Santiago Negrín

Opinión

Un lugar donde vivir...

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La imagen que acompaña a este artículo me llegó ayer. Es de la zona centro de Las Palmas, en los bajos de un edificio de super lujo. Como si de una habitación de hotel se tratara, en el soportal del edificio, como ven, viven instaladas varias personas, con sus colchones de matrimonio alineados, productos de aseo, enseres y hasta una banderita de España. A esta gente, ni le nombres llegadas de turistas, test PCR o cifras de contagios. En su mundo solo existe acabar el día y empezar otro...

Una imagen que ya miramos con cierta indiferencia. Y son gente corriente, que cada día soportan la mirada de propios, extraños y hasta de los adinerados propietarios que viven justo encima. E incluso la de algún que otro político que, seguramente, pasa al lado de camino al despacho. Siempre lo escuche en casa, lo primero “salud, techo y comida”.

Visocan, la empresa pública del Gobierno, que gestiona las viviendas, se ha puesto las pilas con un plan, ya dotado de recursos económicos para tener disponibles 10.000 viviendas en los próximos 3 años, lo que además llevará consigo, la creación de casi 25.000 puestos de trabajo. Buena falta hace tanto lo uno, como lo otro. Aseguran que lo van a cumplir. Esperemos...no les queda otra.

A veces se nos llena la boca hablando de la prioridad de una eficiente Sanidad Pública, de una Educación que tenga recursos, o que no se puede tardar en pagar las Ayudas Sociales. Correcto, pero, se nos olvida un eslabón fundamental, la Vivienda: sin un techo, sin un hogar, la Sanidad, La Educación y las Ayudas Sociales, se quedan cojas.

No se trata de regalar el dinero público, pero sí de agilizarlo y que, para cobrar una prestación, y tener un lugar donde vivir, no haya que firmar un saco de papeles, aportar una caja de documentos, y esperar que varios empleados públicos den el visto bueno. Se hace más necesario que nunca, que se simplifiquen los procesos para ayudar.

Solo hay que darse una vuelta un día por las Administraciones, y mirar durante 10 minutos las colas de gente con mil papeles en las manos, pidiendo favores, desesperados, sin cita previa, o llorando para cobrar lo prometido en la cara del personal de seguridad. Hagan la prueba, dense una vuelta. Les cambiará la perspectiva.