¿Por qué no hay luces de Navidad en los descampados?

Cuando toque, acuérdense de todo, tomen nota de quiénes han estado años y años gobernando sin que cambie nada y voten con cabecita

Carmen Peña

Actualizada:

No es nada nuevo en el Archipiélago hablar de la crisis de vivienda, pero es necesario seguir haciéndolo. Hablar de cómo nos afecta no poder acceder a una casa, no saber cuánto nos van a subir el alquiler -asumiendo que, si los que gobiernan no lo regulan, va a seguir subiendo- o dónde nos vamos a ir a vivir, ¿con nuestros padres? ¿A una cueva con plancha de pladur? ¿A la furgo? Esto ya no es una distopía a lo Mad Max, es nuestra realidad y hay que hablar de ella.

Lo que sí es nuevo es que entidades sociales de ese maltratado tercer sector que vive en bucle en una relación tóxica con sus subvencionadores, en un pacto secreto que perpetúa relaciones de poder, empiezan a incomodar a esos poderes. Un pacto que se llama: "Yo, institución X gobernada por Y partido, te voy a dar Z cantidades de dinero para que gestiones los asuntos más dolorosos de la sociedad a cambio de que tú, entidad/ONG, no señales directamente que esta miseria la estoy generando yo con mis decisiones políticas". La fórmula es la perpetuación infinita de la pobreza y las estructuras de poder.

La situación es tan sangrante que, aunque no señalen a los responsables con nombre y apellido, ya se empiezan a señalar las políticas y no al sistema o a la desventura divina, sino a las decisiones que se toman al mando de las instituciones públicas desde hace ya bastantes años, cuyo resultado es más del 30 % de la población canaria en riesgo de exclusión social.

Una época de revisión de privilegios

Es una buena época, la Navidad, para que cada uno la disfrute como quiera, o como pueda, pero para acordarse y revisarse los privilegios dentro de la opulencia económica que suponen luces, decorados, regalos, comidas, etc., y sobre todo, para generar, a los márgenes del discurso caritativo, crítica social. Hay valores universales que están muy bien, pero tienen que calar y ser transformadores en la sociedad, no para sentirse mejor uno por hacer donaciones "para los más desfavorecidos" -arroba clasismo-.

Volviendo al tema de vivienda, en el caso de la isla de Tenerife, acorde al último informe elaborado por Cáritas, se vincula ya directamente la carencia de vivienda estable no solo como una consecuencia de la exclusión social, sino como un factor agravante del mismo, que dificulta el acceso al empleo, la salud o la educación, actuando la exclusión residencial como un obstáculo que perpetúa desigualdades y limita las oportunidades de inclusión. Vamos, que ya se vincula directamente el acceso a la vivienda con la exclusión social para amplias capas de la sociedad.

Monocultivo del turismo

Las principales zonas donde hay más personas en la calle o malviviendo en una vivienda indigna son la zona metropolitana y el sur de la isla. Esa casuística no es ajena a la realidad sobre la construcción del modelo productivo archipielágico e insular, atado al monocultivo del turismo; atrayendo también a las personas en mayor situación de vulnerabilidad a la zona metropolitana, donde se encuentran la mayoría de recursos de gestión insular, y concentradas en los núcleos turísticos de la isla, evidenciando una vez más la fallida implementación del depredador modelo turístico del Archipiélago para generar una distribución de la riqueza y un bienestar generalizado para la ciudadanía. Dicho en otras palabras: la pobreza del sistema productivo la vemos día a día en nuestras calles, reflejada en la situación de un montón de personas abandonadas por el sistema.

En el top de municipios están, pues, Santa Cruz, Arona, Adeje, Puerto de la Cruz y La Laguna, municipios turísticos, generando riqueza para los de fuera y teniendo a trabajadores en descampados, en casetas de campaña, en infraviviendas de pladur como la que se quemó hace un par de semanas en el sur, dando la vuelta a la isla en guagua para poder trabajar, sufriendo y sosteniendo este sistema injusto mientras otros -los de siempre- se lo llevan calentito.

Esto no puede seguir así y las medidas se tienen que tomar ya. Desde la autopista del sur se ven las luces de Navidad de los pueblos, naves y comercios, pero también se ve a gente viviendo debajo de los puentes, en los barrancos y en cualquier casucha. Cuanto más brillan, más contraste hay con una situación social insostenible. La pobreza tiene nombres y apellidos, de las personas que la sufren, pero también de quienes la generan y hay que ponerlos sobre la mesa y señalarlos.

La pobreza es una decisión política

Hace unas semanas, en el primer Congreso sobre Servicios Sociales e Inclusión Social en el Archipiélago, celebrado en La Laguna, -mientras el propio servicio del Ayuntamiento tiene a las trabajadoras al límite y en pie de guerra por la gestión-, una de las ponencias más impactantes para el público fue la de Carlos Susías Rodado, en representación de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN), como su presidente.

Susías estuvo hablando del desmoronamiento de los estados del bienestar y del análisis de la situación a nivel europeo de la pobreza desde su entidad, y después del jarro de agua fría de contar que el viraje hacia la securitización y el rearme va en dirección contraria a la construcción de una paz duradera y de un bienestar generalizado para la sociedad, en el turno de preguntas, con un tímido:

-¿Y qué podemos hacer ante todo esto?- preguntó un asistente.

-¿Saben cuándo tienen un día tonto, un día de esos que estamos aturullados, embotados, que no pensamos ni decidimos bien? Pues intenten que ese día no caiga el día de las elecciones. La pobreza es una decisión política, no dejen que decidan por ustedes- respondió Susías.

Caras de sorpresa, asentimientos, aplausos.

Cuando toque, acuérdense de todo, tomen nota de quiénes han estado años y años gobernando sin que cambie nada y voten con cabecita, voten a quien cumple con su programa, a quien propone soluciones, a quien asume sus errores, a quien agacha la cabeza y trabaja y no está solo para la foto. Voten con ilusión, con rabia, con frustración, con ganas y sin ellas, voten confiando, voten para que no nos sigan echando fuera del Archipiélago a los que queremos un futuro, porque para construir la Canarias que queremos —yo, por lo menos: soberanista, justa socialmente, diversa e igualitaria— hay que poner a gente dispuesta a hacerlo en las instituciones.