Santiago Negrín

Opinión

Mano dura...

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Me imagino, y mira que lo conozco poco, que no debe haber sido una decisión fácil la que ayer tomó el Alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez: aplazar todas las actividades organizadas por el Ayuntamiento hasta que la situación del Covid mejore en el municipio. Los actos culturales y de ocio públicos con aforo superior a las 10 personas, quedaron suspendidos hasta nuevo aviso.

No. En una ciudad universitaria, referente máximo de la cultura y el ocio, no habrá sido fácil, y menos con el perfil del alcalde lagunero. Sus allegados me decían ayer que no le tembló el pulso. “No vine al ayuntamiento a quedar bien, ni a hacer amigos, vine a cuidar a mis vecinos”, se le oyó decir antes de formalizar la medida, incómoda e impopular, pero necesaria, justo antes de la decisiva Junta de Seguridad, que se celebrará el jueves en Presidencia del Gobierno.

La Laguna se ha convertido en el foco de contagios más delicado de Tenerife, y de más irresponsables también: en 17 botellones tuvo que intervenir la Policía Local este pasado fin de semana. De vergüenza. Las zonas de La Cuesta y Taco, confirmaba el concejal de seguridad Alejandro Marrero, muy golpeadas por los contagios, van a ser objeto de cribados especiales y controles de todo tipo.

Con la que está cayendo, 17 botellones, llevando a la policía a una situación de agotamiento límite. El concejal, mandos, agentes e incluso los voluntarios de protección civil, parecen una farmacia de guardia. No dan avío a atender un municipio enorme. Y ahí están dejándose el lomo, para que luego, una panda de golfos malandros, jueguen con la vida de los demás.

Pues sí alcalde, mano dura (y esto es cosecha mía), hay que dar un escarmiento. El ayuntamiento ha llegado al límite de sus competencias. Si hay que tomar otras medidas será el Gobierno y ya se imaginan (aviso a navegantes...) por dónde van los tiros. Una lástima cerrar el Teatro Leal, entre otros, y un acierto clausurar el aparcamiento de Alcampo, donde pululaban bebiendo hasta la madrugada grupetes de diarreicos mentales, que vale que no respeten su vida, que ya es grave, sino que desprecien la de los demás.