A ver, vamos al grano:
Estás agotado. Saturado. En modo “me despierto y ya quiero que termine el día”. Y no, no es porque el mundo está muy mal o porque los demás sean idiotas. Es porque estás intentando controlar lo que no puedes.
Y eso, amigo mío, es una receta perfecta para la frustración y la ansiedad.
La buena noticia es que puedes cambiarlo. La mala es que implica responsabilidad. Y la responsabilidad duele.
Pero antes de que salgas corriendo a ver otro vídeo motivacional con música épica de fondo, vamos a dejar esto claro como el agua:
Hay cosas que sí dependen de ti. Y son más poderosas de lo que crees.
Cosas que dependen de ti
Te lo resumo:
- Tus acciones
- Tus respuestas
- Tus valores
- Tus límites
- Tus creencias
- Tus decisiones
- Tu perspectiva
- Cómo gastas tu tiempo libre
- Cómo eliges relacionarte
Y te digo algo más: esto es más que suficiente para cambiar tu vida. Lo que pasa es que no te han enseñado a usar estas herramientas. Te han enseñado a quejarte de lo que no tienes, de lo que no te dan, de lo que hacen otros.
Pero tú sí puedes elegir si respondes o reaccionas. Si gritas o respiras. Si dices sí o pones un límite. Si repites lo que te enseñaron o rompes el patrón.
Y eso, aunque no suene tan sexy como un “manifiesta lo que deseas”, es pura libertad.
Cosas en las puedes influir
Hay cosas en las que puedes influir, pero no controlar. No te confundas.
Esto es delicado. Porque el ego quiere creer que puede con todo.
Puedes influir en tu salud (pero no evitar enfermarte).
Puedes influir en tus relaciones (pero no controlar cómo actúan los demás).
Puedes influir en tu reputación (pero no controlar lo que dicen de ti).
Puedes influir en el ambiente donde trabajas, incluso en tu economía
Pero no puedes garantizar resultados.
¿Entonces qué haces?
Pues juegas tu parte. Dices lo que piensas. Cuidas tu cuerpo. Alimentas tus vínculos.
Pero sueltas el resultado. Porque si no, te conviertes en un controlador disfrazado de víctima.
Cosas que no puedes controlar
Y cuidado con esto: creer que puedes controlar todo en lo que influyes es una forma encubierta de arrogancia.
Y luego está todo lo que NO controlas. Lo que, no importa cuánto sufras, no cambiará.
- El pasado.
- Los recuerdos.
- Lo que siente, piensa, dice o cree otra persona.
- La política internacional.
- El clima.
- La muerte.
- El envejecimiento.
- Las enfermedades.
Energía malgastada
¿Te digo algo brutal?
Muchos de tus problemas vienen porque estás invirtiendo tu energía en esta lista.
Estás gastando tu tiempo en discutir con alguien que no quiere cambiar.
Estás enganchado al odio por un error que cometiste hace 10 años.
Estás esperando que te pidan perdón.
Estás queriendo que alguien te ame como tú necesitas.
Estás mirando las noticias y sintiéndote impotente.
Y todo eso es energía malgastada.
Es como querer regar una planta con una regadera rota.
Te estás vaciando por algo que nunca va a florecer.
La verdadera maestría está en saber dónde poner la energía.
Supervivencia emocional
Mira, esto no es autoayuda barata. Es supervivencia emocional.
El que aprende a enfocarse en lo que depende de él, no es porque sea más inteligente. Es porque ya se cansó de sufrir por lo inútil.
Y sí, claro que duele soltar. Duele dejar de intentar cambiar a tus padres. Duele aceptar que esa persona no va a volver. Duele ver que hiciste lo mejor y aún así no salió como querías.
Pero cuando sueltas eso, te queda algo más valioso: paz.
Y la paz no se encuentra en el silencio. Se encuentra cuando dejas de luchar contra la realidad.
Hacer el cambio
¿Qué pasaría si hicieras este cambio hoy?
Imagina que desde hoy solo te ocupas de lo que puedes controlar.
Dejas de intentar arreglar a los demás.
Dejas de darle vueltas al pasado.
Dejas de querer entender lo que no tiene sentido.
Y te enfocas en ti.
En tu actitud. En tus decisiones. En tus límites. En tu propósito. Sin excusas. Sin mirar para los costados.
¿Sabes lo que pasaría?
Te liberarías. Y cuando uno se libera, empieza a vivir. No a sobrevivir.
Una lista
Haz una lista. Sí, ahora.
Te lo pongo fácil. Haz tres columnas:
1. Lo que controlo
2. En lo que influyo
3. Lo que no controlo
Y empieza a tachar. Sí, tachar.
Tacha lo que no controlas. Y cada vez que tu mente se vaya ahí, recuérdale: “No es mi responsabilidad”.
Hazlo como quien limpia la casa. Con decisión. Con coraje. Con amor propio.
El ruido
¿Quieres dejar de estar estresado todo el día? Ocúpate de lo que sí puedes cambiar.
¿Quieres relaciones más sanas? Deja de querer controlar al otro.
¿Quieres paz mental? Suelta lo que no está en tus manos.
El resto es ruido.
Y tú no viniste aquí para vivir rodeado de ruido. Viniste a vivir en voz alta, sí, pero con dirección.
Empieza hoy.
Porque el día que dejes de cargar con lo que no es tuyo, es el día que realmente empieza tu vida.