El verde de las estrellas no es el mismo que el del dinero

Carmen Peña

“Somos herencia de una historia robada, pueblo orgulloso con la espalda cansada, promesas vacías que terminan en nada, firmes, con esperanza en la mirada. Somos nietas de santiguadoras y parteras, de silenciadas, de luchadoras y de obreras, pies descalzos por caminos de tierra, el amor hacia mi tierra es mi única bandera”.

Así es como abría Jela, rapera canaria e icono del barrio chicharrero de Ofra la canción de Drago Canarias para la campaña electoral de 2023, Hazlo por tu tierra, la recupero aquí porque es tal temazo que pienso que debería escucharla todo el Archipiélago y porque nunca está de más apoyar y reconocer a los artistas canarios que de manera libre y solidaria —y valiente en esta tierra caciquil— aportaron su arte en las ramitas del creciente Drago.

En estas fechas de exaltación de la identidad, de canariedad, en una fecha no falta de contradicciones entre las lecturas decoloniales, interpretada como la celebración de la rendición del pueblo indígena ante la conquista y las lecturas de la celebración de pasos adelante en la soberanía del Archipiélago, con el sistema democrático y el estatuto de autonomía, pero sobre todo con un gran sentir popular de que el 30 de mayo es día festivo y de compartir con compatriotas.

Acompañan a esta fecha interesantes lecturas que hurgan en las heridas de nuestro pueblo para traer análisis de un pasado, presente y futuro. Me parece una buena fecha para hablar de elementos condicionantes de la construcción de Canarias como sujeto político, que es, en definitiva, la veredita que hay que caminar para aspirar a la soberanía y construir un país más justo. No solo para nosotras, sino para las que están por venir.

Identidad canaria

En estos días pues, tristemente abundan las muestras de mercantilización y exotización de la identidad canaria, anuncios gubernamentales —o no— con las eses aspiradas forzadas. ¡Qué más dan los derechos sociales mientras te lo cuentan con acento! Esos anuncios que hablan de un orgullo de la tierra que solo existe en sus cabezas, porque la mayoría existimos en resistencia, romantizando nuestra identidad mientras nos ahogamos en la precariedad y en la falta de futuro, en una magua constante por una Canarias que no conocimos y la incertidumbre de la que está por construir, y pinta mal si siguen construyendo a base de piche y cemento.

Estamos enyugados de la publicidad de “chasss muyayo vamos pa la playa en cholas”, “vivimos en el paraíso, toma un vaso Clipper”, “arráyate un millo”, “chiquillos vamos pa la verbena”, “tenerifelicidad nosequé”. Claro está que los publicistas encontraron que lo identitario es un añadido de valor intangible y rentable para ellos conseguir su objetivo, que es sacarnos más perras a costa de nuestra cultura.

Me gustaría saber cuántas de estas empresas, influencers y demás, aparte de darle al “contenido canario”, le dan también a las buenas condiciones laborales para sus trabajadores, al respeto de sus derechos, le dan empleo estable a las jóvenes para no tener que irnos y de paso apoyan al sector primario canario, y no solo en vídeos. Y ojo, que hay algunos que sí lo hacen, respetito. Que me lío, esto iba para poner en un marco la exotización y el uso capitalista de la identidad canaria, que es una lacra en esta tierra, pero no la única.

Falta de valentía

En esta reflexión, proyectando el futuro de una Canarias libre y soberana, vengo a poner sobre la mesa algo que “es más canario que el gofio” y que atraviesa a nuestra identidad colonial e impide el desarrollo en este país, que es la compra de voluntades.

Las personas que me estén leyendo desde Canarias ni se habrán sobresaltando un fisquito porque todas sabemos perfectamente que en este Archipiélago el ponerse un puntito en la boca, el dejar de hacer ruido, el quejarse más bajito, se compra; y que por necesidad de comer y mantener familias, por ser unos babiecas y no ver la jugada o por falta de valentía, la gente se vende.

Todo el mundo conoce a alguien a quien le han bailado el agua para darle un puestito, pasta para su proyecto, visibilidad en algún espacio importante y luego le han puesto el puñal en las costillas y le han dicho que se esté tranquilito o le quitan el plato de delante, que la mano que te da de comer no se muerde y tú sabes. Porque en esta tierra los poderosos tienen tan pocos escrúpulos que juegan con el pan de la gente, y lo saben, por eso juegan con el pan de la gente.

El caciquismo es un sistema bien engrasado e imbricado en lo social, con capacidad para camuflarse como los lagartos entre la maleza. Lejos del estereotipo del rico, poderoso, extranjero —que también participa de este tramado caciquil—, una de las virtudes de este sistema es poder camuflarse en casi todo. El envoltorio da igual, lo que importa es la compra de la voluntad, la persecución para conseguir el objetivo, que es controlar todo lo que tocan para que nadie se salga del tiesto. Y esto no se hace solo con colores políticos, porque todo tiene el mismo color, el verde de los billetes, y el que maneje el verde tiene una herramienta para la compra de voluntades.

Hilo fino

¿Sabes cuando en una trama empiezan a aparecer tantas empresas fantasmas y personajes random con relaciones de por medio que ya no sabes dónde está el malo de la película? Pues con el caciquismo pasa lo mismo, no está representado por un grupo específico de personas, empresas, partidos políticos, asociaciones, fundaciones, proyectos, etc. Aunque claramente a todos nos vengan a la cabeza los que se creen amos y señores del Archipiélago, los de apellidos de las constructoras, los dueños de la tierra y más, la verdadera fuerza del caciquismo está en los detalles, en el hilo fino que usan para hacer bordados palmeros y meter a la gente en sus telarañas.

Todos estos tejemanejes tienen un objetivo claro: impedir la construcción social de Canarias como un sujeto político propio, un sujeto político que se reconozca en su historia y su legado, que entienda la realidad confederal de esta tierra, que esté dispuesta a mirar a la cara a las propias miserias propias y decir, hasta aquí. Vamos a hacernos respetar.

A nosotras, lo que pasa es que el verde que nos gusta es el de las estrellas de la bandera, no nos vendemos porque, total, el que no vaya a heredar sabe que el futuro está bien chungo en Canarias. ¿Por qué no vamos a arriesgar cuando hay tan poco que perder? La pulsión joven y popular que reclama un futuro digno en el Archipiélago es imparable, ¿Cómo se dice? Vamos a romper con el trauma generacional de Canarias, a decir no, escupir a los que nos dan para luego doblegarnos, los vamos a morder y perseguir nosotras.

Sacrificios personales

Frente a su “hazlo por dinero”, mucha gente empieza a responder que no, que esto se hace por amor a la tierra y dignidad, cueste lo que cueste, asumiendo sacrificios personales. Total, ¿no tenemos futuro no? ¿Nos vamos a dejar comprar por las migajas teniendo la oportunidad histórica de darle la vuelta a la tortilla?

Muchas se verán reflejadas con vergüenza y culpa en aceptar verde, otras estarán felices pensando que el verde viene de lugares bienintencionados, otras simplemente saben que están agachando la cabeza porque tienen bocas que alimentar y punto, esto no lo escribo desde el señalamiento ni el moralismo hacia nadie, sino hacia la necesidad de poner palabras a la realidad de Canarias, porque lo que no se nombra no existe y hay que hablar de muchas realidades para cambiarlas. Y esta es una.

Y para las que lean esto y sientan lo mismo, las personas que estén dispuestas a dejar el ego a un lado, las que estén dispuestas a asumir sacrificios y contradicciones para colectivizar la victoria, aquí, en Drago Canarias, tienen organización y aguante para rato. Y a unas compañeras que les van a dar chance a poner todo el talento por la tierra, reconociendo el trabajo colectivo y aprendiendo juntas.

Lo vamos a seguir haciendo por nuestra tierra, sin miedo, sin silencios amordazados, sin dejarnos comprar y sin intentar comprar a nadie, con todo el jolgorio pa’ disfrutar de nuestra casa, así que coge tu naife, tu eyeliner, tus tenis, tu bocadillo de pata, tu cadenita de abuela, lo que te quieras traer y vente a Drago a transformar tu frustración en motivación por la tierra. Fuera los caciques y arriba el pueblo, construyendo futuro estamos.