Corviniano Clavijo

Opinión

Nuestro Carnaval y nuestro Tete

Presidente de Crónica del Atlántico Hoy, SL

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A principios del pasado marzo, escribí un artículo titulado Carnaval de Tenerife, nuestra fiesta y mis dudas, en el que expresaba la importancia que tiene el carnaval para un tinerfeño y lo que significa esta fiesta tradicional para todos los canarios: “El sentimiento colectivo de entusiasmo y alegría se contagia, es la pasión de una isla, que vive una fiesta para todas las edades, pues tanto disfruta el niño con sus primeros disfraces en el carnaval de día, como el adulto, a pesar de llevar ya probablemente muchas horas de carnaval a sus espaldas. Las calles se convierten en ríos humanos de gente que baila sin parar durante las veinticuatro horas del día, somos la “magia” de nuestro carnaval”.

Después del parón de la pandemia, vuelve eso sí un carnaval atípico celebrado en fechas no habituales, pues lo estamos celebrando en este junio, cuando el mes tradicional para celebrarlo, suele ser febrero.

Un carnaval que coincidirá con las hogueras de la víspera de San Juan, el 23 de junio, festividad que tiene un significado especial en el que “el fuego purifica y quema lo viejo y lo malo, con el fin de dejar espacio a nuevas oportunidades y deseos”. Eso lo oigo desde que era niño, es obvio, ya hace muchos años.  

Por fin, después de dos años sin celebrar estas fiestas, Santa Cruz de Tenerife se quitará por fin la espina de la pandemia, de modo multitudinario, apostando por un sentimiento y unas tradiciones únicas en España. De eso no me cabe la menor duda y será, como de costumbre, una fiesta a lo grande, donde se recuperará el colorido, el bullicio y el disfraz, con otras temperaturas eso sí, pero con la entrega de siempre, la entrega a un sentimiento.  

No se puede obviar que estamos inmersos en un Carnaval que eligió el pasado viernes a su reina, ¡aquella gala de junio, diremos en el futuro! Ello unido al ambiente especial en el que el CD Tenerife puede subir a Primera División. Todo cuenta y la gran fiesta de Tenerife y Canarias puede ser una explosión si se consuma el ascenso.

El símil precisamente lo tenemos en lo siguiente: el equipo para estar aquí ha demostrado que ha sido todo lo antagónico a la noción deportiva que conocemos por ‘murga’; que el representativo ha llevado puesto el disfraz durante toda la temporada –más aún en las salidas- de roca del Teide; que en ningún momento, entre los equipos que aspiraban a lo máximo, ha pasado desapercibido en plan mascarita; que la sincronización ha estado a la perfección de las comparsas; que el logro puede estallar de júbilo y colorido como un gran coso carnavalero.

Y si además se produce la hazaña, el club en su centenario podrá cantar otro hito deportivo con la majestuosidad de nuestras rondallas del Carnaval chicharrero. Vamos a aprovechar una atmósfera tan inusual después de que el virus trastease con todo hasta llegar a estas vivencias sin precedentes.

Eso sí, volvamos, en la medida que se pueda y nos dejen, a “tener cuidado con las aglomeraciones”. Esto no ha acabado, ¡ya lo saben!

¡Feliz Carnaval! ¡Nos lo merecemos!