Raquel Marín

Opinión

No hay mente sana con mala alimentación

Neurocientífica

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El cuidado de tu cerebro es tu mejor proyecto de vida. Este órgano es una máquina muy poderosa y dinámica. Nunca deja de modificarse y adaptarse al contexto medioambiental. El cerebro lo necesitamos para casi todo lo que somos y seremos, y si empieza a fallar resentimos las secuelas inmediatas en nuestra calidad de vida. Por añadidura, la merma en nuestra mente afecta a las personas que nos quieren o se ocupan de nosotros.

El cerebro es un comensal exigente

El cerebro consume mucho oxígeno y kilocalorías para funcionar. Desde el nacimiento y en todas las etapas de la vida tanto lo que comemos como lo que hacemos en nuestra vida cotidiana tiene importantes repercusiones en la manera en la que nuestro cerebro envejece y enferma. En particular, los dos primeros años son cruciales para trazar el destino futuro de nuestra capacidad cognitiva y memorística.

Además, el intestino y el cerebro están en constante comunicación. Están unidos para lo bueno y para lo malo. Muchos desequilibrios en el ejército de microorganismos del intestino pueden generar secuelas en la salud mental. Como le ocurre al cerebro, el intestino y la microbiota intestinal se forjan en los primeros años de vida, de acuerdo al medioambiente, el seno familiar, la alimentación, el cuidado y atenciones y por supuesto el amor y cariño que nos prodiguen.

El estrés y las emociones adversas pueden modificar la flora intestinal que a su vez afectan al estado mental y emocional. A su vez, las emociones negativas afectan al intestino, cerrando así el círculo vicioso del deterioro de la salud integral.

El cerebro es un glotón de glucosa

El cerebro consume el 60por ciento del total de glucosa del organismo. Esto tiene sentido si pensamos que es un órgano enormemente activo de día y de noche, incluso cuando estás inactivo o durmiendo. Para la incesante actividad mental, el combustible que utilizan las células del cerebro es fundamentalmente glucosa en grandes cantidades. El cerebro consume 6 veces más glucosa de lo que le correspondería por su tamaño. La carencia de glucosa en las neuronas de manera prolongada podría provocar daños irreversibles en el cerebro.

No hay que confundir la glucosa con el azúcar común

La glucosa es un carbohidrato sencillo que se encuentra en la mayor parte de alimentos que consumimos diariamente, como cereales, semillas, pastas, verduras, frutas, carnes, lácteos y pescados. La glucosa constituye el combustible energético que más utilizan las neuronas. Sería como “la gasolina” que utilizan para funcionar adecuadamente. Cuando los niveles de glucosa son bajos de manera constante debido a un incorrecto transporte de la glucosa a las células se pueden producir trastornos irreversibles en el cerebro.

Los carbohidratos de asimilación lenta son también grandes aliados de la función cerebral. Se trata de carbohidratos complejos que contienen muchas moléculas de glucosa que se van digiriendo poco a poco en el intestino y pasan a la sangre paulatinamente. De esta manera, generan saciedad y bienestar, mientras aportan un combustible «de largo plazo» para la actividad intelectual. Son abundantes en arroz, pastas no azucaradas, cereales, legumbres y frutos secos.

El exceso de azúcar refinada es tóxico para el cerebro

No todos los azúcares son iguales. Es importante distinguir bien la diferencia entre glucosa y azúcar refinado. El azúcar refinado que tenemos en el azucarero y que se utiliza como conservante y aditivo se generó con el objetivo de conseguir mayor duración y la palatabilidad en los alimentos ultraprocesados. Su consumo en exceso no es nutricionalmente saludable. Se encuentra en muchos de los productos envasados y azucarados de todo tipo (refrescos, verduras y frutas en conserva, salsas, pastelería, repostería, bollería, dulces, embutidos, lácteos, etcétera).

El consumo excesivo y prolongado de los azúcares refinados incrementa la formación de grasa en el hígado. En el medio plazo, el hígado se puede ver afectado por el aumento de su actividad metabólica y el acúmulo de grasa.

En mi libro “Dale vida a tu cerebro” (RocaEditorial) se comentaba ampliamente el gran número de desventajas del consumo elevado de los azúcares refinados, tanto en las neuronas como en la actividad cerebral. Algunos efectos nocivos destacados son ansiedad, adicción, fatiga cerebral, déficit de atención, somnolencia y sensación de cansancio. Prescindir del azúcar refinado es de gran beneficio para las funciones del cerebro.

Durante la adolescencia, el consumo excesivo de azúcar refinado en los refrescos y las bebidas energéticas puede ser particularmente perjudicial para el estado anímico en la etapa adulta posterior. Un número elevado de estudios científicos ha demostrado que tomar azúcares en exceso durante esta etapa crucial en el desarrollo de la gestión emotiva y afectiva del cerebro induce posteriormente un mayor riesgo de padecer depresión y alteraciones en el estado anímico durante la etapa adulta.

Para que sea más fácil recordarlo, a continuación se resume en esta tabla las propiedades beneficiosas de los azúcares naturales saludables frente a los efectos adversos de los azúcares refinados.

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Propiedades beneficiosas de los azúcares naturales saludables

En definitiva, conocer mejor lo que comemos puede contribuir enormemente a la longevidad de nuestro cuerpo y sobre todo de nuestra mente.