a la parte urbanizada.

A pesar de todo, lo cierto es que en la actualidad, de manera muy justa, en el municipio donde más descendientes de esos emigrantes isleños viven en la Mayor de las Antillas, Cabaiguán, llamado la Capital Canaria en Cuba, en su Iglesia católica existe una réplica, casi exacta, de la auténtica imagen de Nuestra Señora de la Candelaria; la misma, que como Patrona, ha sido venerada desde tiempos inmemoriales por el pueblo canario en la Basílica del municipio tinerfeño del mismo nombre, y la cual fue deseada, añorada y querida en ausencia presencial, por aquellos hombres y mujeres que un día cruzaron el Océano para asentarse en esa tierra cubana de tabaco, donde dejaron descendencia y donde descansan en paz para siempre sus entrañables restos, luce inmaculada y vela por la herencia sagrada de nuestros antepasados.