Fran Belín./ CEDIDA

Opinión

El tiempo y ‘menú’ de la Última Cena

Periodista

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Si pego un vistazo en el tiempo, mi tiempo, al chasquido de dedos, me doy cuenta que hace nada la Semana Santa era ‘otra cosa’. Lo saben los veteranos-as de ahora y la juventud del momento, que vivirá otras costumbres, otra atmósfera, otro sentimiento.

Ley de vida. Es que está claro que vivimos nuestro tiempo y a él debemos estar agradecidos, sea lo que sea que hagamos. Estaba buscando un material de gastronomía cuando apareció en esas autopistas de internet una serie de trabajos que acometí tiempo atrás. No me apetecía darles a Ustedes la tabarra con el clásico “Platos tradicionales de Semana Santa” o “Siete sitios ideales donde ponerse hasta arriba de torrijas el Domingo de Resurrección”. No

Es por eso que les voy a proponer una lectura que se remontaría a más de una década atrás, revisada, actualizada y reeditada, capturadas de un reportaje a partir de las fuentes del chef y gastrónomo Alberto Fortes acerca de lo que Jesús y sus discípulos degustaron en la transcendente reunión en torno a la mesa. Aunque hoy por hoy sigue presentando enigmas, el citado experto me contó lo que en sus pesquisas y meticulosa labor de búsqueda le sirvió para reproducir lo que en clave actual muy probablemente pudieron comer aquella noche.

La selección de platos posibles para este ‘menú, seguramente el más famoso de la historia, ´se basó en las consultas efectuadas de muchos estudios y textos publicados al respecto sobre platos pertenecientes a la cultura, cocina y gastronomía de la época pero, en modo alguno, puede garantizar que fuesen los auténticos platos que conformaron el menú de esa bíblica cena.

‘Novela gastronómica’

En palabras de Fortes, “las conclusiones están basadas en la propia interpretación de todos los textos consultados al respecto; todos publicados con carácter científico, histórico-religioso y con fuentes de teólogos y rabinos. Aunque meticuloso, el trabajo no se atiene a un carácter científico y sí, en cambio, la interpretación subjetiva de las claves podrían encajar casi en una ‘novela gastronómica’, respetando las fuentes consultadas”.

Tenemos el marco, la Semana Santa, y la posibilidad de leer plácidamente estos días la versión gastronómica de lo recogido en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas con la Última Cena como fondo. Fue una comida pascual, según estas fuentes, mientras que en el evangelio de Juan se establece que tuvo lugar antes de la Pascua.

Calendarios

Precisamente el experto británico Colin Humphreys asevera que Jesús se ajustó a un antiguo calendario judío en lugar de basarse en el lunar oficial, que estaba desarrollado en los años de su muerte. El investigador concluye que “ambas versiones tienen razón, pero se refieren a dos calendarios diferentes" y que son compatibles con la teoría de que la Última Cena se podría haber celebrado realmente en miércoles y no el jueves.

“La Última Cena marcó el comienzo de la Semana Santa –detalla Fortes-. En alguna ocasión nos hemos preguntado cómo fue esa reunión celebrada por Jesús; sabemos por los Evangelios parte de lo que ocurrió aquella noche pero desconocemos muchos rituales de la Pascua Judía.

En la época de Jesucristo –según las claves consultadas-, la cena se tomaba recostado y en teoría no se pusieron trece cubiertos, sino catorce, pues uno era para el profeta Elías, según la costumbre judía”.

Los alimentos

Jesús celebró el Pesaj (Pascua) con sus discípulos el día de la Pascua judía, que coincide con el Domingo de Ramos cristiano. Una vez que se hizo el urjatz o limpieza de la levadura en la casa, comenzó la ceremonia del lavado de manos. Jesús también lo hizo así, pero se levantó de la mesa y lavó los pies a sus discípulos.

Siempre según las teorías históricas barajadas por el experto, en dicha cena tomaron pan ácimo (matzo), pues la levadura era símbolo de pecado (Bedikat Jametz); cordero asado y sin mancha, y siete hierbas amargas que simbolizan, cada una, un acontecimiento en la salida de Egipto y el Éxodo. Son las karpas, normalmente perejil, símbolo de vida; éste está sumergido en agua salada, símbolo de lágrimas.

El maror es rábano muy picante y picado para producir lágrimas. El jaroset es una mezcla dulce de manzanas y nueces picadas con miel, canela y un poquito de vino rosado por el color. Esta mezcla es símbolo del cemento que los judíos usaron para construir ladrillos en la tierra de Egipto.

El vino

Continuando con el despliegue de aquel estudio que me hizo llegar Alberto Fortes, durante la Última Cena el grupo tomó además las cuatro copas de vino ceremoniales: Kadesh,Mishpat; en la tercera, Jesús dijo: "Esta copa es el nuevo pacto de mi sangre; haced esto todas las veces, en memoria mía." Y la cuarta copa de vino es la Hallel, que en hebreo significa Adoración. Antes de la cuarta copa, después de la cena, ocurre el Afikomen, partición del pan ácimo para repartirlo; así lo hizo Jesús -"y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio a todos, diciendo esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria mía"-.

"Estando en Betania, anteriormente, mandó a dos de los discípulos que se adelantaran para prepara otra cena, le acompañaron algunas de las mujeres del grupo. Habrá que hacer muchas cosas: aderezar la sal, comprar los panes ácimos, las verduras, el vino, el aceite para las lámparas y el cordero. Luego sacrificar éste en el templo después de la oración del mediodía y asarlo. Realmente, no tenían mucho tiempo, todo tenía que estar a punto antes de que apareciesen en el cielo las primeras estrellas".

Es probablemente la comida más famosa de la historia de la Humanidad, pero aún no hay consenso sobre lo que se comió y bebió en aquellas cruciales horas de la primavera, de hace más de 2.000 años, y los documentos y grandes obras pictóricas de arte religioso que han reflejado aquel momento no pueden despejar el enigma.

Los evangelistas coinciden en que la cena se celebró en la tarde del primer día de los Ácimos, ya que la Fiesta de Pascua se llamaba también de ese modo, porque durante los ocho días que duraba la celebración no se podía comer pan fermentado.

Lo cotidiano

Pero, algunos estudiosos de la historia de las religiones consideran, en cambio, que en la mesa de Jesús y sus seguidores, se pudieron haber servido también otros platos, constituidos por los alimentos más sencillos que comían diariamente la mayoría del pueblo judío, como eran el potaje de verduras, verduras asadas, legumbres como los garbanzos, vegetales crudos con aceite de oliva tipo ensalada, fruta, dátiles, dulces de pastelería, agua, etc.

Para algunos de los más importantes "arqueólogos de la gastronomía", se sirvió, con bastante probabilidad, cordero asado, verduras, pan ácimo, acompañado de las tradicionales hierbas amargas y, por supuesto, vino, ya que "Jesús y sus discípulos estaban celebrando la pascua judía". Aunque las culturas dominantes ayudaron a enriquecer la cocina, los platos de su cocina tradicional se siguen haciendo con los mismos ingredientes de hace tres milenios.

Una aproximación al estilo gastronómico

Mucha fruta y pescado: entre los componentes habituales de la dieta en la región siguen figurando, además del cordero, las granadas, uvas, naranjas, los higos, los dátiles, el queso de cabra y de oveja, el aceite de oliva y las especias aromáticas. Mucho pescado también.

Algunos de los apóstoles de Jesús eran pescadores y sería lógico que estuviese presente en la cena. También -según el experto Ansky-, uno de los platos fijos que se tomaban en esta comida durante el reinado de Herodes era la codorniz rellena de carne de cordero, hecha con vino tinto, aceite de oliva, miel de dátiles, pasas de uvas, piñones, salvia, ajo y perejil. En la época de las Cruzadas (muy posterior a Jesús) eran usuales los pasteles de carne o de miel de almendras.

Usos en la mesa

Según las costumbres de la época de Jesús, seguramente por la influencia cultural romana, los judíos comían inclinados sobre el costado izquierdo de su cuerpo, guarnecidos en cojines, pieles y tapices, y alrededor de una mesa o tablero bajo y rectangular, que estaba rodeado por tres de sus lados con los lechos donde se recostaban los comensales y con su cuarto lado libre, para dejar paso libre al personal que servía las comidas y bebidas.

Se comía con los dedos, usándolos como pinzas, a la usanza romana y en los "cenáculos" había numerosas vasijas para lavarse las manos continuamente, y se usaban unas grandes servilletas. Era una señal de elegancia tomar los pedazos o porciones de comida preparados con las puntas de los dedos, sin ensuciarse las manos.

Vajilla y cubiertos

Los historiadores creen que en la mesa de la Última Cena había pocos utensilios y serán de clase "media" o humilde, como algunas fuentes en las que se sirvió la comida y de donde cogían directamente con las manos. También el plato donde Jesús partió el pan.